Si algo han demostrado los liberales a lo largo de la historia es que cuando entran a la arena política no se corren ni se azoran. Por eso, nos ha extrañado que Darío Banegas, apenas unos pocos días después de haber pronunciado un discurso, en el que aceptó el reto por el movimiento PUL, de la manera más informal tiraba la toalla, con una breve excusa que no es propia de un líder político que, cuando asume una responsabilidad importante en un partido, es porque ha hecho las consultas debidas para entrar al ruedo político. He conversado bastante con Darío Banegas sobre su participación en el Partido Liberal, y fui uno de los primeros en entusiasmarlo para que construyera un perfil presidencial.
En las elecciones anteriores, Banegas presumía un optimismo inmoderado, le advertí que lo más seguro es que perdería, pero le aconsejé que no se perdiera del escenario político porque para el 2025 el PL estaría en condiciones para liderar un proyecto político donde él estaría preparado con perfil presidencial. Propio de la inexperiencia, terminadas las elecciones internas del 2021 donde sucedió lo previsto, Banegas no ganó y de inmediato se esfumó del escenario político, reapareciendo este año, casi tres años después. Al anunciar hace unos días que volvía a la palestra liberal, presumiendo con su estilo inquietante de decir las cosas, que, con su reingreso, el PL renacía, le hice una pregunta en tono de broma: ¿dónde estaba ese gallo que rescataría al PL? Y sin una pizca de humildad, con una actitud afirmativa me respondió que el gallo era él. Pocos días después, anunciaba en un mensaje brevísimo que por razones personales no podía asumir el reto de buscar la candidatura del PL.
No se sabe en verdad por qué Darío Banegas perdió el coraje que pocas semanas antes había mostrado en una conferencia pronunciada en la sede del CCEPL, ante un nutrido grupo de liberales. Es probable que Banegas se dejó guiar por el entusiasmo, sin tener en la cabeza todos los datos que se requieren para asumir un reto tan difícil como es una candidatura presidencial. Un desafío de ese tamaño exige que el aspirante debe contar con un programa electoral, debe saber que tendrá el suficiente respaldo para enfrentar las grandes cuestiones de una campaña que sin recursos resulta una empresa imposible de llevar a cabo.
Hay que entender el retiro de Darío Banegas, hay que beneficiarlo con la comprensión, porque con ese paso en retroceso el principal perjudicado es el, que hay que reconocer, Banegas siempre ha sido como creo que lo será siempre, un abanderado defensor del Partido Liberal, y ha hecho lo que debe hacer una persona que no está preparada para afrontar todos los retos que implica convertirse en la máxima figura de un partido histórico con tanta tradición como es el PL, que en medio de las adversidades está recibiendo el reconocimiento de numerosos sectores del país para encabezar un proyecto político de coalición que atraiga a la mayoría del pueblo hondureño para preservar la democracia en nuestro país.
Quien no tiene el coraje de reconocer sus debilidades para optar a la candidatura presidencial de un gran partido, y se lanza sabiendo que lo único que tiene seguro es el fracaso, de antemano se sabe que esa persona lo único que busca es figurar para lograr sus propios menesteres económicos a costa de la humillación que haga pasar a quienes se embarquen en su aventura y la destrucción del Partido Liberal que ha sido víctima de grandes traiciones por individuos inescrupulosos, que se han lucrado de las posiciones que lograron, usando de trampolín al Partido Liberal.
Creo que Darío Banegas se dio cuenta a tiempo que no tiene la musculatura necesaria para soportar el peso de la responsabilidad que significa ser candidato presidencial, y que dentro de sus posibilidades todavía le viene inmensamente grande el traje de candidato del PL. Pero hizo lo mejor que pudo haber hecho, tiró la toalla porque sabe que, aunque se considera un gallo, todavía es un gallito que no da la talla para optar a la candidatura presidencial.
Le quedan al PL algunas buenas opciones, me atrevo a decir que Marlon Lara es la mejor opción de los liberales por su enorme trayectoria en el campo municipal, y su admirable papel desde la oposición parlamentaria. Es un político serio, de plenas convicciones democráticas, sin que la euforia populista lo haya contaminado, con una participación muy alta en el Congreso, rotundo defensor de la Constitución y uno de los críticos férreos de los abusos y desmanes cometidos por LIBRE en el Congreso Nacional.
El PL está en vías de recuperarse como un partido de masas. La necesidad de defender la democracia hace que una inmensa mayoría de los hondureños voltee la mirada al PL, aunque en el 2025 los hondureños no votarán por alguien, sino contra alguien. Solo que para sacar a ese alguien, se requiere de alguien que demuestre tener capacidad para impedir que repita el peor gobierno de nuestra historia.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy jueves 13 de junio de 2024.