
La disposición del jefe del EMC de las FFAA, Roosevelt Hernández, solicitando a los oficiales de varias promociones la devolución de sus respectivas armas de reglamento, mismas que la institución les permite conservar como una pertenencia personal como derecho por sus servicios profesionales, sin duda que está motivada por una crisis de confianza del alto jefe militar con sus subalternos, en momentos que ha sido cuestionado por la opinión pública por una serie de acciones que lo dejan en entredicho y con las cuales arrastra a las FFAA al desprestigio.
No es la primera vez que los conflictos internos entre los militares afloran a la luz pública. Las crisis de confianza en la institución armada datan de hace muchos años, pero de las que podemos dar fe porque las vivimos en pleno ejercicio periodístico, recordamos la de abril de 1975, cuando el entonces Consejo Superior de las Fuerzas Armadas destituyo al Gral. Oswaldo López Arellano como jefe de Estado y jefe de las FFAA, luego del escándalo del soborno bananero, pagado por la United Brands para rebajar el impuesto de exportación del banano. La crisis se desarrolló en un mismo día, porque la denuncia del soborno la destapamos en una radio hondureña en horas de la mañana y a la 1 de la tarde, López Arellano ya era historia, porque el Consejo Superior de las FFAA lo había defenestrado de los dos cargos.
Le sucedió el Gral. Juan Alberto Melgar Castro, en los dos cargos, jefe de Estado y jefe de las FFAA en forma simultánea. A su vez, Melgar Castro fue destituido por el Consejo Superior en 1977, por inmiscuirse en la política al aceptar presidir una campaña bautizada con el nombre de Contacto Directo, con la que intentaría convertirse en Presidente de la República, sin contar con el respaldo de las FFAA. A Melgar Castro le sucedió una Junta Militar de Gobierno formada por un triunvirato militar, presidido por el Gral. Policarpo Paz García, comandante general del Ejército e integrado por los Grales. Amílcar Zelaya, comandante de la policía conocida como Fuerza de Seguridad Pública, y Domingo Álvarez, comandante de la FAH.
Ya en el retorno al orden constitucional, en 1984, el Gral. Gustavo Álvarez Martínez fue defenestrado como jefe de las FFAA tras ser capturado en el aeropuerto de SPS por subalternos que participaron en una operación relámpago, por resentir un trato irrespetuoso y grosero contra el resto de la oficialidad militar, en su lugar fue sustituido por el Gral. Walter López Reyes, que fungía como comandante de la FAH. En 1990 fue destituido como jefe de las FFAA, Gral. Arnulfo Cantarero, por un comportamiento confrontativo con varios de sus colegas y con la prensa nacional, arrebatos que solo le permitieron permanecer en el cargo por un corto periodo de 10 meses.
Los «golpes de barraca» como se le conocen a las separaciones intempestivas de los jefes de las FFAA, ocurren cuando el alto jefe militar se deja apoderar por las tentaciones de poder, dominar por la soberbia y por penetrar en los terrenos movedizos de la política, que es una actividad que no mira bien el resto de la oficialidad de las FFAA. La orden emitida por Roosevelt Hernández solicitando que los oficiales miembros de las promociones 28, 29 y 30 entreguen sus armas de reglamento, responde a una nueva crisis de confianza en el seno de las FFAA, por lo que, en el entorno de los oficiales retirados empezó a circular el comentario generalizado que hay una crisis en el interior de la institución, considerando la disposición de desarme como una medida de protección para el jefe del EMC, Roosevelt Hernández.
Solicitar la devolución de las armas no es una medida de austeridad como lo pretende justificar Roosevelt Hernández de manera infantil; para los oficiales resulta una disposición humillante, porque todo oficial activo o en reserva tiene derecho por tradición a conservar su arma como una pertenencia que acredita su trayectoria en la institución en la que se formaron y le han entregado lo mejor de su vida. Proceder a desarmarlos es señal de temor, y solo temen los que han faltado o han mancillado el honor de las FFAA, por acciones indebidas o por faltas cometidas. Faltar el respeto y humillar a los oficiales de tres promociones, es otro error mayúsculo que comete Roosevelt Hernández, igual como lo hicieron varios de sus antecesores que terminaron siendo defenestrados por sus propios compañeros de armas.
A partir de 1977, los militares optaron por retirarse de la vida pública y dedicarse a su actividad militar, alejándose de toda participación de la vida política. Es hasta el actual momento con Roosevelt Hernández como jefe del EMC, cuando las FFAA vuelven al protagonismo político con la evidente connivencia del actual jefe del EMC con el alto nivel del gobierno y del PLR.
La gota que rebalsa la copa es la actuación de Roosevelt Hernández en el pasado evento electoral primario donde el honor de las FFAA ha quedado mancillado, cuando es evidente que elementos militares tuvieron participación en el boicot electoral, lo que de nuevo ha puesto en la picota pública internacional a las FFAA al ser mencionadas en una denuncia de la congresista María Elvira Salazar, refiriéndose a que elementos corruptos de las FFAA amenazan a la presidente del CNE, Cossette López. Las FFAA venían realizando una labor encomiable, adoptando un perfil que corresponde a la condición apolítica que les manda la Constitución de la República, misma que ha sido interrumpida por el papel que desempeña Roosevelt Hernández, quien participa en actividades del Gobierno del PLR y en ocasiones en ciertos actos del PLR.
Pedirle las armas que conservan como un derecho, a los oficiales de las promociones 28, 29 y 30, ha indignado al amplio contingente de oficiales en condición de retiro. Hay un clima de malestar e indignación en los oficiales agraviados y, en general, en todos los sectores de la FFAA. Y, sobre todo, porque pedirle el arma a un oficial de las FFAA es la peor de las humillaciones que se le puede hacer. Para un alto oficial militar, más que una ofensa, equivale a ponerlo de rodillas.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 4 de abril de 2025.