
Cuando los funcionarios y personajes importantes de la cima del engranaje del Estado le mienten a la población, pierden todo tipo de autoridad cuando quieren recuperar la confianza perdida. Este es el caso de Roosevelt Hernández, al pedirnos a los hondureños que mantengamos la confianza en las Fuerzas Armadas como garantes de las Elecciones del 30 de noviembre. Es imposible confiar en la actual cúpula militar, habiendo dado muestras de entreguismo al gobierno de Xiomara Castro y al coordinador del PLR, Manuel Zelaya. Hay razones fundadas para no creer en la petición de Roosevelt Hernández, porque en los hechos del pasado 9 de marzo durante la celebración de las Elecciones Primarias, los altos jefes militares tuvieron un protagonismo descarado en el ocultamiento de las urnas, para retrasar su llegada a los centros electorales.
El acto de insubordinación institucional de Roosevelt Hernández, desconociendo que por mandato de la Constitución debía acatar las instrucciones de la entonces presidente del CNE, Cossette López, evidenció su falta de profesionalismo militar, porque Roosevelt sabía que las FFAA, al estar supeditadas al CNE durante el período electoral por disposición constitucional, lo obligaba a acatar las instrucciones emanadas de la presidente del CNE, Cossette López. Incomprensiblemente, Roosevelt Hernández, en forma altanera e indisciplinada se negó a acatar instrucciones de la presidente del CNE. Ese detalle de insubordinación vulgar explicó la cadena de actos posteriores que culminaron el día de la elección, con un alto mando militar en franca complicidad con el PLR para echar a perder las Elecciones Primarias.
De manera personal puedo manifestarle al pueblo hondureño, que el día de las elecciones, después de esperar las urnas hasta las 8:30 de la noche en mi centro de votación de la Escuela de Medicina, al subir hacia la tercera planta, me encontré en las gradas al oficial que comandaba el pelotón militar que había instalado las urnas donde debíamos votar. Puedo asegurar que más que apenado, avergonzado, aquel oficial dirigiéndose a mí, por mi nombre, nos dijo a los electores que subíamos presurosos a ejercer el sufragio: «licenciado Wong Arévalo, este relajo no es culpa de nuestro nivel». Por la prisa que llevábamos para formar la fila de votantes, no le prestamos la atención debida a la explicación del oficial. Por lo que horas después, reflexionamos que el oficial se fue con la impresión de que su explicación no nos importaba a los electores, porque ya teníamos una mala impresión de los militares.
Sin embargo, después de las horas transcurridas en que los electores completamente enardecidos por el atropello de que fuimos víctimas, presas del coraje que nos invadió por el abuso cometido por el alto mando militar, pensamos que aquel oficial y sus soldados no tenían la culpa de lo ocurrido y que todo obedecía al interés de la cúpula militar encabezada por Roosevelt Hernández por sabotear y boicotear el proceso electoral primario. Aquella infeliz mala jugada del alto militar, la pudimos vencer los electores, que nos mantuvimos en nuestro respectivo centro de votación hasta que llegara nuestra respectiva urna para ejercer nuestro derecho. Porque eso fue lo que pasó aquel domingo 9 de marzo: fuimos los electores, aferrados a nuestro centro electoral en una verdadera manifestación de resistencia cívica, los que derrotamos a Roosevelt Hernández y su camarilla militar al servicio del Partido LIBRE.
Hoy, no podemos concederle una pizca de confianza a Roosevelt Hernández, su petición para que los hondureños confiemos en las FFAA como garantes del proceso electoral suena tan falsa de toda falsedad. Algunas personas que conocen a este militar hablan de su inteligencia y pueda que tengan razón, pero la inteligencia se presenta muchas veces en ciertas personas desde la perspectiva de la maldad. Un alto oficial que no atiende la obligación constitucional de cumplirle a la Patria, es seguro que por alguna circunstancia ha sufrido una deformación emocional que lo hace actuar del lado del mal. Roosevelt Hernández estuvo del lado de la maldad aquel 9 de marzo, apoyando el boicot a las Elecciones Primarias, algo que podemos testimoniar miles de hondureños que nos rebelamos y decidimos no movernos de nuestro puesto electoral hasta que llegaran las urnas.
Por esta incuestionable razón, señor Roosevelt Hernández, los hondureños no podemos confiar en las FFAA como garantes de las elecciones, no, mientras usted y su camarilla militar comprometida con el PLR LIBRE, sigan al frente de la entidad castrense. Usted y sus compañeros, Roosevelt Hernández, son culpables de que los hondureños le hayamos perdido la confianza a las FFAA.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy martes 23 de septiembre de 2025.