Las mentiras del Canciller

Por Nery Alexis Gaitán

La ausencia inexcusable de la Presidente, Xiomara Castro de Zelaya, al 80 período de sesiones de la ONU, deja en evidencia su temor a no poder explicarle al mundo su vinculación con el jefe del Cartel de los Soles, Nicolás Maduro, o el fracaso de su política exterior al haber sido incapaz de negociar la continuidad del TPS para 60 mil hondureños o por qué el país está en peores condiciones económicas, sociales, etc., de cómo lo encontró.

Razón por la cual asumió la ingrata tarea el Canciller Javier Efraín Bu Soto -por cierto un funcionario anónimo sin ningún impacto positivo en la vida nacional-, de seguir maquillando una realidad amarga para los pobres de Honduras. Y es que el caudal de 22 promesas incumplidas es lo que ha caracterizado a este gobierno de la “refundación” y de la “resistencia”, aunque no nos explicamos por qué siguen llamándose “resistencia” si ya son gobierno.

Entre las promesas incumplidas están: la pronta instalación de una Comisión Nacional e Internacional para el Combate Frontal a la Corrupción y la Impunidad (CICIH) con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas. implementar medidas urgentes para fortalecer la protección de los derechos
humanos, el hostigamiento y el número de asesinatos de activistas ambientales sigue siendo preocupantemente alto. Eliminación de los peajes. La venta del avión presidencial y de los carros de lujo. Detener la minería en el país. La eliminación de las ZEDES, etc.

No han cumplido, pero sí han sido evidentes los innumerables actos de corrupción gubernamental, sin que el Ministerio Público haya iniciado acción alguna para empezar a judicializar estos actos. El costo de la vida es altísimo. Jamás se va a vivir con 80 lempiras diarios como lo dijo la mandataria; habría
que darle una dosis de realidad para que se conduela de los pobres de Honduras. Los hospitales están desabastecidos, no se le paga en tiempo y forma al personal médico. La delincuencia común es terrible, la seguridad ciudadana está en precario; el narcotráfico y el crimen organizado están a sus anchas, Honduras es puente de paso de la droga; el país casi está en bancarrota.

Mientras, en la ONU, este insípido canciller le cuenta mentiras al mundo, que casi somos un país desarrollado, emulando a Singapur o Taiwán. Yo lo invito a que camine por los mercados a las cinco de la tarde en adelante, a ver cómo le va. Pero es obvio, es el vocero de los embustes de la refundación que tanto daño le ha hecho al país.

De forma cínica, para empezar se entrometió en política internacional que en nada concierne a los hondureños y cuestionó el Consejo de Seguridad, lo que motivó a burla, al retar a las grandes potencias del globo. Y aunque debió ser un discurso para presentar al país en la ruta de ubicarlo en un excelente lugar, abierto a la inversión y la prosperidad, volvió al discurso hueco, cansón y trillado al hablar de política interna que a nadie le interesa en la ONU.

Para variar soltó el desagradable churro del “golpe de Estado” a Zelaya y luego los doce años de la narcodictadura. Para luego maquillar con mentiras una administración fallida. Habría que refutar en su totalidad este indigno discurso, por respeto a los pobres, que sufren de hambre, sólo transcribiré esta
oprobiosa mentira que expresó: “La pobreza bajó del 73% en 2021 al 63% en 2024, y la pobreza extrema se redujo del 54% al 40%. Eso significa que más de un millón de hondureños dejaron de ser pobres en estos tres años. Y la desigualdad social se redujo 6%”. Según economistas serios, en la última
década la pobreza sólo se redujo un 2% y no en los últimos 3 años y medio. Al contrario, según estudios de la UNAH se ha incrementado el porcentaje de hondureños que han emigrado de la pobreza a la miseria, a tal grado que no tienen medios para comer los tres tiempos de comida al día.

Discurso inhumano, de espaldas a la triste realidad de los hondureños.
¡Libre nunca más!