Una jornada de limpieza en la cocina del Módulo de Sentenciados No. 1 del Centro Penitenciario de Támara destapó una sofisticada caleta clandestina que evidencia el alarmante nivel de organización de las estructuras criminales que operan desde las cárceles hondureñas. Durante la remoción de escombros, personal del Instituto Nacional Penitenciario (INP) descubrió un escondite subterráneo con armamento de guerra, drogas, equipos de comunicación de alta tecnología, uniformes tácticos y 400 mil lempiras en efectivo. El hallazgo, confirmado por el director del INP, general Ramiro Muñoz, se produjo tras el desalojo de los reclusos y la demolición de construcciones ilegales dentro del penal, revelando la magnitud de las operaciones ilícitas.
El arsenal decomisado incluye un fusil RPG lanzagranadas, dos AK-47, una pistola 9 mm, chalecos antibalas, granadas y dispositivos Starlink para internet satelital, entre otros. Además, se encontraron 52 paquetes de marihuana, 520 puntas de cocaína y libretas contables que detallan millonarias transacciones. “Esto es propio de un ejército irregular. ¿Contra quién se preparaban?”, cuestionó Muñoz, quien estimó que solo en este módulo se movían más de 40 millones de lempiras mensuales en droga. Las autoridades advierten que este hallazgo es solo el inicio de intervenciones más profundas para desmantelar estas redes, generando alarma en la población sobre el poder criminal enquistado en el sistema penitenciario.
