
Por Nery Alexis Gaitán
Es urgente que, de una forma consciente, empecemos a crear y fomentar valores morales y espirituales en nuestras vidas. Esta urgencia es producto de los antivalores que han invadido a las familias hondureñas. Ahora, por doquier, sufrimos la falta de valores, vemos familias desintegradas, hijos abandonados, padres ausentes que no se interesan en educar a sus hijos en valores y buenas costumbres; vemos delincuencia por todos lados, personas deshonestas delinquiendo sin recato alguno; se ha perdido el valor de la vida, ahora se mata por una mala mirada, por un celular…
Estamos frente a la ruina de los sagrados valores que dignifican la vida. La deshonestidad reina en esta sociedad que está alejada de la verdad, la bondad y de todos los altos valores morales y espirituales. Robar, mentir, hacer daño, matar, es el menú diario en esta jungla de perversidad que hemos creado los hondureños.
Urge hacer un alto en esta desenfrenada carrera de maldad que ha hecho sucumbir la nobleza y el amor. Y tiene al país sumido en una ola de violencia que cada día causa dolor y amargura, sobre todo a los pobres. Urge un cambio de conducta orientada hacia el cultivo del bien, de lo contrario todo está perdido.
Pero ese cambio de rumbo hacia el bien debe ser una decisión consciente para alejarse de todo mal. De esa forma se decide crear y fomentar valores mediante un arduo trabajo sobre sí mismos. Y es que los valores no nos lo regalan ni nos caen del cielo, son producto de un arduo trabajo consciente para modificar nuestras vidas. Recordemos que solo mediante la aplicación de los valores es que podemos vivir la más excelsa calidad de vida.
Uno decide cambiar conscientemente y dirigirse hacia el horizonte del bien y del amor en todas sus formas, mediante el correcto pensar, el correcto sentir y el correcto actuar. Ya que es posible actuar correctamente, aplicando valores, en toda circunstancia de la vida.
Este proceso de cambio interior es posible si empezamos a aplicar las técnicas que ya la religión y la psicología nos enseñan. Hay que ser vigilantes de sí mismos. Esto implica que para iniciar el cambio conductual hay que andar observando, no solo hacia afuera, sino también nuestros procesos psicológicos.
Se debe aplicar la alerta novedad, no perder la capacidad de asombro en el instante presente. Asimismo, andar en alerta percepción, darnos cuenta de toda la información que estamos recibiendo por medio de los cinco sentidos. Así, dirigimos nuestra atención hacia lo que estamos pensando, lo que estamos sintiendo y lo que estamos haciendo. De esa forma nos daremos exacta cuenta de lo que estamos haciendo y la razón de ello.
Al estar verdaderamente conscientes de nuestros actos, los podemos modificar para bien. Al autoobservarnos psicológicamente nos daremos cuenta de los defectos de carácter que se nos manifiestan, que no son más que los pecados que señala la Biblia: lujuria, ira, codicia, envidia, orgullo, pereza y gula. Y que al percibirlos los podemos ir eliminando de nuestra psiquis.
Si en verdad deseamos cambiar, debemos ir eliminado todos los defectos que se nos manifiestan en el instante presente. Para erradicarlos de nuestra alma debemos apelar a nuestra fuerza de voluntad, ya que deseamos ser mejores personas, y luego pedirle a Dios que por misericordia nos elimine el defecto que se está manifestando sin importar el que sea. Dios, en su infinita bondad, nos ayudará a ir limpiando nuestra psiquis y nuestra alma de todos los defectos que nos gobiernan; y, de esta manera, modificaremos radicalmente nuestro actuar ante las circunstancias de la vida.
El trabajo sobre sí mismos es la manera de ir creando valores y tener un impacto positivo en nuestras vidas. De esa forma siempre haremos el bien y lo correcto. Se volverá a la unificación de las familias, a actuar correctamente, a respetar a los demás y a construir un mejor país para todos.
¡Edificar valores es el camino para tener la mejor calidad de vida posible!
