TEGUCIGALPA ASFIXIADA

Tegucigalpa es la ciudad cosmopolita de Honduras, aquí convergemos los hondureños de todas las demás ciudades, atraídos por el brillo histórico de que, siendo la capital, aquí está lo mejor del país, cosa que está lejos de ser cierto. Pero, Tegucigalpa tiene sus fueros, inventados o compuestos, pero los tiene. Una de las características que experimentamos los que vinimos de la costa norte y de la zona sur, era el clima agradable de la capital a todas horas del día, pero que hoy ha cambiado de una manera drástica, de manera que el calor sofocante que hoy abochorna a los capitalinos es el mismo clima cálido del Valle de Sula y el que prevalece en Choluteca y Nacaome.

En las últimas semanas, el clima de la capital ha ido de mal en peor, nunca habíamos experimentado temperaturas de 28 grados en la mañana y 34 grados al mediodía, eso era impensable en los años sesenta cuando llegamos a una Tegucigalpa que requería cobijas colchas en cualquier mes del año. Y chumpas para abrigarnos en la noche, cuando salíamos de clases de la Universidad. Los costeños padecimos el cambio de venir de un clima caluroso a un clima fresco. Mi primera habitación en una casa en la Calle la Fuente la sentí como estar en un refrigerador y más tarde, y luego vivir en un edificio de apartamentos en la subida al Picacho, fue como una pesadilla en el Polo Norte, porque ni con dos colchas soporte aquel frío del año 67. 

Hoy Tegucigalpa es un horno, agravada por una espesa capa de humo que ha inundado la capital por las últimas dos semanas, los que vivimos aquí hemos estado respirando aire mezclado con residuos de ocote quemado, terriblemente dañino para las vías respiratorias. Casi dos millones de personas hemos estado viviendo las últimas dos semanas, de manera literal, asfixiados por ese denso humo que prevalece inamovible, mientras no haya suficiente lluvia y una buena tormenta con vientos que se apiade de nosotros para llevarse la terrible humareda. 

Pero no solo es el humo el que nos asfixia, que, si bien ya provoca una histeria ecologista, también es esa estirpe de políticos populistas dedicados con su actividad a entorpecer todo aquello que produce riqueza, obstinados en poner más impuestos, algunos hasta exaltados como vemos al diputado Hugo Noé Pino, por la mal llamada «Ley de Justicia Tributaria», que no es más que un torpedo contra todo aquello que se mueva y produzca riqueza. Esta «Ley de Justicia Tributaria» es una trama tan toxica o quizás más que la humareda que nos tiene asfixiados.

Y todo esto, tanto la humareda producida por los incendios forestales, como la amenaza de los políticos populistas, se cocina al calor de este clima de panadería que tiene Tegucigalpa, donde los representantes de los partidos instalados en el Congreso Nacional, que ha sido convertido en una especie de suburbio de postín, especialmente los del partido gobernante, se dan la gran vida con los bonos que se inventa Luis Redondo en cada fecha del calendario cívico.

Mientras tanto, los hondureñitos que procedemos de las diferentes regiones periféricas, que no estamos abrumados por ningún tipo de poder, somos los que trabajamos de sol a sol, sudando para pagar impuestos con los que se dan la gran vida los políticos. Entre el calor sofocante de la temporada y la rabia de saber que nuestros impuestos sirven para que los que están en el poder se den la gran vida, mal dirigiendo los destinos de la pobre Honduras, lo último que nos faltaba era este clima tan molesto y dañino, que, entre calor y humo, nos mantiene en estado de asfixia.

Así que los capitalinos estamos atrapados en medio de una barbarie toxica, entre el humo intenso que nos obliga a estar encerrados sin abrir puertas ni ventanas, y los políticos populistas que nos gobiernan, que han legitimado la violación a la Constitución y demás leyes, que nos asaltan el bolsillo a los contribuyentes cada vez que a Redondo se le va la mano repartiendo el dinero entre sus diputados amigos.

La vieja Tegucigalpa con cara de aldea, a la que llegamos a finales de los años 60, cuando los políticos todavía eran mansas palomas que apenas picoteaban el presupuesto, y aun no experimentaba este clima tan exasperante que hoy casi nos fríe, todavía sigue siendo una ciudad cosmopolita con hondureños que proceden de los cuatro puntos cardinales, nada más que agobiada por este clima tóxico que nunca se había sentido. Si hubiera que hacer una nueva definición de Tegucigalpa, la más apropiada es que hoy es una especie de antesala del infierno.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 6 de mayo de 2024.