
Por Nery Alexis Gaitán
Honduras es un bello país y los hondureños somos un pueblo noble que ansiamos ser más prósperos y vivir en paz, bajo el manto de una democracia con más justicia social. Es lo justo, es buscar un mejor destino al cual tenemos derecho.
Los dirigentes, de todas las denominaciones religiosas, sociales y políticas debiesen enfilar todos sus esfuerzos y propósitos en construir un mejor país para cada compatriota. Trabajar a favor del bienestar común, apartando intereses mezquinos, debe ser la obligación primordial desde cualquier tribuna
de lucha y esfuerzo.
Enorme responsabilidad tienen sobre sus hombros los que dirigen el país y rigen la vida pública. Es por ello que los políticos deben ser honrados, sinceros, amantes de la justicia y propensos a hacer el bien. Es la ruta de la prosperidad cuando se genera un ambiente de confianza para acceder a fuentes de trabajo,
nuevas inversiones, un sistema de salud operativo, construcción de carreteras, infraestructuras, etc.
Esta larga introducción es para ubicarnos que los políticos deben ser personas de bien. Pero en nuestro ambiente los políticos son personas que en su mayoría han perdido los altos valores morales y espirituales y se dedican en exclusiva a enriquecerse del erario público, condenando al pueblo a la miseria.
Por eso esta campaña política es fiel reflejo de los fines que persiguen los políticos deshonestos, que para llegar al poder no les importa engañar al pueblo, insultar, injuriar, descalificar de todas las formas posibles a los adversarios políticos. Y es lo que estamos viendo en la actualidad, a 45 días de
las elecciones generales.
Los ataques viscerales están a la orden del día, como el ataque a Salvador Nasralla por parte del vicecanciller, Gerardo Torres, que sólo refleja inmundicia humana y se lleva de encuentro la alta posición que ostenta como funcionario público. Y es que lo soez parece ser la norma de funcionarios de Libre,
llevándose la corona Ricardo Salgado, el ministro de Planificación Estratégica, y la flamante ministra de Salud, Carla Paredes.
Pero los ataques los vemos a todo nivel por parte de los partidarios de la refundación, generando así violencia política con saldos trágicos. Y es que los colectivos, la Mancha Brava de Libre, están muy bien entrenados para desatar la violencia en cualquier lugar y en cualquier momento.
El discurso confrontativo de la candidata presidencial así lo confirma. En cada presentación oímos lo de siempre, que los culpables de todo lo que pasa en el país son los golpistas, y la narcodictadura que gobernó 12 años y siete meses. Y que no volverán.
Con extrema saña ataca a los empresarios, a la empresa privada en general como cómplice de la miseria que impera en el país. Ataca a los adversarios de forma vil y promueve la división de la familia hondureña.
Menciona que no ha llegado sola a la campaña, y eso es cierto, la acompaña la asqueante y desbordada corrupción que ha imperado en este gobierno de Libre. Sería bueno que hablara de la venta de niños, del planillazo en el IHSS, del caso de corrupción de Sedesol, que según denuncias de diputados de su mismo partido, con ese dinero se le financió la campaña de las elecciones internas. También urge que aclare lo del narcovideo de Carlos Zelaya, que involucra a la familia presidencial.
Debería también explicar en su discurso de odio por qué su gobierno no le cumplió al pueblo las promesas de campaña que le hizo. Nunca vino la CICIH, no quitaron los peajes, no vendieron los carros de lujo, etc., etc.
Es digno de ejemplo, Nasry Asfura, que no contesta ningún insulto, su política es ofrecer trabajo y más trabajo. Y su discurso es unificador.
Es triste constatar que los políticos continúan dañando al pueblo hondureño sin misericordia alguna.
