
A la gente le encanta que le regalen, no importa quien le dé. Cuando el gobierno abre las arcas para poner dinero en la mano de la gente, las personas se alegran. Bien dice el refrán que a «macho regalado no hay por qué buscarle el lado», al fin y al cabo, cuando el gobierno regala no es dinero de los gobernantes, sino dinero que proviene de las arcas del Estado, que es donde van a dar los impuestos que pagamos los contribuyentes, y los ingresos que provienen de las actividades que realizamos los hondureños. El gobierno, unos más que otros y el actual no tiene comparación, son buenos para regalar y gastar el dinero, mientras desatienden el cumplimiento de las necesidades elementales.
Sin embargo, la forma fraudulenta como se está entregando un bono a muchos ciudadanos es delictiva, porque a las personas que se les da una cantidad, se les roba a la vez. Expliquemos el carácter delictivo de la entrega. El bono supuestamente es de siete mil lempiras, pero los que están haciendo la entrega se quedan con la mitad, por lo que el beneficiario solo percibe 3,500 lempiras, en cambio le hacen firmar un recibo por siete mil lempiras. Toda una tomadura de pelo, un auténtico timo, por lo que muchas personas se resisten a firmar y prefieren rechazar el beneficio del Gobierno de Xiomara Castro. La otra cosa es que, quienes entregan el bono le exigen al beneficiario que deje su documento de identificación, sin dar explicaciones del por qué de la retención de la tarjeta de identidad.
Hay hondureños más avispados que de antemano saben que los 3,500 lempiras que está entregando el gobierno no es una ayuda, sino la compra del voto a través de la retención de la identidad. El gobierno está realizando esta operación con la que pretende matar dos pájaros con un solo tiro: hacerles creer a los hondureños más sencillos que les entregan una cantidad de dinero como ayuda, aunque el objetivo es retener la identidad para atar a esas personas y asegurar un voto forzado en favor de la candidata Rixi Moncada, cuya popularidad entre los hondureños es tan bajo que tiene alarmada a la dirigencia del PLR.
Esta solo es una de las facetas del fraude electoral con el que la alta dirigencia del PLR piensa ganar la elección el 30 de noviembre, aunque la desventaja de Rixi Moncada frente al candidato liberal Salvador Nasralla y el candidato nacionalista Nasry Asfura es de tan enorme distancia que es casi seguro que el fraude no le alcance para superar una votación masiva con capacidad para contrarrestar al más robusto fraude electoral en el que trabaja el coordinador general del PLR. En los entornos de LIBRE se habla en voz baja que el fraude que está montando Mel Zelaya, con asesores extranjeros, es de tan enormes dimensiones, que no habrá forma de probar que Rixi Moncada habrá ganado con una genial operación fraudulenta que sobrepase las proyecciones de voto que hacen encuestadoras como Le Vote y Paradigma.
¿Cómo la observación internacional puede ayudar a las autoridades electorales a detectar el fraude? ¿Tienen capacidad los partidos de oposición para identificar el fraude que monta el PLR en el que se basa para asegurar que LIBRE ya ganó? No todo le ha salido a LIBRE a pedir de boca. La entrega del bono ha creado más discordia que alegría en la gente que hace inmensas colas por varias horas para terminar recibiendo la mitad del dinero que se le había prometido, puesto que el bono de 7,000 lempiras se achica a 3,500, cuando la otra mitad se la embolsa el repartidor, siguiendo fielmente el patrón de Carlos Zelaya: «la mitad para el comandante».
El asunto es que el tal bono ha generado más disconformidad que satisfacción, porque, aunque las personas admiten que el dinero siempre les sirve, en el fondo les queda el resentimiento que el Gobierno de Xiomara Castro los ha engañado una vez más y que, de los 7 mil lempiras prometidos, al percibir solo la mitad, saben que el gobierno usa su nombre para que, gente del mismo entorno de Xiomara Castro hagan clavos de oro con el bono, bajo la condición: confórmese con 3,500 lempiras y entregue su identidad que le será devuelta en unos días. El bono, entonces, es otro fraude del Gobierno de Xiomara Castro, y quienes se deciden a recibirlo recortado a la mitad, saben que al final de cuentas se trata de una contraprestación: reciben 3,500 lempiras, pero a cambio tienen que entregar el documento de identidad. Un trato especifico que en el Código Penal está tipificado como fraude, por el que los funcionarios del gobierno que lo realizan deben ir a prisión como hechores y autores materiales, mientras que otro tanto debe suceder con los autores intelectuales que son los miembros de la elite del gobierno.
Aquí entra de nuevo la controversial figura del fiscal general Johel Zelaya, que entendemos que conoce perfectamente de este fraude cometido por el mismo gobierno, al anunciar un bono del que, al final solo se entrega la mitad, se retiene la otra mitad y se esquilma al beneficiario reteniéndole la tarjeta de identidad para usarla como parte del fraude electoral. Estamos seguros que esto no lo investigará el fiscal general Johel Zelaya, aunque el gobierno cometa fraude en doble vía: engañando a las personas al entregarles solo la mitad de un bono de 7 mil lempiras y retenerles la identidad para usarlo en el fraude electoral. Cualquiera de las organizaciones de la sociedad civil debería al menos denunciar el doble delito del fraude impune cometido por el Gobierno de Xiomara Castro en la entrega de un bono que crea más discordia que alegría.
En esto último pensamos que estriba el castigo natural: el gobierno incrementará en su contra el voto de castigo que ya se observa en los resultados de las encuestas de Paradigma y Le Vote.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 17 de octubre de 2025.