
Cuando el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el mundo estaba debatiéndose en la Guerra Fría. En esa hermosa declaración nacieron las garantías individuales de las personas, derechos que nadie puede pisotear, excepto por los gobiernos dictatoriales o tiránicos. La tolerancia se aceptó como el hábito de respetar las opiniones, lo cual no depende de creer o no creer sino de respetar la fe de los demás. Cuando un gobierno pretende aferrarse al poder, y cae en el error gravísimo de profanar las garantías individuales que están contempladas en nuestra Constitución, los ciudadanos estamos obligados a salir en defensa de estas garantías individuales, porque son derechos sagrados.
El Gobierno del PLR en su desesperación por cumplir su malsano propósito de perpetuarse en el poder, está cayendo en su propia celada, se está dejando llevar por el arrebato, actuando como lo hacen las fieras heridas y acorraladas. Está lanzando tarascadas frente al acecho nacional e internacional, que, aunque no se quiera creer, se han unido con el ánimo de no permitir que en nuestro país se pierda el sistema de convivencia democrática. El Gobierno del PLR está cayendo en el ámbito de la intolerancia, algo que lo puede llevar a enfrentar consecuencias que conducen al abismo a cualquier autoridad que cree que puede pasar por encima del Derecho y la verdad, haciendo del abuso un ritual.
El ataque irracional que hiciera Roosevelt Hernández contra del empresario y editor, don Jorge Canahuati, miembro sobresaliente de la SIP y editor de los importantes periódicos La Prensa y El Heraldo, es la expresión arrogante del tirano principiante, porque la tiranía es como el hambre, que si no le responde con alimentos termina por enfermarnos hasta acabar con la vida de la persona. La respuesta contundente del empresario Jorge Canahuati puso en su sitio al chafallón de marras, de manera que una vez más, la víbora tuvo que guardarse su veneno.
El asunto es que, no solo es una, sino un hervidero de ofidios, que están inventando como atacar por varios lados, porque alguien les ha mal aconsejado que la mejor defensa es el ataque, y ese precepto que es aplicable a los integrantes de nuestra Selección Nacional, la desdichada «H», para el Gobierno resulta ser un arma de doble filo. Hoy, los periodistas estamos informados que no solo contra los magistrados del TJE se están disparando obuses con el objetivo de retirarlos; en varias instancias del gobierno se está montando la carabina contra destacados miembros de los medios de comunicación que hemos asumido el papel de voceros de la sociedad frente a los desmanes del gobierno.
En lo personal he sido informado por una fuente que me merece todo el crédito, que en uno de los organismos contralores del Gobierno se está armando un esquema de ataque contra mi persona, ordenado por el Gobierno, con el propósito de desacreditar mi reputación profesional como director de medio. No tengo nada que ocultar y, por lo tanto, nada que temer. Cualquier infundio oficial en mi contra, que se llegara a transmitir por los voceros del gobierno, que de sobra son conocidos por su apego a la falsedad y la mentira, estoy dispuesto a rebatirlo con las armas más mortíferas que son la ley y la verdad. Y, además, estoy dispuesto a acudir a las instancias internacionales que en este momento tienen clavada su mirada en el Gobierno del PLR, sabiendo que en la actualidad nuestros órganos de justicia están domeñados por el partido gobernante.
Agrego que, frente a cualquier ataque del Gobierno de la Presidente Xiomara Castro, con el propósito de desprestigiarme, estoy dispuesto a responder demandando al gobierno, exigiendo una indemnización suficiente que me pueda resarcir la gran cantidad de dinero que he pagado en impuestos, que me duele estén siendo malversados por funcionarios inmorales como el usurpador presidente del Congreso, Luis Redondo y la activista de baja estofa, la diputada Isis Cuéllar, y otros que me resultan innombrables por inmorales.
No hay más remedio que responder a cualquier ataque de las fieras y las víboras con la mayor firmeza ciudadana. Los derechos humanos, que son mis derechos, no los puedo conceder ni permitir que me sean pisoteados. Seguro estoy que me sobraran abogados, posiblemente los mejores, que son mis amigos y comparten mis principios, que me ofrecerán su experiencia y su sabiduría para enfrentarme a las fieras y a las víboras del gobierno, y proceder por la reconvención, a demandar al gobierno si cayera en el plano de vituperador oficioso. Contra el detractor, la contraofensiva es un imperativo categórico, aunque no una venganza litigiosa.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 14 de noviembre de 2025.
