FRANCISCO: LA HUMILDAD HECHA «PAPA»

Ser bueno es más importante, más noble, más difícil que ser rico, inteligente, guapo o famoso. Estas palabras del Papa Francisco me hicieron voltear la mirada hacia el obispo argentino, de la orden jesuita, que en un principio no me despertaba mucha simpatía. Se lo confesé cierta vez a Juan Ramón Martínez, antes de entrar a uno de los programas. El hecho de ser argentino, no me hacía conectar con el nuevo Pontífice, quizás porque estaba muy contagiado por el «anti-argentinismo» que había mal asimilado de una de las novelas de Mario Vargas Llosa y por la antipatía que me producía Diego Maradona, por todas sus fanfarronerías.

Una entrevista concedida al influyente diario ABC de Madrid, del cual soy lector asiduo, me hizo fijar en el nuevo Papa: «ser bueno es más importante, más noble, más difícil que ser rico, inteligente, guapo o famoso», expresiones similares que antes me impresionaron, pronunciadas por el gran periodista polaco Ryszard Kapuściński, quien constantemente repetía que «para ser buen periodista se tiene que ser ante todo una buena persona».

Creo que Francisco se ganó a puro pulso la admiración, el cariño y el respeto de la humanidad como Pontífice de la Iglesia Católica. La santidad se alcanza amando, incluso a quienes nos hacen daño, lo que roza con lo divino, quizás por eso Ortega y Gasset, el célebre filósofo español es una de sus más conocidas metáforas escribió: «Jesús como hombre de Galilea, sintió el impulso de devolver la bofetada que había recibido, pero como era el hijo de Dios, no la devolvió sino que puso la otra mejilla, con lo cual creó una de las formas superiores de la cultura como es el espíritu de sacrificio». Quizás por eso es tan difícil que haya muchos santos, porque entre las personas es muy raro ver el espíritu de sacrificio.

Hace unos pocos años, le preguntaron al Papa Francisco si era pecado comer carne en los días de la Semana Santa, y el Papa con un desenfado muy propio de los argentinos soltó una sonrisa de santidad y respondió: ¿por qué ha ser pecado disfrutar de un buen asado los días santos? Y acto seguido fulminó la interrogante: «pecado es hablar mal del prójimo, difamar, hacer sorna sin justificación, engañar a los demás… pero no es pecado disfrutar de los alimentos que a usted le gustan». Este tipo de aseveraciones de Francisco me sacaron del error de apreciación que tenía sobre él, por el solo hecho de ser argentino.

Quienes andamos lejos de la santidad no la entendemos. Cada Papa, como ser humano, tiene su carácter, su forma de ser, pero lo que lo diferencia de las personas comunes, es que a pesar de estar inmerso en un mundo mediático, asediado por los actos rimbombantes que se escenifican a diario y los ataques que se le hacen al Vaticano, un Papa debe conservar la calma, la serenidad, la paz, algo que es difícil mantener cuando se convierte en el centro de atención del mundo entero, porque una palabra del Papa en relación a un conflicto entre países puede ser la ruta que indique el camino a la solución. 

Un Papa casi siempre es asediado y perseguido por cámaras perversas, por micrófonos bestiales y por periodistas que viven de la difamación papal, incluso un Papa a veces es víctima de calumnias de personas que aunque alguna vez fueron favorecidos por cargos importantes dentro del Vaticano, al estar fuera de los mismos se convirtieron en lobos feroces que buscan devorar a la Santa Sede. Francisco enfrentó con entereza cualquiera de estas situaciones, incluso la vez en que se declaró furibundo seguidor del fútbol, de manera especial del club San Lorenzo de Almagro de Argentina, y no faltó quien dijera que Francisco debería estar en un Estadio y no en el Vaticano.

La muerte del Papa Francisco, que ya se presentía por su deteriorado estado de salud, ha conmovido al catolicismo mundial. Y es posible que también a otros cognomentos del planeta, que aun no siendo católicos, admiraron al Papa Francisco, que a lo largo de su trayectoria demostró que existe la humildad y la bondad en medio de la furia desatada en un ambiente de rigor como el del Vaticano. Su primer gesto de humildad la tuvo con uno de los guardias de la residencia papal, al que le compartió un plato de comida y le pidió que se sentara a disfrutarlo, ante la renuencia del gendarme de abandonar su estricta posición.

Francisco era espontáneo y sincero, solía recomendar a los seguidores de fítbol: lo que serena el ánimo, alegra el espíritu, en pocas palabras el Papa recomendaba que al estadio había que ir a disfrutar el evento y no a agredirse con los seguidores del adversario. Pienso que esto era un don sobrenatural en Francisco, que estaba por encima de la simple condición humana. Aunque era argentino, el Papa Francisco era la cara opuesta a la arrogancia y a la fantochería, de la que, como decía Vargas Llosa, es la principal característica de los argentinos.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 21 de abril de 2025.