Conflictividad social

Por Nery Alexis Gaitán

Lo correcto es que se trabajara por el bienestar común. Todos los esfuerzos de los ciudadanos debiesen tener como prioridad construir un mejor país para todos. Los políticos, especialmente, deben administrar con eficiencia y honradez el erario nacional. Por lo tanto, todos los proyectos sociales necesarios debiesen desarrollarse en tiempo y forma. Asimismo, se debe fortalecer el sistema democrático, fortificar el Estado de Derecho; y, por sobre todas las cosas, se deben respetar las leyes en su totalidad. Así se edificaría un país próspero. Pero en Honduras es una utopía inalcanzable; nuestro país es la radiografía del fracaso, donde abundan los pobres y asedia el hambre por doquier.

En Honduras, la conflictividad social ha llegado a niveles alarmantes. La calidad de la vida se ha deteriorado terriblemente, va en caída libre con la pérdida de valores morales y espirituales. Aquí todo mundo, con pocas excepciones, engaña, roba, es sinvergüenza al por mayor. La condición humana se encuentra en una calamitosa bancarrota.

Por parte del gobierno hay dinero para todo, viáticos al por mayor, así tenemos una pléyade de turistas mundiales con el sello de la refundación. Hay dinero para comprar y alquilar camionetas de lujo y blindadas; hay dinero para contratar docenas de guardaespaldas; hay dinero para contratar al familión, incluyendo a las mascotas de la casa; hay dinero para saquearlo impunemente…

El gobierno tiene dinero para todo, menos para lo importante. No hay dinero para pagarle al personal de enfermería y hay que reprimirlo cuando exigen sus derechos; no hay dinero para comprar medicinas y tener abastecidos los hospitales, que al día de hoy carecen hasta de una pastilla para el dolor; no hay
dinero para reparar escuelas ni colegios, ni para comprar materiales didácticos y, mucho menos, para una merienda escolar digna. No hay dinero para reparar carreteras; no hay dinero para mejorar el agro; no hay dinero para nada vital que mejore la calidad de vida de los pobres, que están pasando a vivir en la
miseria. Lo que sí abundan son las promesas de siempre sin esperanza alguna.

Lo que sí hay cada día son huelgas porque el gobierno no cumple sus compromisos de pago; la delincuencia común y el crimen organizado se han incrementado de forma alarmante; la impunidad se pasea a sus anchas, la justicia es selectiva y obvia todos los actos de corrupción del gobierno actual;
se han cerrado 1200 fuentes de empleo; la canasta básica está carísima, el pueblo tiene hambre…

Lo que sí hay es una campaña electoral plagada de mentiras, odios, descalificaciones y divisiones de la familia hondureña. El discurso oficialista, pobre, repetitivo, sin valor alguno, es rechazado por la hondureñidad. Está ausente de un verdadero plan de gobierno que aborde los graves problemas
que enfrenta el país. Sólo contiene una propuesta política antidemocrática apoyando a Venezuela, Cuba y Nicaragua.

La oposición política democrática es tibia y ha guardado un silencio cómplice ante la galopante corrupción actual. Parece que todos los políticos están cortados por la misma tijera; son lobos de la misma loma.

A los políticos, desafortunadamente, sólo les interesa gozar de las mieles del poder y desde siempre le han dado la espalda a los pobres. Honduras necesita políticos con una gran calidad humana; que sean honrados, generosos y, por sobre todas las cosas, que defiendan los sagrados intereses de las grandes
mayorías que sufren amargamente porque ni siquiera tienen para comer los tres tiempos diarios.

Los hondureños estamos cansados de los conflictivos generados por los políticos mezquinos, y deseamos vivir en paz. Que se fortifique el sistema democrático con una mayor equidad social. Y, especialmente, que los políticos respetan las leyes y la Constitución de la república.

¡Los hondureños merecemos un mejor destino en la vida!