
En el pasquín digital de las FFAA, bajo las órdenes de Roosevelt Hernández, se me acusa de traición a la Patria por actuar a favor de los intereses salvadoreños. Un pasquín es toda publicación de mala calidad, de carácter sensacionalista y de contenido calumnioso. El pasquín de marras que ensucia el nombre de las FFAA, de principio denigra la seriedad de la institución castrense, porque en ningún momento de mi vida ciudadana y profesional me he ofrecido para actuar como entreguista de Honduras a los intereses de cualquier otro país o de un objetivo malsano.
En cambio, la inmoralidad de Roosevelt Hernández no necesita probarse al haber dado muestras evidentes de traicionar a Honduras en una situación fundamental como las Elecciones Primarias de marzo pasado, cuando desconoció en forma bochornosa su deber de estar sujeto al Consejo Nacional de Elecciones, como se lo manda la Constitución, y posteriormente prestarse a la maniobra electorera del PLR, de ocultar las urnas para desalentar a los electores y correrlos de los centros de votación, una deslealtad que amerita juzgarse como traición a la Patria.
En el Golfo de Fonseca ocurrió esta semana un incidente marítimo entre tres embarcaciones navales, una de Nicaragua, otra de Honduras y una de El Salvador. Las FFAA no explicaron, como debieron hacerlo, que las Fuerzas Navales de Nicaragua y Honduras realizaban un ejercicio marítimo, y una patrulla salvadoreña intervino, cometiendo la falta de penetrar a aguas territoriales hondureñas, aunque hay que decirlo con claridad, El Salvador se ha negado a reconocer la definición de las aguas marítimas en el Golfo, hasta tanto no logre un acuerdo con nuestro país. Todo porque el fallo de la Corte de la Haya dejo en manos de los tres países colindantes en el Golfo de Fonseca, que se pusieran de acuerdo para fijar sus posesiones. Honduras y Nicaragua lo hicieron desde el primer momento. El Salvador sigue renuente y persiste en que Honduras le reconozca derechos sobre territorios que por ley y tradición le corresponden a Honduras. Un caso referencial es la porción peninsular «Conejo», que no es propiamente un islote, por el hecho de que, «Conejo» está conectado a tierra firme hondureña.
El mismo día del incidente marítimo, el gobierno salvadoreño reconoció que hubo un error técnico del oficial de la naval salvadoreña, por lo que se le ordenó retirarse a aguas propiamente salvadoreñas. Este aspecto fue el que recogimos de un medio digital salvadoreño, porque zanjaba en forma diplomática cualquier malentendido. Por el lado militar hondureño, el comportamiento fue diametralmente opuesto. El comandante de la Fuerza Naval hondureña hablo de responder militarmente y hubo voces del alto mando que incitaban a una respuesta militar, lo que era el inicio a un conflicto innecesario en una época en que los hondureños nos abocamos a Elecciones Generales para elegir a un nuevo gobierno.
La Cancillería hondureña, por medio del vicecanciller Gerardo Torres, de manera ponderada informo que por la vía diplomática se solucionó el impase, que no es el termino apropiado para definir lo acontecido, porque lo que hubo fue un incidente marítimo, por un error o impulso indebido de un oficial naval salvadoreño. El incidente no ameritaba responder con el lenguaje belicista con que se hizo desde Honduras, cuando ya desde El Salvador se reconocía la culpa del oficial salvadoreño, a quien se identificó por su nombre y trayectoria.
Por nuestra parte cumplimos en forma responsable con informar sobre la respuesta diplomática del gobierno salvadoreño, lo que evidentemente no convenia al propósito belicista de Roosevelt Hernández, que no oculta su interés de plegarse a los objetivos del PLR, que en el fondo pareciera no estar interesado en que haya Elecciones en noviembre. E históricamente, no son pocos los gobiernos que apelan al habito chauvinista de provocar conflictos bélicos para enhebrar un falso sentimiento patrio en los ciudadanos mediante una guerra urdida con propósitos inconfesables. Honduras no necesita entrar en una guerra provocada en estos momentos, exacerbando el chauvinismo de los hondureños, que tratándose de defender a la Patria son capaces de dar la vida.
No hay indicios de peligro por parte de ningún país vecino. Las fronteras ya están definidas, y la única porción que está pendiente es la parte marítima del Golfo de Fonseca con El Salvador, por la obstinación salvadoreña de reclamar porciones territoriales que históricamente son legítimamente hondureñas.
En el repertorio tipificador de la doctrina jurídica, un traidor a la Patria es aquel jefe militar que por interés politico entreguista, busca provocar las condiciones para llevar a Honduras a un conflicto bélico en tiempo de elección de un nuevo gobierno, con el objetivo de sumir al país en un conflicto que podría llevar a suspender las elecciones para que el gobierno de turno prosiga en el mando. Un jefe militar que incite un conflicto con otro país, por favorecer los propósitos continuistas de un gobierno, es doblemente traidor, que debe ser juzgado como tal conforme la jurisdicción penal militar por cometer un delito de mayor gravedad. Porque es un máximo deshonor llevar a la guerra al país por satisfacer el apetito continuista de un gobierno.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy martes 30 de septiembre de 2025.