LA TESIS DEL EX FISCAL GENERAL

Tengo que confesar que la noche del pasado domingo 9 de marzo, al salir de ejercer el sufragio en la urna que me correspondía en la Escuela de Medicina, al incorporarme a la transmisión televisiva electoral que mantenían mis colegas en TEN TV Canal 10, venia tan indignado, tan enfadado, tan enfurecido, tan cabreado, que no pude aguantarme de descargar frente a las cámaras toda mi furia, contra los responsables de aquel vil atropello que se nos había hecho a los ciudadanos, al intentar impedirnos depositar nuestro voto en el curso del día, debiendo hacer acopio de toda nuestra resistencia cívica para esperar por casi doce horas que los militares llevaran las urnas y materiales a nuestro centro de votación.

Igual que en otras jornadas, distintas, después de expresar opiniones al calor y la pasión que nos producen aquellos acontecimientos que perjudican al país, algunas veces los periodistas nos arrebatamos y en el amplio espacio que deja la improvisación, dejamos escapar expresiones de la cuales nos toca hacer reflexiones posteriores, para meditar si hemos actuado conforme lo demanda el oficio de crear opinión pública. La noche del 9 de marzo, al salir del centro de votación, junto a mi esposa y otros amigos, estábamos verdaderamente irritados, pero igual, como pocas veces he sentido tener la razón, porque sabía que nos quisieron robar el voto y que, los militares y todos aquellos politicos malvivientes que conspiraron contra el derecho del pueblo a elegir en libertad, no deberían tener otra oportunidad de estar al frente de un proceso electoral.

Nadie en el mundo me puede quitar de la cabeza que fue el alto mando militar de las FFAA el principal responsable de ese vil atropello que nos hacían a los ciudadanos. Tengo grabada en forma inmarcesible en mi mente, el momento en que subíamos apresurados las gradas del edificio de la Escuela de Medicina, hasta el nivel donde nos tocaba votar. Cuando íbamos hacia el tercer nivel, entre los militares que regresaban de entregar las urnas y demas material, uno de ellos, oficial de cierto nivel, quizás capitán o mayor, me reconoció en la penumbra y me dijo: «licenciado Wong Arévalo, le aseguro que este relajo no es culpa de nuestro nivel». No tuve ánimo para recriminarle a aquel militar, más bien me conmovió su franqueza y me ha servido para confirmar que fue el alto mando de las FFAA, confabulado con el PLR, el responsable de semejante vileza. 

Me retrotraigo a aquel infame acontecimiento protagonizado por el alto mando militar, producto de su compromiso político con el PLR, al leer las declaraciones del Dr. Edmundo Orellana, ex fiscal general y ex ministro de Transparencia, publicadas por el diario Proceso Digital, afirmando de manera categórica, que «no se puede confiar las Elecciones Generales al Jefe del Estado Mayor Conjunto porque no pudo resguardar las Elecciones Internas», declaración similar a la que exprese en las cámaras de Canal 10 la noche del 9 de marzo, estando a punto de explotar por la indignación que no pude reprimir apenas estar frente a las cámaras.

Estoy completamente de acuerdo con el Dr. Orellana cuando afirma que las FFAA no son el problema, sino que el jefe del Estado Mayor Conjunto, que es el responsable, porque defiende lo indefendible, ya que quienes debieron cuidar las urnas, no las cuidaron, lo cual es un axioma que no necesita demostrarse, porque los ciudadanos electores lo vimos y lo vivimos en experiencia propia. En lo particular, aunque me tocaba estar en la transmisión del canal, pedí comprensión a mis colegas para que sostuvieran la jornada periodística, como muy acertadamente lo hicieron, y me permitieran llegar hasta el final del objetivo electoral. No quería retirarme de mi centro electoral derrotado y humillado por los sinvergüenzas que nos querían robar el derecho a votar. Y me repetía para mí y para quienes estaban a mi alrededor, que quería vivir aquel momento de indignación y lo único que me quedaba por hacer era esperar las urnas y ejercer el sufragio. En un momento pensé, a mi edad no tengo armas ni siquiera puedo dispararlas, solo me queda la dignidad para no darme por vencido, esperar hasta el final del día o de la madrugada si es necesario para poder votar. Pero a lo mejor si hubiera tenido un arma y estando exacerbado como estaba, ya en horas de la noche, quizás me hubiera prestado para cometer una barbaridad.

En lo personal, conozco que las dos concejales Cossette López y Ana Paola Hall, han hecho un buen trabajo. Ellas son víctimas de los abusos cometidos tanto por el alto mando militar, en persona por el Gral. Roosevelt Hernández, por el concejal del PLR, Marlon Ochoa, y todo el andamiaje del partido gobernante que participo en aquella atrocidad del 9 de marzo pasado.

Como lo dijimos la noche del 9 de marzo, cuando regrese inmutado y enfurecido por el atropello que habíamos sufrido los ciudadanos, no se puede confiar las Elecciones Generales a las FFAA, porque no fueron capaces de resguardar las urnas. La expresión del ex fiscal general no es un arrebato, es un llamado concienzudo que debe ser recogido por los dos partidos de oposición. Yo lo manifesté de inmediato, apenas unos minutos después de depositar mi voto, aunque reconozco que venía ardido por la indignación de saber que el alto mando militar de las FFAA y gente del partido de gobierno, habían hecho todo para que los electores, a fuerza de cansancio, nos rindiéramos y nos fuéramos del centro de votación, sin depositar el voto.

Pero no lograron derrotarnos, resistimos hasta el final y cuando nos vieron atrincherados en la Escuela de Medicina no tuvieron más que enviar las urnas. Y de eso, uno de los mayores responsables fue el jefe del Estado Mayor Conjunto, Roosevelt Hernández, como categóricamente lo ha manifestado el ex fiscal «Mundo» Orellana.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 12 de mayo de 2025.