
San Mamés acogió la final de la Europa League entre Tottenham y Manchester United, un duelo inglés que llenó Bilbao de un aire británico, evocando al legendario Míster Petland. Las calles de la ciudad vibraron con el fútbol, como en un eco del River-Boca de Madrid. El partido, sin embargo, no brilló en la primera parte, con ambos equipos, situados 16º y 17º en la Premier, jugando con cautela y miedo a perder, pero con los Spurs decisivos al abrir el marcador al 42 con Brennan Johnson. La segunda mitad trajo emoción con un Manchester United más ofensivo, liderado por Garnacho, pero no logró remontar. Tottenham se impuso con un gol en propia puerta, asegurando su plaza en la próxima Champions como sexto equipo inglés.
El triunfo fue especial para Tottenham y su entrenador, Ange Postecoglou, un griego-australiano con una carrera singular, marcada por su paso por el Celtic y su admiración por Puskas. Pese a las lesiones y críticas, su equipo celebró un éxito que, aunque llegó por un gol poco estético, lleva el sello de la resiliencia. Manchester United, en cambio, se despide de Europa la próxima temporada, mientras el espíritu de Danny Blanchflower, ícono Spur, parece sonreír desde el cielo.