TRABAJAR POR EL BIEN DE TODOS

Por: Nery Alexis Gaitán

Con justa razón se dice que el trabajo ha creado al hombre. El constructor de sociedades maravillosas que deslumbran en los pabellones de la vida. Es impresionante cuando un pueblo, con objetivos comunes, se dispone a crear condiciones de vida encaminadas hacia la excelencia; el resultado es la prosperidad en todos los aspectos del vivir.

El valor del trabajo es inconmensurable, Nuestro poeta, Alfonso Guillén Zelaya, lo dejó plasmado en su ensayo humanista, donde expone, entre otros valiosos conceptos: “Lo esencial no está en ser poeta, ni artista, ni filósofo. Lo esencial es que cada uno tenga la dignidad de su trabajo, la alegría de su trabajo, la conciencia de su trabajo. El orgullo de hacer las cosas bien, el entusiasmo de sentirse satisfecho, de querer lo suyo, es la sana recompensa de los fuertes, de los que tienen el corazón robusto y el espíritu límpido”.

Es así que, el trabajo es la herramienta que construye la vida. Razón por la cual cada miembro de la sociedad tiene una enorme responsabilidad en trabajar por que se construya, cada día, una patria mejor y más digna para que vivan con felicidad nuestros hijos y las generaciones que vendrán.

Los que dirigen la sociedad deben trabajar valiosamente en pos de un Plan de Nación que contenga las soluciones a corto, mediano y largo plazo, para resolver los graves problemas que enfrenta una nación pobre como Honduras. Se deberá hacer énfasis en establecer un sistema de salud eficiente, mejorar la educación pública, desarrollar la estructura vial, generar empleo, garantizar la seguridad ciudadana, entre otros aspectos.

Es así que, los que gobiernan deben dar lo mejor de sí, ayudando a construir un mejor país, para el bienestar de todos los ciudadanos. El Presupuesto Nacional debe utilizarse sabiamente.
Pero este Plan de Nación no se puede echar a andar sin el concurso de todos los ciudadanos. El involucramiento por construir una patria mejor es responsabilidad de todos. Una patria dividida en sus propósitos no prospera, es así como el barco que no encuentra un puerto seguro cuando no sabe adónde ir.

Los valores y su aplicación en la vida diaria son la columna vertebral del maderamen de la nueva patria. Con ellos se construye y se edifica en el bien y para el bien. La identidad nacional, es decir nuestro modo de vivir, en todo momento debe ser reforzada con la escala de valores trascendentes que dignifican la vida. Es el camino de la prosperidad.

Es necesario entender que el trabajo por el bienestar de todos radica en los actos de cada ciudadano, que debe ser honesto, responsable y disciplinado. Volviendo al poeta, Guillén Zelaya, cada uno debe ser responsable por realizar su trabajo conscientemente; es decir, con agrado, con calidad, con la motivación precisa para trabajar honrada y honestamente para ayudar a los demás. Sin importar el trabajo que sea, porque todo trabajo es valioso en las arcas de la vida.

El zapatero debe hacer los mejores zapatos que pueda; el albañil levantar paredes y construir casas de calidad; el dependiente atender con prontitud y esmero a la clientela; el médico debe tratar con gentileza a sus pacientes y brindarles el tratamiento más efectivo para curar sus enfermedades; los gobernantes deberán actuar con honradez en todos sus actos; y así, cada ciudadano deberá hacer su labor correctamente para el bienestar propio, de sus familiares y de la patria.

Sólo, si cada quien hace lo que le corresponde, trabajará por el bien común. Al final se trata de valores y su correcta aplicación en la vida práctica. Si cambiamos para bien, con honradez y disciplina, construiremos un país próspero. Es el camino correcto, así haremos la diferencia.