POR QUÉ HA FRACASADO HONDURAS

Partiendo de la obra «Por qué fracasan los países» de los profesores Daron Acemoglu y James Robinson, nuestro país es uno de los ejemplos de fracaso por el deterioro de las instituciones, algo que los hondureños estamos comprobando conforme se desarrolla el juicio contra el expresidente JOH en la Corte del Distrito Sur de Nueva York. Por el mal funcionamiento de nuestras instituciones es que la democracia lleva la crisis por dentro, debido a que el sistema de gobierno se ha adaptado a las circunstancias que surgen por el control partidario de la Corte Suprema de Justicia, del Ministerio Publico, la PGR, el TSC y demas. Otra cosa es el Poder Legislativo, que es el órgano del Estado donde si no hay un control mayoritario de un partido, el Congreso Nacional puede ser el equilibrante que puede evitar daños mayores a la democracia y al país en general. 

En este momento, aun y cuando hay una oposición mayoritaria en el parlamento hondureño, mediante un infame artilugio el actual Presidente del Congreso, que continúa en condición ilegal y usurpador, impuso en forma arbitraria una pseudo Comisión Permanente para elegir en forma interina a los dos fiscales principales del Ministerio Público, lo que solo corresponde al pleno del Congreso a través de la mayoría calificada formada por 86 diputados propietarios.

Un político que no intente manipular las instituciones no sería de este mundo, ni siquiera humano, y si no veamos lo que está sucediendo en EEUU, la democracia más referente del planeta, donde el expresidente Donald Trump reta al sistema de justicia porque cree que está por encima de todo. Pero otra cosa es que el sistema de justicia le permita a un gobierno hacer barbaridades, como las que pretende Trump. Y esa es la gran diferencia entre Honduras y EEUU.

Con instituciones como las que tenemos en Honduras, el progreso, es decir, la mejora de las condiciones de vida de los hondureños, que es el más noble afán que debe ser la tarea de todo buen gobierno, queda desplazada por el propósito clientelista del actual gobierno, que cree que con ponerle dinero en la mano a determinado número de personas para asegurar el voto es que combaten la pobreza, cuando eso solo conlleva a incrementar los niveles de corrupción.

Por el debilitamiento de las instituciones, los hondureños hemos sobrevivido y por gracia de Dios no hemos desaparecido como país. No tener instituciones fuertes es lo que nos ha llevado a la triste situación de «Narcoestado», a la que han contribuido los gobiernos de los últimos tiempos, lo que se confirma en la medida que avanza el juicio de Nueva York, lo grave para Honduras es que la situación no cambió con el nuevo gobierno, más bien ha empeorado, porque ahora la ideología, más que el dinero, es la gran corruptora de la justicia, la causa de los mayores errores judiciales y de las mayores injusticias. Lo estamos viendo con la actuación de la Presidente de la Corte Suprema, Rebeca Ráquel de Melara, al manosear de la manera más impúdica el reglamento interno para cumplir instrucciones del alto mando del gobierno para violar la ley e incumplir el orden de precedencia en los coordinadores de las salas de la Corte.

Esto de tener el control de los coordinadores de las salas de la Corte Suprema, exhibe una gran tentación que debería ser el gran escollo a salvar por los magistrados de la Corte. O por los que se creen magistrados supremos, porque para los verdaderos jueces no debería haber más tentación que hacer justicia. Por nuestra parte, los ciudadanos no podemos cruzarnos de brazos en este momento crítico para las instituciones hondureñas, exhibidas sin excepción en el juicio de Nueva York, por lo que es necesario reflexionar en voz alta para admitir, en primer lugar, que no hemos desaparecido como país porque afortunadamente el sector empresarial que trabaja con ahínco para generar riqueza y puestos de trabajo, y muchas organizaciones de la sociedad, más el trabajo que hacemos los medios de comunicación, con todas nuestras imperfecciones, hemos constituido una losa que ha sostenido a nuestro país.

Lo grave es que hemos llegado al punto en que tocamos fondo, porque ahora el problema es que el ordenamiento constitucional está siendo manejado a la brava y de la forma más arbitraria, imponiendo a una directiva ilegal en el Congreso, imponiendo a los principales fiscales del MP de la forma más irregular y desarticulando el Poder Judicial de la misma manera, todo escandalosamente politizado. En el juicio de Nueva York está retratado de la mejor manera el fracaso de nuestro país. De momento no hay forma de rescatar a Honduras para salvarla de la gravedad en que se encuentra, porque lo peor de todo es el peligro que corre la justicia, de ser absorbida por el Partido Libertad y Refundación, que se jacta de que sean las masas de la calle las que impartan la justicia a su modo. 

La única esperanza es que reaccionen los verdaderos jueces, que dejando a un lado los asuntos ideológicos se pongan de acuerdo para limpiar toda la basura que han arrojado a su patio los que quieren quitarle la máxima dignidad a nuestro país. En la Corte de Nueva York ha quedado al descubierto que los políticos marrulleros, hoy más que ayer, buscan el control absoluto de las instituciones para que no les descubran sus chanchullos. Porque con instituciones controladas, el resultado es una Honduras fracasada.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 26 de febrero de 2024.