CON LA FACHA DE MORAZÁN

El presidente Nayib Bukele tiene en su despacho, a mano derecha, un retrato del Gral. Francisco Morazán y a su espalda el de otro personaje histórico salvadoreño, Gerardo Barrios. Según versiones contadas por personas de su entorno, Bukele siente una gran admiración por el héroe hondureño, no sabemos si por sus grandes ideales unionistas o porque ha leído que Morazán prefirió que sus restos fueran sepultados en El Salvador. Como sea, Bukele tiene una facha que, visto de perfil, lo hace tener una gran similitud con el Gral. Morazán, y desde que era alcalde municipal mantuvo el retrato de nuestro máximo héroe. Sin embargo, su facha morazanista no le despierta buenas inclinaciones sobre nuestro país, según lo que ha declarado, su apego a Morazán es porque él cree que en algún momento será el presidente de Centroamérica. Lo pudo haber dicho en broma, o en una simple actitud altanera y de jactancia política, lo interesante es que la visión de Bukele salta de El Salvador y de repente cree que podrá ser presidente de una Republica Centroamericana como lo pensó Morazán.

Pero, aunque ese detalle es interesante y digno de tenerlo en cuenta, lo que nos mueve hoy a abordar, es su reelección ilegal, pero finalmente consentida por todos los países, con lo cual se ve que, en esa inmensa hipocresía internacional, una reelección ilegal de un presidente depende de quién es el atrevido para que reciba el beneplácito. Bukele, anclado en una seudo-democracia que impuso con su sello autoritario, violó y reformó la Constitución y demas leyes, mandó a volar al Poder Judicial, desarregló y arregló la Asamblea Nacional a su gusto y se convirtió en un mandamás, donde el poder de todo El Salvador lo asumió una sola persona. Bukele es el poder omnímodo en El Salvador, eso solo tiene un significado: un dictador. Y en ese ramo no hay un dictador que sea democrático como suelen creer algunos trasnochados; un dictador es un gobernante antidemocrático, donde solo cuenta lo que él dice y nada más.

Honduras debe convivir con los gobiernos de Bukele, porque el ritmo que impuso Bukele desde el primer momento es para varios períodos, hasta donde las circunstancias futuras se lo permitan. Por ahora, Bukele ha puesto a bailar en sus manos a mundo y raimundo. A la toma de su reelección asistió una comisión de alto nivel de EEUU, representantes de todos los países donde dicen que se respira democracia, como el caso suigéneris de Javier Milei de Argentina y no digamos la alta alcurnia de la diplomacia mundial enclavada en los diversos organismos internacional. Para no ahondar innecesariamente, el mundo entero estuvo en la toma de posesión de la ilegal reelección de Bukele.

¿Y cuál es la clave de la profunda admiración mundial que se ha ganado Nayib Bukele? Haber puesto de rodillas y enviado a prisión a las temibles maras y pandillas que tenían arrinconados a los salvadoreños, que ahora respiran tranquilidad, un clima que les permite vivir y desarrollar sus actividades sin la amenaza de la extorsión ni las amenazas a muerte que hizo que millones de personas emigraran a EEUU. Bukele sabe que el «efecto pandilla» puede pasar en un momento dado y desde ahora prepara otro escenario para mejorar de verdad las condiciones de vida. Y ya lo anunció, pidiendo a los salvadoreños su comprensión para digerir el trato amargo de los impuestos que le permita tener recursos para desarrollar a su país.

El golpe de los impuestos derriba la popularidad de cualquier gobierno, por lo que es de esperarse que la oposición aproveche ese momento para iniciar una escalada que pondrá a prueba el temple dictatorial de Bukele, de cuya reacción dependerá la estabilidad social, económica y política de El Salvador. La incógnita radica en esperar si una vez anunciado el paquetazo de impuestos, que es lo que esperan los salvadoreños, Bukele seguiría contando con el apoyo masivo de los salvadoreños, o si al disminuirle el respaldo, quede en una posición de caminar cuesta arriba, con la interrogante: ¿qué hará Bukele si una oposición masiva llegara a desestabilizar el orden que ha ganado a costa de reducir a prisión a mareros y pandilleros?

Y es aquí donde los hondureños debemos permanecer alertas, porque por tradición los gobernantes salvadoreños buscan provocar conflicto con Honduras cuando tienen problemas internos para distraer a sus habitantes, haciendo voltear la vista en contra de nuestro país. Bukele ya expresó hace un par de años que Conejo le pertenece a El Salvador, no obstante que la pequeña península Conejo es parte del territorio firme hondureño. El hecho de que la Presidente Xiomara Castro y parte de su gabinete hayan ido a congraciarse con Bukele, a pesar de que su reelección es ilegal, no asegura una buena relación en el futuro, cuando Bukele acuda al «expediente Honduras» para hacer que los salvadoreños descarguen culpas injustas en contra de nuestro país.

A Bukele, más que mirarlo con admiración, hay que verlo con cuidado, porque un dictador es capaz de inventar cualquier excusa para mantenerse en el poder. Y un conflicto con Honduras, será su mejor excusa. Por lo que, no hay que descartar que hasta use el nombre de Morazán, por haber preferido a El Salvador para descansar en la eternidad.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 3 de junio de 2024.