Después de más de un año de intensos enfrentamientos entre el Ejército de Israel y la milicia chiita libanesa Hezbolá, se alcanzó un acuerdo de alto el fuego que comenzó a regir el 27 de noviembre. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunciaron el acuerdo tras mediaciones de Washington y París. La tregua, que tendrá una primera fase de 60 días, contempla la retirada gradual de las fuerzas israelíes del sur del Líbano y la cesación de hostilidades por parte de Hezbolá. El acuerdo está diseñado para promover una paz duradera en la frontera entre ambos países, y en su implementación supervisarán fuerzas de paz de la ONU y un contingente conjunto de EE. UU. y Francia.
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A pesar de las expectativas de paz, el acuerdo enfrenta desafíos. El Ejército israelí sigue con su derecho de «autodefensa», y el cumplimiento de la tregua aún está en duda, con ambos bandos acusándose mutuamente de violar las condiciones. El Gobierno israelí señaló que cualquier violación del alto el fuego podría desencadenar respuestas militares. Por otro lado, Biden mostró esperanza de que este acuerdo sirviera como modelo para un futuro alto el fuego en Gaza, aunque la situación en ese enclave sigue siendo crítica, con más de 44.000 víctimas y una crisis humanitaria de proporciones devastadoras. Las tensiones siguen altas en la región, y el futuro de la paz en Medio Oriente continúa siendo incierto.