32 AÑOS DE CONSOLIDACIÓN DE LA SOBERANÍA

El fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, hace 32 años, delimitando las posesiones de Honduras, Nicaragua y El Salvador en el Golfo de Fonseca, fue el paso histórico que le permitió a Honduras establecer sus derechos en el Golfo y en las aguas profundas del Océano Pacífico. La solución a la controversia de las fronteras marítimas era la última definición fronteriza respecto a nuestros vecinos, con los cuales ya tenemos delimitadas las fronteras terrestres. La Corte se pronunció y mandó que los tres países se pusieran de acuerdo respecto a los límites en el Golfo de Fonseca, dada la complejidad que representan las porciones insulares de cada país en esa gran masa de agua marina que es el Golfo de Fonseca.

El 27 de octubre del 2021, el entonces presidente Juan Orlando Hernández y el mandatario de Nicaragua, Daniel Ortega, suscribieron en Managua el tratado de delimitación entre los dos países, mismo que fue ratificado al día siguiente 28 de octubre del 2021 por la Asamblea Nacional de Nicaragua. En cambio, en Honduras el tratado se ratificó dos años y medio después, una demostración de que el atraso con que marcha nuestro país es por la irresponsabilidad de los políticos con mentalidad cavernaria que asumen la conducción del país. La explicación ridícula del diputado Ramon Barrios de LIBRE, sobre la prolongada tardanza para ratificar el tratado, es de lo más demagógico que caracteriza a este tipo de personas que hacen política engañando a los hondureños.

El tratado fue debidamente analizado por autoridades civiles y militares de nuestro país y de Nicaragua, en el 2021, revisando cada punto del documento hasta que ambas partes estuvieron de acuerdo. La Asamblea Nacional de Nicaragua lo ratificó al día siguiente, en cambio, en Honduras, que era el país al que más urgía ratificar el tratado para hacer valer nuestros derechos de soberanía en el Golfo de Fonseca, fue congelado por la miopía que produce el sectarismo político. El Gobierno de LIBRE se resistía a ratificarlo por ser un logro del presidente JOH, hasta que las circunstancias apremiaron para usarlo como un distractor formidable después de un ridículo diplomático mayúsculo que retrató a Honduras como una República bananera con ínfulas de potencia socialista.

El tratado ya está ratificado, teniendo como base la sentencia de la Corte de La Haya, la cual establece que en la bahía del Golfo de Fonseca, Honduras, Nicaragua y El Salvador tienen derecho a ejercer soberanía en una distancia de tres millas, partiendo del inicio de sus playas a lo largo de sus respectivas líneas costeras. El total de la bahía son aguas compartidas siguiendo la antigua teoría del condominio. Hasta antes del fallo de La Haya, el problema era crucial para Honduras porque los países vecinos sostenían que los derechos de Honduras solo radicaban en las aguas del Golfo de Fonseca, negándole a nuestro país la salida a las aguas internacionales del Pacífico. El más alto tribunal de justicia le otorgó a Honduras el derecho a la salida a través de la bocana, a las aguas internacionales profundas del Pacífico.

La bocana del Golfo mide 36.55 kilómetros desde Punta Amapala en El Salvador hasta Punta Cosigüina en Nicaragua, en ese espacio Honduras tiene derecho a la salida a las aguas profundas del Pacífico, y aunque la pretensión hondureña era de un espacio de 7 millas en la bocana, al final en la negociación del Tratado se obtuvo un espacio de 3.16 millas, por el que nuestro país ejercerá sus derechos en las aguas internacionales del Pacífico, igual que los dos países vecinos. Los derechos de los tres países quedarán consolidados una vez que se proceda a la delimitación, por lo que es importante hacer la misma gestión con el gobierno de El Salvador, algo que no será fácil, conociendo las pretensiones históricas de El Salvador.

Haber dilatado la ratificación del Tratado Hernández-Ortega, fue una irresponsabilidad política que le puede pasar factura al Gobierno de Libertad y Refundación, al haber concedido espacio y tiempo al gobierno salvadoreño para armar una estrategia que le permita negociar otros derechos con Honduras, como el de usar las aguas jurisdiccionales de Conejo, que es un territorio natural de Honduras, pero que El Salvador lo pretende por el factor profundidad de las aguas adyacentes a la pequeña península hondureña de Conejo.

La trascendencia de la delimitación de los derechos de Honduras en el Golfo de Fonseca no debe verse solo desde el interés de los pescadores, que es legítimo e importante, pero más porque nos permite empezar a trabajar en el gran proyecto de convertir a Honduras en la segunda salida del Pacífico al Atlántico, para facilitar el tráfico comercial de los países asiáticos hacia la costa este de EEUU, lo que haría de Honduras una salida alterna al Canal de Panamá que está seriamente afectado por las dificultades que le ocasiona la falta de agua.

La conclusión más factible para hacer posible la salida, es completar el canal interoceánico que solo requiere un tramo final de carretera desde Goascorán a Coyolito de solo 45 kilómetros, más un puente de unos dos kilómetros y medio que unirá a Amapala con tierra firme. El ferrocarril es una quimera política que requiere doce años de construcción y una suma fabulosa de 10 mil millones de dólares que no es una bicoca.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy jueves 21 de marzo de 2024.