La segunda consulta para someter ante los chilenos la aprobación de un nuevo proyecto constitucional es una demostración indiscutible que en Chile existe una verdadera democracia, que es donde prevalece lo que quiere el pueblo y no lo que desean los políticos. En el primer plebiscito, en el proyecto constitucional fueron las fuerzas de izquierda las que metieron la mano para elaborar un texto a la medida marxista, con la intención de borrar todo indicio de la actual Constitución heredada por el gobierno de Augusto Pinochet, cuyo régimen dictatorial ingratamente recordado por la postura anti izquierdista, su defecto fue ubicarse en el extremo derechista, aunque sin perder la concepción económica, en que todo país sin crecimiento económico no puede garantizar el bienestar de las personas.
Al fracasar el proyecto constitucional de la izquierda, el presidente Boric convocó de nuevo a una segunda consulta para un nuevo proyecto que esta vez fue elaborado con la participación mayoritaria de los sectores democráticos calificados de derechistas. Este segundo intento por renovar la Constitución chilena, por otra que no tuviera nada que ver con los recuerdos de Pinochet, tampoco tuvo la aceptación de la mayoría de los chilenos, que se pronunció en contra, con un mensaje categórico del pueblo chileno para los políticos, de que la Constitución heredada por Pinochet no es mala, una expresión que tiene todo el sentido común del mundo, porque si fue gracias a la Constitución de Pinochet que Chile alcanzó los mayores niveles de progreso y crecimiento económico, no hay razón para sustituirla por otra que en lugar de mejorar el estado de cosas vendrá a empeorarlo.
Nuestros políticos tienen que aprender de los dos experimentos constitucionales en Chile, donde el pueblo les quitó a los políticos la vehemencia absurda de echarle la culpa a la Constitución de los males, de los que los culpables son los políticos por lo mal que hacen las cosas. Toda la revuelta del pueblo chileno surgió cuando el gobierno de Sebastián Piñera decidió cambiar las reglas del juego en materia de tarifas de ciertas instituciones como el seguro social y el transporte, con lo que ese gobierno creyó que lograría un ajuste que repercutiría en crecimiento económico. Los chilenos se rebelaron, protagonizando largas jornadas de protesta que, aun cuando el gobierno de Piñera se retractó y retiró los aumentos, los chilenos siguieron protestando al grado de llegar a punto de derrocar al gobierno, que tuvo que rendirse y pedir perdón públicamente.
Ese resbalón del gobierno de Piñera hizo que los chilenos se inclinaran a favor de la izquierda dándole el triunfo al presidente Gabriel Boric, pero este creyendo que tenía a los chilenos a sus pies, promovió una consulta para elaborar una nueva Constitución de corte marxista y el pueblo le respondió con un no rotundo. Creyendo que los chilenos querían oír la voz de la derecha, Boric convoco a un segundo plebiscito, con un texto constitucional más mesurado, donde estaba la presencia de la derecha; y también fue rechazada por la mayoría del pueblo chileno.
El mensaje de los chilenos es demasiado elocuente, la población le ha dicho a los políticos de ese país que no es la Constitución la responsable de las malas gestiones de ellos, que son los políticos los únicos responsables de sus propios desastres que afectan al pueblo, que la Constitución elaborada en tiempos de Pinochet, solo tuvo que ver con el crecimiento económico que antes no tuvo ese país. Convencidos los políticos que su deber al ser electos es atender las necesidades de su población, han decidido guardar las armas de la necedad y dedicarse a atender las necesidades del pueblo.
En Honduras, el Partido LIBRE es el que está necio por cambiar la Constitución, y para eso insiste en una Asamblea Constituyente, en la que se quiere engañar a los hondureños llevándonos a una consulta con las urnas llenas de votos, para imponernos un proyecto de Constitución a su conveniencia. Viendo el ejemplo del pueblo chileno, los hondureños debemos estar alertas, porque en la forma como se están retorciendo las leyes en el Congreso Nacional, la junta directiva ilegal y usurpadora es capaz de hacer cualquier maniobra para eludir la vigilancia de la oposición y en un madrugón imponernos su voluntad autoritaria.
En Chile tenemos el ejemplo de cómo debe actuar el pueblo cuando los políticos trasnochados quieren imponernos un modelo que solo depara pobreza y miseria. Pero, de manera especial hay que ver que en ese hermano país, se hace lo que quiere el pueblo y no la voluntad de los políticos. Y ya es tiempo que el pueblo hondureño le dé su merecido a los políticos cabezas de repollo, que están obstinados en hacer de Honduras otra Venezuela.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 18 de diciembre de 2023.