
Por Nery Alexis Gaitán
Lo hemos dicho hasta la saciedad, los políticos hondureños jamás van a aprender la lección. Es decir, poner los sagrados intereses de la patria antes que sus interés de partido y personales. La lucha por el poder es encarnizada y están dispuestos a cometer las villanías más grandes por seguir disfrutando de los beneficios que les da tener acceso al Presupuesto General.
Con las elecciones generales, realizadas el 30 de noviembre pasado, hemos visto cómo los políticos hondureños no tienen madre y no les importa incendiar el país con tal de seguir en el poder. De acuerdo a la OEA no hubo fraude y el pueblo expresó su voluntad en las urnas. Hasta aquí todo bien, ya que no hubo violencia ni nada que lamentar; los hondureños le demostramos al mundo que deseamos vivir en paz y en democracia.
Pero el Partido Libre, que daba por seguro el gane electoral, fue rechazado contundentemente con su agenda política antidemocrática, colocando a su candidata en un deshonroso y lejano tercer lugar en la contienda. Como este Partido es de corte dictatorial, intolerante y hace uso constante de la violencia, en vez de aceptar su derrota con valentía, han empezado un guión funesto en contra de la voluntad popular
expresada en las urnas.
Dicen no reconocer los resultados electorales, ni la declaratoria presidencial que hará el CNE, pero es raro que sí aceptan los resultados a nivel de diputados y alcaldes. Alegan que hubo fraude, que las maras intimidaron a sus seguidores para que no votaran por ellos; y, sobre todo, que Donald Trump tuvo injerencia en las elecciones al apoyar al candidato nacionalista, adversando a Rixi y a Nasralla, como no confiables y seguidores de un izquierdismo que sólo miseria ha producido en América Latina.
Para continuar con el guión del supuesto golpe electoral, no han permitido que se realice en tiempo y forma el escrutinio especial de alrededor 2700 urnas. La violencia en las instalaciones del CLE ha estado a la orden del día. Tristemente en esa farsa se han unido los liberales, que ya sienten el sabor de la derrota presidencial. Además, le han ordenado a su lacayo, Marlon Ochoa, que no firme la declaratoria presidencial, esto contraviene la Ley y tendrá consecuencias legales para este consejero. Lo cierto
es que la declaratoria puede hacerse por mayoría, finalizando el proceso de las elecciones y garantizando la continuidad en el poder.
Libre, a toda costa, desea impedir que se realice la declaratoria presidencial para continuar en el poder. E insiste que se efectuó un fraude y se deben repetir las elecciones. Y plantean que no harán la transición respectiva, que no entregarán ministerios, etc. Y desde ya hemos visto violencia política reforzando su agenda desestabilizadora al no querer reconocer su aplastante derrota.
Esto es inédito en el país, es la primera vez que un gobierno se niega a entregar el poder. Pero la Presidente Castro, alejándose de esta agenda violenta declaró que respetará la declaratoria del CNE y entregará el poder, bien por ella que comprende que el país no tolerará más caos; los hondureños estamos cansados de los conflictos generados por estos políticos, mientras los pobres enfrentan serios problemas para subsistir.
También es inédita la situación de un alcalde que se niega a entregar el poder, y de momento ha ido a instaurar una carpa en el Infop, supuestamente para “defender sus votos”. Lo cierto es que desde hace varios días come y duerme a pierna suelta en esa carpa, y se ha olvidado de sus deberes con la ciudad. Este alcalde haragán y dormilón debe admitir también su derrota. Y los pocos días que le quedan de su gestión debe ponerse a trabajar, para eso se le eligió.
Urge que el CNE termine el escrutinio especial, aunque se opongan los partidos políticos, para que la declaratoria presidencial sea dada en tiempo y forma tal como la estamos esperando todos los hondureños. Debe prevalecer la Ley Electoral.

