
En el constante batallar por la causa política de la defensa de la democracia, los medios de comunicación nos olvidamos de librar una batalla que es tan fundamental como la anterior, que es el «mal de la inconsciencia que se apodera de las personas», cuando los ciudadanos nos petrificamos ante los abusos que el avance del progreso de nuestras ciudades termina por quitarnos el bienestar que nos corresponde defender, porque de ello depende en gran medida disfrutar de una buena calidad de vida. Decíamos el pasado viernes, que la carrera loca por las altísimas construcciones verticales en nuestra capital, nos está cercando poco a poco, saliéndose de la ruta comercial para invadir las zonas residenciales que, ante el surgimiento de estas grandes moles verticales, se nos esta condenando a los vecinos de las colonias a emigrar o huir del estruendo vehicular y de las carencias del elemento fundamental que es el agua potable, porque cada uno de estos rascacielos llega dotado de bombas succionadoras que se chupan todo el agua, dejando a las casas familiares en la miseria.
Los vecinos de Altos de Miramontes y la colonia Miramontes viven en esta zona desde hace varias décadas y han sobrevivido a la escasez general del agua, pagando sumas adicionales para dotarse del líquido con los abastecedores privados que cobran 1.500 lempiras por una cisterna. El anuncio de una obra gigantesca de dos torres con 400 apartamentos es una temeridad que amenaza a los vecindarios de estas colonias, porque no solo incidiría en la escasez de agua potable sino en el inevitable colapso de la red del alcantarillado sanitario de aguas negras, o aguas residuales.
Aparte de estos quebrantos de bienestar que contraerá una obra imponentemente negativa para los residentes de Miramontes, donde habemos personas residiendo desde hace cuatro y cinco décadas, debe saber la comunidad en general que esta zona descansa sobre la falla de Tegucigalpa, que es un quebranto geográfico que se activa en varias épocas del año y que gracias a Dios, hasta ahora no ha producido mayores perjuicios. El aspecto del Código de Construcción ha sido violentado por algunas firmas constructoras, que si bien están en su perfecto derecho de dinamizar y ampliar sus actividades comerciales, las mismas tienen un límite que está marcado donde comienzan los derechos del resto de los habitantes de la capital, que tributamos a nuestra alcaldía con el pago de los impuestos de bienes inmuebles, y al Gobierno de la República, con el montón de impuestos que nos joroban la vida, y que hace de Honduras el país donde los ciudadanos y las empresas vivimos para pagar impuestos que terminan siendo derrochados o dilapidados.
Torres con 400 apartamentos en una zona residencial como la Miramontes y Altos de Miramontes, son obras que significan una temeridad, porque una cantidad tan grande de apartamentos impactará en forma negativa en el campo ambiental de los residentes, es casi obligarnos a los residentes a emigrar de esta zona, porque al entrar a operar tantos apartamentos, el agua será escasa, mientras que la red de tubería de aguas residuales o aguas negras podría colapsar en poco tiempo. Los proyectistas de estas torres son muy hábiles para engañar a los vecinos, haciéndoles creer que las torres están diseñadas con pozos de agua potable, pero que seguramente se van a abastecer del agua potable de las tuberías, de manera que succionarán toda el agua el día que llegue, dejando a las residencias en la pura lata de una carencia absoluta de agua.
Ya en otras zonas como los Castaños, Lomas del Castaño y Lomas del Guijarro, están viviendo las consecuencias provocadas por la hilera de varios rascacielos que se levantan en forma majestuosa, pero que en la medida que los apartamentos son rentados, hacen rebalsar las tuberías de aguas negras, por lo que, cuando se transita por sus calles, es frecuente ver como estas están infestadas de aguas residuales que se han salido de las tuberías colapsadas. El problema ha radicado en que los proyectistas logran convencer a los funcionarios de las oficinas ambientalistas para que les otorguen la licencia, asegurando que han socializado con los vecindarios, y en efecto, logran la complacencia de ciertos vecinos que no tienen siquiera idea del problema ambiental que origina una torre gigantesca de apartamentos.
Tegucigalpa, por infortunio, no tiene las condiciones geográficas para inundarse de este tipo de construcciones gigantescas, desearíamos ser una ciudad con las condiciones de Miami o de cualquier otra ciudad de superficie plana con suelos sólidos, para resistir los enormes pesos de estas grandes edificaciones, pero somos una ciudad de origen minero, que en tiempos de la colonización fue perforada de túneles para extraer oro y plata. Aparte de eso, la naturaleza no fue benigna con nuestra capital, al cruzarla de fallas en la corteza terrestre, como la falla de Tegucigalpa, por lo que, a decir de los ingenieros estructurales de gran experiencia como el recordado Armando Sierra Morazán, hay que observar con cuidado los diferentes tipos de suelo, entre los cuales hay unos que no son aptos para sostener edificaciones altas.
Ha habido casos en la capital en que los proyectistas de estos edificios altos, para conseguir la licencia ambiental logran convencer a las personas de las oficinas ambientales haciéndoles creer que la obra tendrá una categoría más baja, para que, de esa forma la autoridad ambiental les otorgue la licencia. La obra de Altos de Miramontes que se proponen construir es una temeridad que amenaza el futuro ambiental de un vecindario que tributa y que merece que se le respete. Seguro que en ese lugar se puede construir cualquier otra edificación u obra que no tenga la dimensión de las torres de 400 apartamentos que se pretende levantar. Sin el ánimo de constituirnos en enemigos del progreso de la capital, pero con todo el derecho que nos asiste como vecinos contribuyentes de defender el futuro de nuestro bienestar, excitamos a todo el vecindario de la Miramontes y Altos de Miramontes a pronunciarnos en contra de esa obra temeraria que amenaza con nuestro futuro ambiental y que, por ende, constituye una amenaza para nuestra vida y la de nuestras familias.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 28 de abril de 2025.