
Honduras ha entrado a una nueva campaña política que concluirá el domingo 30 de noviembre cuando más de 5 millones de hondureños habremos de acudir a las urnas, a elegir a un nuevo gobierno, que anhelamos que sea un gobierno totalmente diferente al actual, que sepa aprovechar todos los instrumentos que ha puesto a nuestro alcance la Constitución de la República, que, contrario a lo que sostiene el líder del PLR, Mel Zelaya, es una carta magna amplia y generosa, solo que no ha sido bien utilizada por los diferentes gobiernos, en cambio, ha sido sumamente vilipendiada por Mel Zelaya, cuya razón de existir pareciera ser la de imponernos a los hondureños una nueva Constitución que satisfaga sus objetivos personales y familiares.
Entran a la contienda tres partidos políticos, en primer lugar, el partido gobernante LIBRE o PLR, sumamente desgastado en cuatro años de gobierno, manchado por una podredumbre de corrupción aterradora y una vinculación inocultable con la peligrosa organización narcotraficante venezolana «Los Soles», liderada por el narco-dictador Nicolás Maduro y una pacotilla de narcogenerales chavistas. En segundo lugar, el Partido Nacional, que carga con una losa pesada de tres periodos de gobierno con serios señalamientos de latrocinio, corrupción y narcotráfico. En tercer lugar, el Partido Liberal, no exento del todo de actos de corrupción cometidos por diputados liberales y lideres señalados en el campo del narcotráfico. Luego hay dos partidos miniatura, como la Democracia Cristiana, con el singular «Chano» Rivera, nacionalista de cepa familiar, con ninguna posibilidad de obtener resultados favorables por la locura tan singularmente impolítica de pretender darle una voltereta a Honduras para convertirnos en Estado asociado de EEUU, algo tan impráctico, como imposible. Y el PINU, un partido bisagra, atrapado por el espíritu oportunista de Doris Gutiérrez, que esta llamado a desaparecer si no es que, cuando menos se espere, aparezca de nuevo colgado como los monos, de alguna rama que le ofrezca uno de los partidos grandes, comenzando por LIBRE, que en su desesperación está tratando de unir todos los cabos sueltos, aun aquellos inservibles como el PINU, del que Doris Gutiérrez es la única que saca provecho para su pecunio particular.
La democracia es un sistema político de control de poder en beneficio de la libertad de los ciudadanos, de allí que, partiendo de este principio, es imprescindible que cualquiera de los candidatos de oposición con posibilidad, sea Salvador Nasralla o sea Tito Asfura, se alce con el triunfo, porque solo uno de ellos garantizará que los hondureños sigamos viviendo en democracia, caso contrario, un triunfo de Rixi Moncada condenará a Honduras de por vida a vivir en el monstruoso comunismo, que disfrazado con el ropaje socialista se presenta como un modelo democrático, aunque en la práctica sea el más antidemocrático y oprobioso sistema de vida.
¿Por qué lo recomendable es votar por uno de los dos candidatos democráticos? Porque, cualquiera, sea Salvador Nasralla o Tito Asfura, son políticos que admiran y defienden la Constitución, porque ambos saben que en nuestra Constitución vigente están las normas que resaltan el importantísimo papel que desempeña el pueblo hondureño en el sistema democrático organizado por la carta magna, como la que establece que la soberanía nacional reside en el pueblo hondureño. Pero no en ese pueblo del que hablan los líderes de LIBRE, que al hablar de «pueblo» se refieren únicamente a las personas radicales que integran ese partido, en cambio, el gran pueblo hondureño es tratado con desprecio y menosprecio por el Partido LIBRE y su gobierno.
Y si no, vean ustedes cómo trata el Gobierno de Xiomara a las enfermeras, a los médicos, a los empresarios que producen la riqueza, cómo ha abandonado los hospitales, dejándolos sin medicinas en perjuicio de nuestra gente de escasos recursos que es el verdadero pueblo, cómo ha encarecido el costo de vida, en cambio, permite el saqueo de los dineros públicos en manos de diputados desvergonzados, como la diputada Isis Cuellar, cómo el Ministerio Público ha sido orquestado para proteger la corrupción de los funcionarios del PLR y cómo la justicia baila solo al ritmo del son que le toca el gobierno.
Para nuestra Constitución, quizás no la mejor del mundo, pero no la peor como dijo el célebremente triste expresidente tico Oscar Arias, la palabra pueblo no tiene un contenido estático, rígido y radical como lo pretende Mel Zelaya y el PLR, sino que se refiere a una realidad dinámica y cambiante, conforme lo requiere el bienestar de nuestra población. En cambio, LIBRE, como todos los partidos comunistas, quiere un pueblo empobrecido, porque dicen que son los pobres, los que quieren todo regalado, los que votan por su tipo de gobierno. Y regalan dinero a la gente pobre, para comprometerles el voto, aunque después le dan la espalda como lo han estado haciendo estos cuatro años.
Al entrar a la recta final de la campaña, tenemos que reconocer que no hemos conseguido que al frente de los partidos democráticos estén los mejores hondureños, no desaparecieron los politicos endiosados, pero no menos cierto es que tanto Nasralla como Asfura son demócratas y con ellos Honduras garantiza la alternancia en el ejercicio del poder, que se perdería en Honduras de ganar la radical Rixi Moncada de LIBRE, cuyo triunfo nos hundiría en una dictadura oprobiosamente asociada al «Cartel de los Soles» de Venezuela.
Conclusión: esta es la realidad de la nueva campaña electoral, dependerá que los 5 millones de hondureños aptos y habilitados para votar, usen su mejor discernimiento, votando por uno de los candidatos democráticos. En lo particular, no me canso de repetir que los hondureños debemos votar por un solo candidato, que es aquel que no tenga ninguna mancha de corrupción comprobada, ni tenga ninguna vinculación personal o en su entorno con el narcotráfico. Porque los hondureños estamos hartos de la corrupción y del narcotráfico que tanto daño le han hecho a Honduras.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy martes 2 de septiembre de 2025.