He buscado una explicación al comportamiento de una persona que presume sentirse orgullosa cuando se le encuentran faltas que denotan malos manejos de los dineros públicos, situación que a cualquier otro que le imputen que está traficando con dinero del pueblo, por lo menos lo pondría en aprietos y se exigiría a sí mismo dar una explicación. Este es el caso del ministro de Planificación, Ricardo Salgado, que haciendo gala de una soberbia que produce estupor, pero que al mismo tiempo genera el rechazo de la sociedad hondureña, observa una conducta que amerita un análisis psiquiátrico relacionado con la salud mental del mencionado funcionario.
Platón, Marco Aurelio y Kant estudiaron las virtudes de los funcionarios y gobernantes desde la naturaleza de la ética, buscando entender la salud mental de quien al ejercer el poder se considera superior para vivir por encima de todos, por desequilibrios mentales que lo convierten en una persona trastornada. Las normas y conductas que analiza la psiquiatría sobre las actitudes de las personas buscan establecer las diferencias de los ciudadanos que sean sanos mentales respecto a las actitudes de otros que, en forma diferente, observan comportamientos anormales con una salud mental desequilibrada.
Alguien que presume su orgullo cuando se le imputa una falta por malos manejos de dineros públicos, no es una persona en su sano juicio, ni aun en la situación que sea víctima de un rapto ideológico que pudiera hacerlo perder la razón y la cordura. La ciencia psiquiátrica estudia no solo a las personas que experimentan el deseo de suicidarse, también trata a los delirantes que son presas de todo tipo de disparates. Estos últimos abundan en los diferentes círculos, especialmente en los políticos, donde son calificados de «orates» que llegan a acusar trastornos mentales en los que denotan su pobreza emocional.
Un ejemplo es el ministro Ricardo Salgado, que se ufana por ser calificado de corrupto por la apreciación internacional de un gobierno serio como el de EEUU; por lo general suele justificarse en la opresión de una sociedad conservadora. Esa persona acostumbra a decir que es víctima de la opresión de una cultura extranjera, pero esto es una manera de ocultar su desviación mental. La excusa de ser perseguido por una potencia extranjera, por ser un libertador social, es producto de los rescoldos ideológicos que se agolpan en su mente trastornada.
El señor Ricardo Salgado ha sido señalado por actos de corrupción, sobre lo cual no hace ningún esfuerzo por aclararlo. Se escuda en la persecución ideológica, lo cual es un delirio en el que se escudan las personas que usan la militancia política para esconder sus actos delictivos en el manejo de recursos públicos que provienen de los impuestos que pagamos los contribuyentes. En esto, un delirante antisocial como el ministro Ricardo Salgado, equivale a una persona drogadicta, que pretende salvar sus faltas culpando a la sociedad y a los demás por las malas acciones que comete.
En este sentido, los trastornos mentales están asociados a la riqueza material y social que buscan ciertas personas que usan los canales de la política para enriquecerse. Pero también, para robustecer a una causa política como el populismo chavista, que es un rapto ideológico de la salud mental, que convierte a las personas en una especie de robots que siguen las directrices suicidas de un líder que es igual o más, de trastornado.
Quienes han entrado a la página de la Secretaría de Planificación, cuyo titular es Ricardo Salgado, han visto como se manejan grandes cantidades de dinero en salarios, que seguramente corresponden a asesores venezolanos, cubanos, españoles y de otros países. Estos manejos serán reparados tarde o temprano, aunque Salgado crea que LIBRE gobernará por la eternidad.
Precisamente, los trastornos mentales provocados por la ideología irracional producen actos perversos en personas como Salgado que los hace perder sus cualidades mentales, distanciándose por completo de la honestidad. Producto de esto, hay que observar en este tipo de trastornados dos aspectos: el primero es la soberbia con que admiten que son inescrupulosos y el segundo es el narcisismo que, en forma disparatada, los lleva a admitir el orgullo de cometer actos de corrupción.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 22 de diciembre de 2023.