El Real Madrid sentenció su liderato de grupo manteniendo su pleno de triunfos navegando entre la brillantez del primer acto y el premio a la ambición con un gran esfuerzo físico en el segundo, olvidando sus ocho bajas para derrotar por 4-2 a un Nápoles que mostró mejoría, pero acabó siendo arrollado.
Al ritmo de Kroos, con Bellingham batiendo récords inimaginables y Rodrygo en racha goleadora. Ejerciendo el alemán un dominio del partido abrumador. Imponiendo su figura como mediocentro. Con la ayuda de Fede Valverde para poner las piernas en faceta defensiva. Con la brillantez y precisión con balón para dirigir a un Real Madrid que crece en la adversidad. Disfrutando del juego plagado de bajas. Sin jugadores vitales. Una reivindicación de una plantilla que parecía más corta de lo que realmente puede llegar a ser.
En la necesidad de liderazgos en un equipo que perdió en el camino grandes referentes, a Kroos se le suma Rodrygo en estado de gracia. Es la vida de los goleadores. Capear los momentos de negación y explotar cuando la puntería pone el balón en la escuadra que hace poco acariciaba la madera. Partiendo de la posición reservada para Vinícius, ha asumido su peso ofensivo. Cuatro partidos consecutivos marcando. Goles de bella factura y altas dosis de calidad.
Levantó en segundos Rodrygo a un Real Madrid que tuvo que reaccionar a un 0-1. El esfuerzo de Brahim en la recuperación para delatar la falta de tensión de Lobotka. El recorte de diestra y el disparo imparable del brasileño sobrado de confianza para enterrar un exceso de confianza defensiva de Bellingham. No cerró bien la subida de Di Lorenzo. Reaccionó ya tarde al cambio de orientación de Kvaratskhelia y Simeone marcó en boca de gol. La gran estirada de Lunin sirvió de poco. El balón había traspasado por milímetros la línea de gol.
Un nuevo Simeone amenazaba con conquistar el Bernabéu, pero ni las bajas ni la poca necesidad de un Real Madrid ya clasificado, a falta de un solo punto para ser primero de forma matemática, pasó factura a un grupo de jugadores con hambre. En once minutos habían dado la vuelta al partido. Tras una acción para enseñar en las escuelas.
Tocando con criterio hasta la aparición de un espacio por donde apareció Bellingham, especialista en castigar las zonas muertas. El centro cruzado medido de Alaba encontró el certero testarazo del inglés. Primer jugador de la historia del Real Madrid que marca en sus cuatro primeros encuentros europeos. Su rendimiento es inmejorable.
El Nápoles, desarbolado desde una movilidad ofensiva del Real Madrid que no supo frenar. Bellingham, Rodrygo y Brahim intercambiando posiciones sin un ‘9’ referente que fije marcas. La persecución de sombras que pudo significar un castigo mayor si Brahim no hubiese chutado arriba las dos ocasiones de las que dispuso. Una tras un contragolpe de Rodrygo y regate en carrera que levantó al Bernabéu.
Buscando la identidad que le condujo a la conquista de la última liga italiana, con el regreso de Walter Mazzarri al banquillo, condicionado por el estado físico de Osimhen, que no está para más de 45 minutos tras su lesión, el Nápoles aguantó en pie y esperó su momento.
Llegó tras el descanso, en cuanto rebajó la intensidad el bloque de Ancelotti, acusando el desgaste y la falta de recambios. Con un tanto tempranero de Anguissa. Puso un mal centro, le cayó el rechace, y reventó el esférico. Imposible para Lunin.
Andaba el Real Madrid añorando las apariciones continuadas de Bellingham, condicionado por un dolor de tobillo tras una mala pisada, tanto como el dominio del balón. Castigado por la velocidad de Kvaratskhelia al contragolpe cuando dio el paso al frente a por el triunfo. La mala elección del georgiano y el esfuerzo defensivo salvador de Valverde evitaron la remontada.
Fue el final del Nápoles antes de ser encerrado por el empuje madridista. El punto servía al equipo blanco para amarrar el liderato, pero el escudo le obliga a buscar siempre más en su competición fetiche. Ancelotti aumentó la presencia en área rival con la entrada de Joselu y el viento cambió de dirección.
Nada más entrar, en el primer balón que tocó, acarició el gol tras un córner. Con el muslo remató un centro perfecto de Mendy desde el costado izquierdo. Y con todo a favor, perdonó la ocasión temida por cualquier ‘9’.
Un balón muerto tras una acción de calidad de Bellingham, que remató de cabeza con potencia y sin control. Con el portero batido y sin nadie que pudiese impedir el gol. Enlazaba ocasiones el Real Madrid. Se topaba con Meret, salvador a un testarazo de Rüdiger, cuando el descaro del más joven, las ganas de brillar de un canterano, impulsaron la noche soñada por Nico Paz. Recibió entre líneas, giró sobre sí mismo para irse de su marcador y soltó un zurdazo con bote cerca del portero que provocó el fallo de éste.
La noche ya era redonda para una plantilla reforzada. Faltaba el gol de Joselu, que lo buscaba de tijera y perdonaba otra clara a centro de Carvajal. Cuando deseaba que se cerrase la persiana del Bernabéu para olvidar lo vivido, llegó el regalo de Bellingham y su estreno goleador en la ‘Champions’.