En «El 18 Brumario de Luis Bonaparte», Karl Marx recordaba la opinión de Hegel, según la cual los grandes hechos de la historia aparecen dos veces, una vez como tragedia y otra vez como farsa. A los hondureños, que apenas somos una pequeña isla en la historia de la humanidad, nos han caído ambas desgracias en un solo personaje. Luis Redondo es ese personaje, que es tragedia y farsa a la vez, porque, al pretender ser un lobo feroz de la política, no pasa de ser una caperucita que con sus gritos no logra intimidar a la oposición en el Congreso Nacional.
La noche del jueves quiso burlarse de la oposición en el parlamento hondureño, convocó a sesión extraordinaria a nombre de la pseudo Comisión Permanente, creyendo que le sería fácil engañar a la mayoría, poniendo como cebo varias amnistías, pensando que los diputados opositores caerían en la celada como mansos corderitos. Redondo pensó que sí ponía el gancho de las amnistías, tanto liberales, nacionalistas como del PSH no se quedarían por fuera de la torta demagógica de las amnistías, porque eso significaría perder votos. Y puede que si lo sea, pero los diputados de la oposición prefirieron correr ese riesgo y no dejarse arrastrar por el engaño de reconocer por esa vía a la pseudo Comisión Permanente que continúa flotando en el limbo de la ilegalidad.
En muchos de los diputados de la oposición hay una larga carrera política, y muy curtidos en materia legal y estrategia política, entendieron que Redondo se había disfrazado de Caperucita enfundado en la espesa barba negra, que de leguas lo delata como el lobo feroz, con hambre de engullir más poder, porque ya se siente el mandamás en Honduras, por encima de la familia gobernante. Usó las amnistías tributarias como cebo engañabobos, para que los diputados corrieran a votar por la aprobación o desaprobación, lo cual hubiera conllevado a la legitimación de la pseudo Comisión Permanente. Pero «neles pasteles», la oposición parlamentaria ocupó sus curules, en una abstención silenciosa que equivale a una abstención tácita, porque en materia electoral, sea cual sea, la abstención también se manifiesta por medio del silencio.
El no decir y no expresar nada no significa ausencia como lo entendió el usurpador Luis Redondo. En cualquier acto de consulta, el silencio es la abstención más contundente, porque hay un mundo de diferencia entre ausencia y abstención. Tampoco hay abuso de poder en el silencio, como infantilmente lo interpretó Redondo, todo lo contrario, el abuso de poder lo manifestó Redondo al querer forzar de todas maneras la participación de los diputados de oposición. En toda asamblea nadie puede forzar a los miembros a que se expresen o que voten por determinada situación. Redondo parecía anoche una especie de toro desafiado, cuando el animal siente odio por el trapo rojo, cuando no le resulta fácil alcanzarlo.
Arremetió fuera de control con un desbordante tono amenazador, y entre más rabioso se mostraba con los diputados de oposición, estos lucían tranquilos y serenos, recordándole a Redondo que todo lo que hacía era ilegal, como efectivamente lo es. A Redondo hay que reconocerle su capacidad para mentir, definitivamente Redondo tiene bula para la mentira, quizás por ese arte es que se ganó a Salvador Nasralla, quien lo sacó del pequeño oficio de «bombonero» de la Selección Nacional para llevarlo a la política, donde ahora es muy parecido al famoso peje que se infla mostrando lo mejor de su humanidad que es su protuberante barriga.
No pasaron las votaciones que Redondo creía tener aseguradas con 17 votos de diputados liberales, de los cuales solo cuatro han decidido desgranarse de la mazorca liberal para sumarse a LIBRE, quedando en la desdicha de estar marcados para toda su vida. LIBRE no pudo llegar nunca a los 65 diputados para lograr la mayoría mínima, que se requería para aprobar las presuntas amnistías, que pueden ser aprobadas si la convocatoria al pleno del Congreso la hace Redondo, a nombre de la directiva ilegal del Congreso y no como presidente de la pseudo Comisión Permanente, que es un fraude nacido del parto de la ilegalidad, por lo que todo lo que ha hecho y pretenda hacer, es ilegal.
El diputado ilegal Luis Redondo está lejos de alcanzar el consenso que se requiere en el pleno, pero sigue obstinado, creyéndose un portento para el engaño, pero por sus escasos conocimientos en materia jurídica nunca podrá engañar a los diputados de oposición y aunque se disfrace de lobo feroz, su cara de caperucita roja lo retrata de pies a cabeza como un mentiroso de oficio. Porque nadie miente más a la opinión pública y al mismo gobierno que el diputado Luis Redondo.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 15 de diciembre de 2023.