La 79 Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) reveló un notable contraste en la recepción de dos líderes centroamericanos: Xiomara Castro, presidenta de Honduras, y Nayib Bukele, presidente de El Salvador. Mientras Bukele capturó la atención de un auditorio repleto de delegados con un discurso enfocado en la seguridad y el desarrollo, Castro se enfrentó a una sala casi vacía. Bukele, aclamado por sus propuestas innovadoras para combatir el crimen, planteó una provocativa pregunta: «¿cómo el resto del mundo se está cayendo tan rápido?», generando un fuerte eco en la audiencia.
Por su parte, Castro centró su discurso en las amenazas a su gobierno y los obstáculos que enfrenta Honduras, incluyendo el reciente escándalo de narcotráfico que ha salpicado a su familia. Sin embargo, su intervención fue recibida con desinterés, lo que plantea interrogantes sobre la percepción internacional de su liderazgo. A pesar de sus denuncias sobre la supuesta conspiración en su contra y su llamado a poner fin al bloqueo de países como Venezuela y Cuba, la falta de atención a su discurso resalta el desafío que enfrenta para consolidar su imagen en el escenario global. La comunidad internacional sigue observando de cerca la evolución de sus respectivas agendas y relaciones diplomáticas.