
El inmortal psiquiatra Sigmund Freud definía la maldad como la inclinación innata de ciertas personas a hacer el mal, la agresión, la destrucción y con ellas, también la crueldad. Ampliando el concepto de Freud, la maldad es el ejercicio del poder que tiene una persona para hacer daño a otros, de manera expresa, disfrutando además de la fechoría. Para conocer más de la maldad, hay que estudiar la «ponerología», que es la ciencia del mal, que se basa en conceptos de Psicología, Psicopatología, Sociología, Filosofía y también historia. La maldad aflora mucho en las contiendas políticas, donde la ambición desmedida de poder lleva a ciertos políticos a la pudrición humana, que es la forma más degradada en la que puede caer todo aquel que acude a la inescrupulosidad para hacer daño.
Ayer vimos un caso verdaderamente repugnante de maldad y suciedad en el vicecanciller Gerardo Torres del Partido LIBRE, al publicar en forma amañada un video donde aparece el candidato liberal Salvador Nasralla, en la clásica pose política, agachado, abrazando a una niña, de apenas siete años de edad, conversando y dándole un beso en la mejilla. Gerardo Torres no tuvo empacho para interpretar el acto político del candidato liberal en la forma más maliciosa y perversa, acusándolo de pedófilo, un defecto que sin duda no figura entre los defectos de Salvador Nasralla. La visión perversa de Gerardo Torres, de aprovechar la imagen de una niña, refleja el estado de desesperación que tiene crispados a los dirigentes del PLR, que ven como se les acaba el tiempo en que han estado abusando de las mieles del poder.
En la cofradía marxista que hemos conocido en Honduras, desde que estudiábamos en la Universidad Nacional, coincidimos con compañeros de estudio que fantaseaban ingeniosamente sobre las virtudes de la sociedad marxista-socialista, todos enganchados en la mentira porque desde entonces ya conocíamos las pobres condiciones en que vivían los países gobernados por regímenes marxistas socialistas. Pero, en honor a la verdad, todos aquellos compañeros no pasaban de fantasiosos, la maldad no estaba clasificada en su forma de ser, por lo menos a los que conocimos y con los que compartimos las aulas universitarias.
Escuchar y ver a Gerardo Torres, acusar de pedofilia al candidato liberal Salvador Nasralla es el empecinamiento de hacer daño al adversario sin tener un asidero comprobable. Por lo general, todo político hace de todo para ganar adeptos y tener votos para ser electo. Pero, si de mentiras se trata, ningún candidato miente tanto como Rixi Moncada, porque todo lo que está ofreciendo en sus discursos son tareas que debieron hacerse en el gobierno de Xiomara Castro. Lo más cómico de los discursos de Rixi Moncada es cuando engola la voz para prometer que va a combatir la corrupción, un mal que tiene el patrocinio del actual gobierno del PLR, en el que no se castiga a ninguno de los funcionarios que de manera impúdica confiesan manosear el dinero público.
Sin duda que la candidata Rixi Moncada anda mal en las mediciones de intención de voto, aunque debe andar peor para que Gerardo Torres acuda al expediente más despreciable y repugnante como es el de mentir de una forma monstruosa para destruir al adversario que más pesa en las encuestas, usando la imagen de una niña inocente que se acerca al candidato liberal, que, por ser una figura muy popular en la televisión, resulta atractivo para la gente de todas las edades. Y el político que quiere obtener ventaja de los afectos del público no le puede rehuir a una fotografía con la persona que se la solicite. Me sucede en lo personal, que, por estar todos los días en la televisión, a diario recibo muchas muestras de cariño cuando voy a sitios como restaurantes o supermercados. Y siento que atender estas manifestaciones, más que un deber, es un honor.
He preguntado a varias personas de mi entorno si ven una pizca de malicia en el abrazo que Salvador Nasralla le dio a la niña, y me han dicho que el gesto y el abrazo del candidato liberal es de lo más normal, igual que me ha parecido a mí, tanto como hombre como padre de familia. Sin embargo, para el político perverso lo más natural lo convierte en lo más aprovechable para dañar la imagen del adversario. Por eso, creímos conveniente remitimos a Freud para recordar el concepto con el que definió la maldad. Y sin duda que su concepto de la inclinación innata de la persona para hacer el mal, encaja en la conducta del vicecanciller Gerardo Torres, sin dejar por fuera el ánimo de destruir y la crueldad. Porque el daño Gerardo Torres no se lo hace a Salvador Nasralla, sino a la pequeña y a sus padres, que perfectamente pueden demandarlo en los tribunales aunque sea para sentar un precedente.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 3 de octubre de 2025.