EL ARTE DE INJURIAR Y DIFAMAR

Por lo general son algunos políticos, especialmente aquellos que están curtidos por el cinismo, los que conocen el delicado y repudiable arte de la injuria y la difamación. Entre ellos han aparecido algunos parlamentarios que son más ilustrados para injuriar y difamar, mucho mejor desde sus redes sociales, en donde se parapetan para denigrar desde el anonimato a los de su mismo partido, y no digamos a los demás, pero con especial odio contra los medios de comunicación que se atreven a destaparles sus actos ilegales e inmorales que los retratan como sujetos que no merecen recibir el respaldo popular para continuar en la vida pública.

El diputado Luis Redondo sabe perfectamente que su condición en el cargo de presidente del Congreso es ilegal, por la forma arbitraria y violenta en que fue impuesto, desplazando al diputado Jorge Cálix, que fue electo conforme la Constitución y por lo tanto es el verdadero presidente del Congreso. Esto no es injuria ni difamación, es la realidad y la verdad, así lo describió la crónica parlamentaria de la prensa nacional e internacional, y contra eso nada puede alegar el diputado Redondo, porque siendo producto de un hecho completamente irregular, así lo registró la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los EEUU.

En los dos años y meses que lleva presidiendo en forma ilegal la directiva del Congreso, el diputado Redondo lo ha hecho usurpando funciones; pudo haber legalizado su condición, pero el temor le sobrepasó su nivel de inteligencia y prefirió aferrarse a su condición ilegal, porque tuvo miedo que en una nueva elección el diputado Cálix le hubiera repetido la derrota. Esto es más grave que la injuria o la difamación, porque es un acto ilegal que afecta el orden jurídico de Honduras, que pone en entredicho el Estado de Derecho y, por ende, es algo que llena de vergüenza a los hondureños.

En todos estos años que llevamos ejerciendo el periodismo no habíamos visto en Honduras un político que demostrara tanto dominio del vejamen público como el diputado Luis Redondo, una persona que es carente en la dialéctica de las ideas y enemigo del comportamiento ético en la vida parlamentaria, y aunque parezca una paradoja, un individuo con un dominio asombroso de la injuria diabólica en sus sitios de redes sociales donde despotrica incluso contra Xiomara Castro y Mel Zelaya. La injuria diabólica solo crece en el huerto de la maldad, de modo que las personas que le manejan los sitios al diputado Redondo, aunque en un principio fueran decentes y correctas, a estas alturas se han convertido en profesionales de la maldad, guiados por el diputado Luis Redondo.

Al estar ejerciendo la presidencia del Congreso en forma ilegal, siendo el diputado Redondo un usurpador de oficio, se ha convertido en un dictador, lo que le permite autorizar la injuria y la difamación a través de sus sitios en redes sociales a su antojo en contra de todos los que le critican su condición ilegal y usurpadora. Aunque lo que le ha rebalsado el escaso coraje que le queda, es que los medios divulguen las declaraciones de la joven Alejandra Bustillo, con la que hizo vida marital en la que dio como fruto una hija que ha sido abandonada por Redondo, algo que le viene reclamando su expareja.

Ofrecer las declaraciones de la joven Alejandra Bustillo no es ni injuria ni difamación, porque para cometer ambos delitos se requiere falsear los hechos o simplemente acomodarlos en perjuicio de Redondo, los medios solo se han remitido a dar cabida a las denuncias de la expareja de Redondo, lo que lo ha puesto en la picota pública como un individuo deshumanizado y de baja ralea. Entonces, podemos decir que quien se dedica a la práctica de la difamación y la injuria es el diputado Luis Redondo. Los medios de comunicación no hemos hecho más que relatar la verdad de su condición ilegal y usurpadora, por un lado, y dar cabida a las denuncias de su joven expareja, con la que procreó una hija, a la que le niega los derechos elementales de manutención.

Ningún medio de comunicación, ni ningún periodista ha injuriado y difamado al diputado Luis Redondo cuando denunciamos su condición de presidente ilegal y usurpador de la directiva del Congreso, tampoco faltamos a la verdad cuando abrimos nuestros espacios a su joven expareja para que denuncie su falta de voluntad para pagar los gastos de manutención de la hija de ambos. Cualquier amenaza que llegue a proferir el diputado Redondo contra los medios de comunicación es un ataque a la libertad de expresión, lo cual es grave de conformidad con el principio de las Naciones Unidas, que entre los derechos humanos coloca esta libertad como la más sagrada entre todas las libertades del ser humano.

En tal sentido, el diputado Luis Redondo se expone, además de ilegal y usurpador, como un individuo irrespetuoso de los derechos humanos.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy miércoles 13 de marzo de 2024.