Nery Alexis Gaitán
Quedó muy en el pasado cuando los motoristas se podían desplazar con rapidez, calma y tranquilidad por las calles de nuestras ciudades gemelas. El tráfico era ordenado y los peatones no eran tan imprudentes al cruzar calles y avenidas.
Hoy todo ha cambiado, la ciudad ha colapsado en movilidad vial. Conducir es un martirio. Tiene capacidad para que se movilicen alrededor de doscientos mil vehículos, pero ese número se ha rebasado y ahora circulan, en un caos horrible, alrededor de 800 mil que incluye los vehículos de los municipios cercanos. Las vías son insuficientes para albergar a tanto carro, y la situación sería peor si Tito Asfura no hubiera creado nuevas vías y pasos a desnivel entre otros. Es innegable que le dio un nuevo rostro a la ciudad.
Las horas pico empiezan desde las 6 de la mañana y quizás hasta después de las 9am; por la tarde a partir de las 3pm hasta mínimo 8 de la noche. Aunque, a decir verdad, los grandes congestionamientos van más allá de la hora pico, a toda hora se encuentran vehículos haciendo fila a vuelta de rueda.
La alcaldía ha tomado algunas medidas para aliviar este caos cambiando horario a los empleados, pero no se ha visto que funcione. Y los problemas más bien tienden a acentuarse; antes se llegaba a un lugar en 15 minutos ahora se llega en una hora.
A esto hay que agregar la poca educación vial por parte de conductores particulares. Al conductor no le importa hacer doble fila, quitar la vía a otro conductor o estacionarse donde le dé la gana. La agresividad manifiesta hace que el tráfico vehicular se complique más, y a veces eso incrementa los accidentes vehiculares. De nada sirve que se aplique la Ley de Tránsito; aquí no se respeta. Además, los miembros de la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte, que podrían ayudar a mejorar la circulación de vehículos, brillan por su ausencia.
Los buseros y taxistas merecen atención aparte. Su educación vial es mínima o nula y sus modales para tratar a los demás son faltos de elemental cortesía. Por lo general son abusivos y malcriados y manejan bajo la influencia de drogas y alcohol. A ellos no les importa colisionar o matar personas con tal de conseguir pasajeros. Se paran donde les da la gana y no les importa ocasionar grandes filas en el tráfico. Estos motoristas son una bomba que en cualquier momento estalla, ocasionando muertes, sin que nada les importe. Nadie los controla.
Los motociclistas, por su parte, son completamente imprudentes, adelantan por donde sea, manejan a grandes velocidades por lo que provocan muchos accidentes. No se sabe cuál es la prisa que llevan ya que ellos se pueden desplazar más rápido. Lo mismo el peatón, se ha vuelto imprudente, cruza las calles, avenidas y bulevares donde no debe hacerlo y no usa el puente peatonal.
Obviamente el no respetar la Ley de Tránsito incrementa el caos vehicular. Aquí es la ley del más fuerte y sálvese quien pueda. Manejar en Tegucigalpa es toda una hazaña, una valentía de la que no sabemos si saldremos bien librados.
Se deben tomar medidas inmediatas para aliviar el caos vehicular, debe ser una labor conjunta de todas las instituciones involucradas. La alcaldía debe construir nuevas vías de acceso para el alivio vehicular. Pero, sobre todo, los conductores deben mejorar su forma temeraria de conducir y respetar a los demás conductores y en especial a los peatones.