DESCALABRO JUDICIAL E INMORALIDAD

Nadie puede negar que el capítulo del juez Marco Vallecillo solo tiene una definición aceptable: descalabro judicial e inmoralidad. El hecho de que un juez de alta responsabilidad sea capturado por cometer un acto delictivo de orden criminal como es la extorsión, es la evidencia de que en Honduras ha dejado de existir la libertad jurídica, que comprende la dimensión social y política que es el pilar que garantiza la libertad de elección y la libertad moral. Cuando deja de existir una de las dos, desaparece la libertad jurídica y en términos generales, se pierde la libertad de elección y la libertad moral.

En las primeras declaraciones del juez Marco Vallecillo, que son las que tienen valor, y que fueron escuchadas por agentes de la ATIC en el momento de la captura, el juez dijo que los tres millones de lempiras eran para el esposo de una alta funcionaria de la CSJ. Acto seguido, conforme se lee en las transcripciones que se publicaron en las redes, el juez Vallecillo al ser sorprendido infraganti recibiendo la suma millonaria, inculpó al fiscal general Johel Zelaya, de ser quién lo había enviado a cumplir semejante tarea. En otra llamada posterior que fue grabada, aunque no se sabe con quién hablaba, el juez Vallecillo amenazó con «enmierdar» a mucha gente si lo abandonaban. Por su vocabulario, por su baja calidad de expresión y por el tipo de tarea que cumplía, se puede colegir qué clase de persona es el juez Marco Vallecillo, y más aún, lamentar como el Poder Judicial se ha degradado a los niveles más bajos, aceptando que los políticos del partido gobernante les impongan a sujetos sin ninguna calidad moral para que asuman la responsabilidad de combatir la corrupción y la criminalidad, siendo individuos que están activos en los círculos criminales. 

La sociedad hondureña nunca había estado tan a merced de la delincuencia y la criminalidad como ahora. Que se dijera en el pasado que el Poder Judicial estaba politizado era una especie de juego, hoy, la cosa ha ido muy lejos, los tribunales han sido puestos en manos de personas de conducta dudosa, por su afinidad familiar, política o amistosa con elementos ligados al crimen organizado. El PLR se gana la medalla de la deshonra por ponerse a la cabeza en el descalabro del Poder Judicial. El juez Vallecillo ha querido retractarse de sus declaraciones iniciales, que son las que tienen valor, quizás por amenazas o porque así se lo aconsejan sus abogados. Porque esta es la otra cosa que hay que lamentar, el ejercicio profesional del derecho en el área penal se ha prostituido y se ha apartado por completo de la ética, y hay abogados que anteponen los tecnicismos legales a la moral y a la ley. 

Hoy escuchábamos a un penalista decir que al juez Vallecillo no se le podrá probar que cometió un delito por asuntos técnicos legales. Para este penalista no significa gran cosa que el juez Vallecillo haya sido capturado infraganti recibiendo el pago de una extorsión, ni que haya amenazado con «enmierdar» a mucha gente si lo abandonaban. Que un juez de alta investidura esté implicado en algo tan delicado no es importante para esta clase de abogados penalistas. Para dicha de la constancia, las declaraciones iniciales del juez Vallecillo están registradas en las redes, desde sus primeras declaraciones hasta el momento en que comenzó a retractarse, como suele hacerlo todo delincuente que se aferra a la ilusión de salvar el pellejo a costa de adulterar sus propios hechos.  

El grueso de la opinión pública hondureña y los medios de comunicación serios que se desviven porque se respete la ley y prevalezca la verdad, han estado siguiendo este capítulo fétido que ensucia todo el accionar del Poder Judicial, cuando el juez que debía velar por la lucha contra la corrupción y la criminalidad amenazó con «enmierdar» a mucha gente. Suponemos que la gente a la que se refirió el juez Vallecillo es aquella que forma parte de alguna organización dentro del Poder Judicial que extorsiona a los implicados en casos delictivos a cambio de garantizarles que no serán alcanzados por el brazo de la ley.

El hecho de que la magistrada presidente de la CSJ, Rebeca Ráquel de Melara, se haya dado por aludida, quizás por el mea culpa que es el resorte de la conciencia que se activa sin querer y que la persona no puede controlar, al sentirse implicada en la declaración inicial del juez Marco Vallecillo, sembró la sospecha y la maldita duda en el pico más alto de la cúspide del Poder Judicial. Desde el ciudadano más humilde de a pie, igual que en el resto de la sociedad, se escucha este lamento hondureño: «a ese juez de los tres millones de lempiras no le harán nada, porque tiene agarrados a los de arriba». Así me lo dijo anoche, Julito, un colaborador de vigilancia de mi casa: «licenciado, yo no creo que a ese juez sinvergüenza le vayan a hacer nada».

Este descrédito del Poder Judicial ha sembrado la incredulidad en el pueblo hondureño. Y con esto ganan los que quieren perpetuarse en el poder sembrando el caos. Por eso nombran jueces como Marco Vallecillo. Y los profesionales del derecho penal sin ética, contribuyen a esta desgracia al anteponer la viveza de que el tecnicismo legal es superior a la moral y al cumplimiento de la ley. Porque gracias al tecnicismo se puede hacer que un delincuente confeso termine burlándose de la ley y quede libre como un angelito.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy martes 20 de agosto de 2024.