
¿De quién fue la culpa de que el gobierno de EEUU tomara la fatal decisión de no renovar la extensión del permiso de residencia temporal, en el que se amparaban más de 50 mil hondureños, favorecidos por EEUU a consecuencia del inclemente huracán Mitch, que en 1998 destruyó la mayor parte del espinazo productivo y el sistema estructural de vías de comunicación de nuestro país? El TPS tenía el tiempo contado, por la naturaleza de su creación, pero cada vez que se aproximaba la fecha de su extinción, la conmiseración se apoderaba de las autoridades estadounidenses y estas procedían una y otra vez a la renovación del estatus provisional. Así pasaron más de dos décadas, tiempo que aprovecharon los compatriotas para estudiar y trabajar, mientras intentaban documentarse para obtener la residencia permanente, algunos lo lograron, pero la mayoría se quedó a medio camino, hasta que llegó Trump, y también el Gobierno de Xiomara Castro, y entre ambos destruyeron la esperanza de más de 50 mil hondureños, que a partir de hoy quedan en condición de ilegales, obligados a salir de EEUU, so pena de ser encarcelados y deportados como delincuentes.
Los compatriotas beneficiados por el TPS pudieron correr mejor suerte, pero el Gobierno de Xiomara Castro escogió el peor bando como aliado, al entrar en un enfrentamiento de corte ideológico con EEUU desde su primer día de gobierno. Xiomara Castro fue infranqueable con EEUU, obnubilada por su pensamiento ideológico adoptó una posición desdeñosa con el gobierno del presidente Biden, a quien despreció rechazando una invitación para asistir a la cumbre de países latinoamericanos, donde nuestro país perdió apoyos por el orden de los 20 mil millones de dólares, entre fondos no reembolsables y prestamos que hubieran contribuido con el desarrollo de Honduras.
A partir de ese momento, el Gobierno de Xiomara Castro decidió marcar distancia de EEUU, rechazando los apoyos que hiciera el gobierno de Biden, a través de varias comisiones enviadas a nuestra capital. Todas las misiones estadounidenses fueron bien recibidas en Casa de Gobierno, pero se regresaron con las caras destempladas porque la Presidente Xiomara Castro no mostró ningún interés por contar con el apoyo de EEUU. La última misión la encabezó el zar de la energía del gobierno de EEUU, ingeniero José Fernández, quien trajo la solución integral al problema de la ENEE, que hubiera resuelto en su totalidad la agobiante crisis de energía eléctrica que ha empeorado en el Gobierno de Xiomara Castro. El rechazo de Xiomara Castro a la solución que nos trajo José Fernández, podría ser considerado como un delito de traición a la Patria, un delito «lucro cesante», porque la Presidente Xiomara Castro despreció la solución al más grave problema que enfrenta Honduras desde el 2006, cuando la ENEE bajo la gerencia temporal de Rixi Moncada empezó a hundirse en el peligroso tobogán de perdidas en que continua.
Se presume que el desmarcaje que adoptó Xiomara Castro frente a EEUU, fue por la razón de no deberle un favor a EEUU, lejos de eso, mediante un inconcebible proceso de confrontación, la Presidente Xiomara Castro plantó una cara inamistosa a EEUU, llegando a amenazar con suspender la base militar de Palmerola si EEUU se atrevía a deportar hondureños. Dos situaciones diametralmente distintas; la base de Palmerola está amparada en tratados internacionales interamericanos de defensa regional, mientras que la residencia de hondureños en EEUU está regida por condiciones legales migratorias de carácter unilateral, que están expensas a la voluntad de los gobernantes de EEUU.
El TPS estuvo en esta última situación, siempre sujeto a un hilo débil que era la relación amistosa de Honduras con EEUU. Ese hilo lo rompió la Presidente Xiomara Castro, cuando prefirió declararse no amiga de EEUU. El mandatario salvadoreño Nayib Bukele hizo todo lo contrario, reanudo su amistad cercana con EEUU y hasta se dio el lujo de ser anfitrión del secretario de Estado, Marco Rubio, a quien tuvo como huésped de honor en su mansión del hermoso lago salvadoreño, donde se comprometió a cooperar con la política de deportación del gobierno de Trump, a expensas del enorme riesgo social de encarcelar a pandilleros internacionales en su cárcel de máxima seguridad, algo que le valió la pena, porque EEUU no toco a ningún salvadoreño con las deportaciones.
Esta fue la enorme diferencia, mientras Bukele reconectó su amistad con el gobierno de Trump, Xiomara Castro y Mel Zelaya profundizaron su distanciamiento con EEUU y de paso se lanzaron a los brazos del gobierno del Cartel de los Soles que presiden Nicolas Maduro, «Demoniodado» Cabello y Vladimir Padrino López, consagrando de esta manera su amistad con el cartel que se ha convertido en objetivo de guerra para EEUU. De allí en adelante la suerte quedo echada para los hondureños en EEUU, y rematada para los tepesianos que pudieron haber llegado a consolidar su estatus de residencia si el Gobierno de Xiomara Castro hubiera actuado en función de los hondureños en EEUU.
Entonces no hay que buscar respuestas mentirosas cuando nuestra gente perjudicada se pregunta: ¿de quién fue la culpa de que EEUU cancelara el TPS? ¿Por qué EEUU esta vez fue implacable con nuestros 55 mil compatriotas, que a esta hora estarán empacando sus pocas cosas para retornar a un país donde todo es incertidumbre? Es obvio que además de los 55 mil hondureños que están dolidos con el Gobierno de Xiomara, puede haber otros 155 mil hondureños que están con todas las ganas que llegue el 30 de noviembre para cobrarse el hecho de haber sido condenados a la deportación por la perdición ideológica del Gobierno de LIBRE. Porque saben perfectamente de quién fue la culpa.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 8 de septiembre de 2025.