CON EL DELINCUENTE O CON LA VÍCTIMA

En la medida que transcurren las semanas y los meses, cuando nos acercamos al día de las elecciones (30 de noviembre) el pueblo hondureño ira viendo diversos sondeos y encuestas que se realizan, unos de manera frontal a los ciudadanos de a pie, con la interrogante formulada en forma descarnada: ¿»y usted por quién votaría para Presidente»? Las respuestas son variadas, aunque no con mucha sorpresa escuchamos y vemos a varios ciudadanos expresarse con la respuesta más agria que, como personas supuestamente responsables, se desvinculan del deber patriótico de votar para elegir a quienes nos gobernaran. El responder que no votarán por nadie, porque «todos son ladrones» es la forma más simplista de demostrar la más cruel de las irresponsabilidades que es abstenerse, y con ello, darle el beneficio al que gobierna, aunque lo esté haciendo de la peor forma y fundamentalmente en perjuicio de todo el país. 

A los medios de opinión pública se nos impone el deber de apelar a la sensibilidad cívica de nuestros compatriotas, para que actúen alineados con la corrección política de votar por el sostenimiento del sistema democrático, inclinados en forma natural al candidato presidencial, candidatos a diputados y alcaldes, que no estén vinculados de ninguna manera con el crimen organizado, entendiéndose esto, que no aparezcan en ningún momento relacionados con el narcotráfico y alguna organización del crimen organizado. O sea que, los hondureños de nuevo vamos a estar, como en elecciones anteriores, entre votar por candidatos de partidos que han estado muy lacrados por su relación con los sectores de la criminalidad, o escoger en forma meticulosa a aquel candidato presidencial, candidatos a diputados y alcaldes, que no tengan ninguna vinculación con los sectores oscuros de la sociedad.

Inclinarse por los aspirantes que a todas luces están limpios en su conducta ciudadana, política y profesional, no es algo difícil ni mucho menos imposible, afortunadamente vivimos en un país pequeño donde todos nos conocemos, desde saber quiénes son los aspirantes que están lastrados por sus amistades del mundo oscuro, y aquellos que han preferido mantenerse a la luz del día, sin mancharse con la ilegalidad de las actividades delictivas. Porque, como en cualquier otra actividad, también se puede estar en la trayectoria política, con espíritu de servicio a la ciudadanía, sin militar en el lado infractor donde todo lo que se hace transgrede la ley, porque en su vida a esas personas se les ha vuelto una costumbre obtener dinero fácil.

La actividad política en Honduras, como en otros países vecinos y algunos lejanos, se ha convertido en un nicho al que entran personas depredadoras de la democracia, cuyo objetivo personal es enriquecerse de manera rápida y fácil, y encuentran en el mundo del hampa aliados poderosísimos que obtienen mucho dinero con la actividad de las drogas, que se prestan para financiar a los aspirantes politicos que les abren las puertas. Hay muchas pruebas testimoniales de este vínculo peligroso que han sido registradas en videos, uno de los cuales fue expuesto recientemente al mundo entero por la calificada revista de investigación Insight Crime.

Esta vez los hondureños tenemos que votar con pulso ciudadano, no equivocarnos otorgándole el voto a los que, comprobado está, no se pueden desligar de la actividad delictiva, porque si los hondureños se equivocan es porque habrán escogido de nuevo autocondenarse para seguir siendo las víctimas, como sucedió en 2021. Tenemos la grandiosa oportunidad este 30 de noviembre de votar en favor de los aspirantes identificados con los criminales, en cuyo caso, será porque los hondureños se habrán acostumbrado con actitud masoquista a seguir siendo gobernados por los aspirantes maculados con la sombra del crimen, porque a lo mejor al hondureño le encanta seguir viviendo como víctima de este tipo de autoridades, que al asumir el poder se convierten en desgobiernos, como hemos vivido estos tres años y medio.

Sin embargo, en la papeleta electoral que el CNE nos entregará el 30 de noviembre, hay aspirantes de conducta honrosa, suficientemente limpia, que no tienen en ningún momento de su vida una sombra que oscurezca su trayectoria ciudadana y profesional. En la inmensa mayoría de la población hondureña se escucha el clamor popular de la ciudadanía de estar harta de tanta corrupción y tanta impunidad. En este sentido el actual Gobierno del PLR trabajó con la teoría de los contrarios, ofreciendo la CICIH en forma demagógica, pero a la vez haciendo todo lo posible porque este organismo no se instale en Honduras, porque eso sería el suicidio del gobierno que tiene rajaduras enormes en el aspecto moral, comenzando por imponer una directiva ilegal en el Congreso Nacional, de donde han derivado una cantidad de barbaridades que han acabado con la institucionalidad del país que hoy vive fuera del Estado de Derecho.

El debate cada vez está más encendido: la sociedad civil propugna por la sustitución de un alto mando militar corrompido, que pregona una falsa moralidad desde el fango de la inmoralidad que practica, al voltearle la espalda a la Constitución y ofrecerse como meretriz de turno al gobierno, para destruir el proceso democrático. La postura del electorado hondureño este próximo 30 de noviembre estará en dos polos opuestos: o vota por la decencia enarbolada por los aspirantes que no han tenido ni tienen vinculación con los sectores oscuros de la nación, o seguir viviendo como víctimas, beneficiando con su voto a los aspirantes plenamente identificados con el sector criminal.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy martes 1 de julio de 2025.