
La Administración de Donald Trump anunció el cierre definitivo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), creada en 1961 para canalizar ayuda humanitaria y de desarrollo a nivel mundial. El proceso de desmantelamiento, iniciado en febrero con recortes impulsados por Elon Musk, culminó con la transferencia de la gestión de asistencia internacional al Departamento de Estado. El secretario de Estado, Marco Rubio, afirmó que la Usaid no cumplió sus objetivos tras la Guerra Fría, criticando que financió ONG a expensas de los contribuyentes y prometiendo una ayuda exterior más alineada con los intereses nacionales de EE. UU.
Rubio señaló que la Usaid actuaba más como una organización benéfica que como un instrumento de política exterior, acusándola de apoyar grupos antiestadounidenses. De los 10,000 empleados y contratistas de la agencia, solo 294 permanecerán en funciones mínimas tras la cancelación del 83 % de sus programas. Expertos advierten que este cierre dejará un vacío en programas de salud y educación, con un estudio de The Lancet proyectando hasta 14 millones de muertes prevenibles para 2030. Aunque reconocida por reducir la mortalidad por VIH/Sida y malaria, la Usaid también enfrentó críticas por priorizar intereses políticos de Washington.