EL RIDÍCULO TAMBIEN MATA

En el mundo de la comedia, el cómico Mario Moreno «Cantinflas» era un verdadero genio para ridiculizar a los más empedernidos embusteros que, por tener dinero o poder, abusaban de los más humildes. En cada película, cualquiera que fuera el tema o el más inverosímil de sus personajes, «Cantinflas» siempre daba una lección demoledora que ponía a los abusivos en su lugar. «Cantinflas» solo golpeaba exponiendo a los abusivos a través del ridículo de sus actos y acciones. La moraleja de «Cantinflas» era que el ridículo daña más al abusivo que a la víctima.

Un caso patético de ridículo es el que hizo el gobierno y la fiscalía general al ordenar la detención de tres ciudadanos, cuyo gran pecado cometido fue hablar jerga contra el coordinador de gobierno Mel Zelaya. Por pronunciar unos vocablos que son propios de la nomenclatura popular de la hinchada hondureña, el fiscal general hizo el ridículo infantil de alterar la voz, como cuando el niño terco exige que le den todos los confites de la piñata, gritando que tenía un caso de gran calibre, de tres individuos que planeaban asesinar al expresidente Zelaya y de paso desburrungar al Gobierno de Xiomara y boicotear las elecciones. Pero, cuando presentaron a los tres pobres calandracas, el fiscal general quedo como el hazmerreír por un largo tiempo.

Tres pobres hombres de edad mayor, con la cara asustada por no saber porque diantres los acusaban de algo imposible para ellos, comparecían angustiados de no entender en que lio se habían metido por andar hablando jerga, que es el lenguaje más popular entre los hondureños cuando quieren matar con la lengua a los que le hacen daño a Honduras, pero como en su momento Quevedo le dijo a sus detractores: «nadie con la lengua mata», dicho en sentido figurado, ninguna expresión verbal por más encendida y calenturienta que sea, tiene capacidad de matar a un fulano, de derribar a un mandatario y de paso echar a perder algo tan importante como son las elecciones de autoridades del país.

De lejos se ve que el fiscal Johel Zelaya es más parecido a un bloguero que a un funcionario serio del Ministerio Publico, porque dejarse sorprender con un encargo tan circense, como fue el de colocar en el banquillo a tres pobres calandracas como si fueran un pelotón de complotadores profesionales, demuestra que el señor Johel Zelaya ha perdido el control o la noción de la información. Y que por lo menos, el 80 por ciento de sus deducciones como abogado, no le permiten distinguir entre un ratón y un rinoceronte.

Un complotador no tiene cara de espanto, un complotador espanta con el simple rictus de su rostro. Por ejemplo, espanta verdaderamente ver las expresiones corporales de la candidata presidencial Rixi Moncada, cuando no puede ocultar el odio manifiesto que lanza en sus discursos contra sus opositores y todos cuantos no le apoyan en sus pretensiones por perpetuarse en el poder. El filósofo Liu Junning, uno de los principales críticos de los soberbios que abusan del poder, decía que todo aquel que se exhibe abusando de sus facultades, en el fondo es más pequeño que una hormiga, porque este insecto al menos sabe que subiendo al lomo de un elefante, siendo una masa enorme de carne y esqueleto, es tan indefenso una vez que la hormiga lo ataca por medio de sus piquetes en el lomo, donde el paquidermo no tiene cómo defenderse.

No basta tener el poder para saciarse contra los indefensos, porque al hacerlo los abusivos se ganan los misiles de la vindicta publica, que hoy le ha dedicado al fiscal Johel Zelaya los más severos y mordaces ataques por hacer semejante ridículo de buscar culpables en tres pobres hondureños cuyo pecado capital fue hablar jerga y volarle paja a quienes desgobiernan. Porque afortunadamente la jerga no es un arsenal de misiles, solo es el vocablo callejero con el que la gente se saca los clavos que nos ensartan las personas que nos desgobiernan. El gobierno debería de sacar la pata para enmendar el ridículo a que lo llevo el fiscal Johel Zelaya, poniendo en el paredón del nervosismo a tres pobres ancianos que en su condición de ciudadanos, creían tener el derecho de dar rienda suelta a su malestar por medio de la jerga procaz, que por fortuna no contiene pólvora ni otro tipo de explosivos. 

Hoy, los tres ancianos desbocados pagan caro el exceso de poder con el que la alta dirigencia del PLR quiere demostrar que aquí mandan ellos y que, como en cuento de Atila, el rey de los Hunos, donde se para Mel Zelaya, ni la hierba vuelve a crecer. Pero ese exceso de abuso de poder solo lleva a un logro negativo: una antipatía total en el pueblo, que se manifestará en una derrota aplastante para su candidata, porque esta vez los hondureños están decididos a votar por un candidato que no esté vinculado a la corrupción, al narcotráfico y al abuso de poder.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy miércoles 27 de agosto de 2025.