Juventud en crisis

Por Nery Alexis Gaitán

Desafortunadamente, los jóvenes hondureños no la están pasando muy bien. Hay algunas condiciones sociales que les son adversas. Para empezar, los “Ninis”, los que ni estudian ni trabajan, abundan; leamos algunos datos escalofriantes: “En Honduras, se estima que hay cerca de un millón de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Esta cifra representa alrededor del 30.5% de la población juvenil entre 12 y 30 años.  Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), esta cifra se traduce en

aproximadamente 937,588 jóvenes que no están inscritos en centros educativos ni participan en actividades laborales remuneradas. La mayoría de estos jóvenes residen en áreas rurales, con un porcentaje significativo de mujeres en ambas áreas, tanto rurales como urbanas. Es importante destacar que esta situación de «Nini» a menudo se asocia con la falta de oportunidades y la deserción escolar, y puede llevar a una mayor vulnerabilidad social, incluyendo la exposición al crimen organizado y la
migración”.

Esta problemática social tiene sus raíces en varios aspectos. Muchos jóvenes pertenecen a familias desintegradas, sobre todo sin padre, y no han sido formados en valores. Asimismo, las oportunidades de empleo son pocas. El gobierno tiene una política adversa hacia los empresarios, quienes son los que generan la mayor cantidad de empleos. A tal grado que en los últimos años se han cerrado más de mil empresas, incrementado el nivel de desempleo en el país, que es altísimo. Los índices de pobreza son los más altos en los últimos años y esto obviamente golpea a toda la población, pero los jóvenes sufren porque no se les presentan opciones de salir adelante. Entre los que estudian hay un alto porcentaje de deserción escolar, debido a dos factores preponderantes, la pobreza y la violencia de que son
objeto.

Entonces qué sucede con los jóvenes. Sin haberlos formado en valores, y siempre la calle y su maldad es el maestro presente, sin estudiar, sin empleo, sin opciones de recreación sana, la mayoría optan por ser mantenido de sus familias cuando éstas tienen los recursos económicos necesarios y se convierten en “Ninis” con la consiguiente carga social, enfrentando además crisis morales y existenciales; o, lo que
es peor, optan por el camino de la delincuencia.

Muchos jóvenes que están a la deriva son víctimas de las maras, quienes los reclutan para sus actividades delictivas, tales como la extorsión y la distribución de drogas. Es así como pasan a formar parten del crimen organizado, destruyendo sus vidas a temprana edad.

Esta terrible problemática social debe terminar. El gobierno debe establecer programas de verdadero alivio social, dirigidos a la juventud, para que pueda integrarse a actividades productivas. Asimismo, debe generar un clima de seguridad laboral para que se generen opciones de trabajo y así alejar a los jóvenes de las calles y de la inactividad estéril en que viven.

Pero, sobre todo, los padres deben inculcar valores morales y espirituales a sus hijos. Eso hará la diferencia, ya que los jóvenes comprenderán el valor de la honradez, de la honestidad, del trabajo mismo y se comportarán de la forma correcta. Es necesario recalcar, que si no se inculcan valores a los jóvenes, todo estará perdido y el país inevitablemente irá al fracaso.

A los jóvenes hay que atenderlos, cuidarlos, formarlos en el bien; haciendo énfasis en que deben ser honrados en todos sus actos, ya que son el futuro de la patria.