La tragedia cotidiana

Nery Alexis Gaitán

De todos es conocida la tragedia cotidiana que viven los pobres de Honduras. Decir que somos un país pobre, a estas alturas no es del todo cierto; lo más apropiado es entender que somos un país que bordea la miseria.

Es inaudito cómo se ha pasado de la línea de la pobreza a la miseria en tan poco tiempo. Más de la mitad de la población no tiene acceso a comer los tres tiempos al día, y ni hablemos de las condiciones de salud y demás. Indigna las estadísticas falsas de los organismos oficiales, que plantean descaradamente que han dejado de ser pobres 800 mil hondureños, cuando la verdad es lo contrario, grandes cantidades de pobres han pasado a la condición de miserables.

Los índices de desempleo se han incrementado. El Congreso Nacional, siguiendo la agenda política de Libre, eliminó el empleo por hora que tanto beneficiaba a la población; y hasta el momento no ha legislado una nueva ley que incentive el empleo. Y debido a la política en contra de los empresarios, se han cerrado maquilas y perdido miles de empleos, ya que los inversionistas nacionales y extranjeros tienen temor de invertir, por las políticas erradas de este gobierno izquierdista.

El látigo del desempleo ha ocasionado que se incremente el número de compatriotas que abandonan el país, ya que no hay empleo ni alternativa alguna de que puedan sostenerse a sí mismos y a sus familias. El hambre golpea diariamente a diestra y siniestra a los pobres de Honduras.

Las condiciones de salud son terribles. El sistema, además de estar colapsado, los hospitales y centros de salud están casi en abandono. Están desabastecidos de medicinas y equipo quirúrgico; en síntesis, no se encuentra ni una jeringa. Nuestro pueblo va a morir a los hospitales ante la indiferencia de todo mundo. Y, para variar, los colectivos de Libre se toman a su antojo los hospitales y centros hospitalarios, impidiendo que los pobres reciban la limosna de salud que les dan de mal modo; por eso nuestro pueblo sufre y muere cotidianamente.

Con la calidad educativa pública es de ponerse a llorar. Mala, pésima, sin planificación alguna; lo que se enseña es mediocridad y fracaso. Para muestra un botón, la mayoría de reprobados del examen de admisión de la UNAH, proceden de colegios públicos. En cambio, los alumnos que egresan de colegios privados y bilingües aprueban con facilidad este examen.

Para rematar, la carestía de la vida está en su peor momento. Todo está carísimo, los productos de la canasta básica están inalcanzables para los pobres; recalcamos, hay hambre por doquier. Y al gobierno no le importa ni le interesa mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población.

La delincuencia común se ha incrementado de una forma alarmante. Lo mismo las actividades del narcotráfico y del crimen organizado; las maras y la extorsión golpean diariamente a todos los comerciantes. Las políticas de seguridad del gobierno son un fracaso; el Ministro de Seguridad y otras autoridades son incompetentes para reprimir el delito, o algunos quizás cómplices de los antisociales.

Así vemos que vivir en Honduras es una tragedia para los pobres que carecen de todo, hasta de un lugar donde caerse muertos. Todo en ellos es dolor, amargura y tristeza, viven su vida amargamente.

La mayoría de la culpa la tiene el Gobierno de Libre, que enfrascado únicamente en llevar a cabo su agenda política antidemocrática, no está interesado en resolver los graves problemas que aquejan a los pobres, que son los más en nuestro país.

A dos años de gobierno sólo han dado tumbos y caminado de fracaso en fracaso. Es obvio que no estaban preparados para gobernar y el desastre administrativo que acarrean los ha llevado a fracasar en la ejecución del presupuesto nacional, que en el año 2023 sólo llegó al 58%.

Este es uno de los peores gobiernos de nuestra historia. ¡Libre nunca más!