UN MALVADO CONFESO

Cicerón decía que «la historia sigue siendo la maestra de la vida» y los pueblos que no la aprendan están condenados a repetir sus errores, no como comedia sino como tragedia, como dijo Carlos Marx. El mayor de los errores del pueblo hondureño, particularmente de los sampedranos y del Valle de Sula, sería reelegir a individuos como Luis Redondo para que sigan ocupando desde la política cargos importantes desde los cuales le hacen un daño terrible al país, a la sociedad y en general al pueblo hondureño.

Quienes hayan visto la última comparecencia televisiva del diputado Luis Redondo, estarán de acuerdo que nadie en Honduras con tanta mancha de ilegalidad puede hablar de apego y cumplimiento a la ley como este diputado, que sigue detentando en forma ilegal la presidencia del Congreso Nacional, en la que actúa como un usurpador desde aquel fatídico día de enero del 2021, cuando resultó impuesto en forma violenta y arbitraria por un pequeño grupo de radicales del Partido LIBRE (PLR), en la presidencia de la cámara legislativa. Desde entonces, el diputado Redondo con una jactancia oprobiosa se erige como un abanderado de la ley, siendo el prototipo de la ilegalidad, una plataforma oscura desde la que vocifera exigiendo a los opositores, con una altanería propia de los fascistas, que reviertan determinada situación, pretendiendo ignorar que el pueblo hondureño conoce perfectamente su antecedente plagado de una ilegalidad morbosa, que no le concede una pizca de autoridad moral para pedir de la manera más ambigua que se cumpla la ley.

Redondo no tiene cabida en el ámbito de la razón, desde la cual los ciudadanos que no aspiramos al poder sino solo a vivir en paz y tranquilidad, demandamos de los funcionarios electos que se atengan a la ley y que actúen en consonancia con la Constitución, algo que no se le puede pedir al diputado Luis Redondo, que nació políticamente en los albañales de la ilegalidad, de lo que pareciera sentirse orgulloso cada vez que ocupa sus medios afines para dirigir mensajes con los que pretende engañar a los hondureños.

No sabemos lo que pensarían los líderes políticos que han escrito una parte de la buena historia de Honduras sobre esta persona, cuya sola presencia produce convulsiones de repugnancia cuando se presenta como un ejemplo político, aceptando ocupar la presidencia del Congreso Nacional en la forma como fue impuesto por un grupo de radicales del Partido LIBRE (PLR). Actuando con una beligerancia agresiva, propia de un dictador fascista, Redondo aparece con un supremacismo descaradamente falso, porque en el fondo solo es un mandadero de Mel Zelaya, utilizado para hacer los trabajos sucios en el Congreso Nacional, que consisten en cometer una serie de desafueros antijuridicos, por los cuales algun día Redondo deberá responder ante la justicia.

Por su carácter pleno de cinismo, Redondo pertenece a esa generación de personas de baja ralea donde el malo cree que no solo es bueno, sino el mejor para hacer daño y consumar el mal. El problema es que la maldad de Redondo es progresiva, agresiva, y cada vez alimentada en el propósito de hacerle cada vez más daño a Honduras. Su método de acción es evidente: es trabajar para imprimir de pesimismo al país, a través de todas las infamias que el califica como «medidas del Congreso», un congreso que puede ser cualquier cosa, menos un Congreso Nacional serio, desde el momento en que este poder se convirtió en un «pseudo poder del Estado» que actúa desde el fango en que se revuelcan los directivos usurpadores presididos deshonrosamente por el diputado Luis Redondo.

Todos los sectores que se aprovechan de la ilegalidad del diputado Redondo, para lucrarse de su influencia, pronto lo resentirán, porque al tenor de la usurpación con que actúa, cada barbaridad cometida, tanto en lo oficial como en lo privado, serán actos desconocidos y anulados en el momento que la justicia le deduzca responsabilidades a Redondo, por haber usurpado la Presidencia del Congreso por cuatro años, conforme lo tipifica el Código Penal respecto a todo aquel que actúa usurpando funciones públicas importantes, a los que castiga con penas de veinte y más años de cárcel.

Por ahora el diputado Redondo tiene un selecto sequito de seguidores que lo respaldan, que se aprovechan de su posición usurpada, pero pronto podrían quedar huérfanos de la protección de Redondo, porque una persona de este tipo que se cree decisor del destino de una parte de la nación no puede continuar sus propósitos cuando pierde el apoyo, aun de los que ahora lo adulan para aprovecharse. Incluso, Mel Zelaya, que es un líder audaz, sabe que puede confiar en Redondo hasta cierto tiempo, porque siendo Redondo un traidor de oficio, así como traicionó a Salvador Nasralla, no puede confiar en Redondo por todo el tiempo.

Los electores del departamento de Cortés no deben perder de vista este punto: con el oprobio y la ruina moral que tiene como conducta el diputado Redondo, no merece que los sampedranos y en general los habitantes del departamento de Cortés cometan el grave error de reelegirlo a una diputación. Si lo hacen, los sampedranos y la gente del Valle de Sula vivirán condenados a repetir el error de haber electo de nuevo a una persona que debe pasar a la historia como un político despreciable.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy miércoles 23 de julio de 2025.