VERDADES DE PEROGRULLO

Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de «Las verdades de Perogrullo», aquellas que son tan evidentes y conocidas que repetirlas resulta una necedad. En Honduras sabemos hasta el copete que los diputados no son santos y que, corrompidos por el propio sistema de comportamiento viciado del Poder Legislativo, los diputados se han dejado convertir en mercachifles, alejándose de su trabajo fundamental para el que son electos por los ciudadanos de su municipio y su departamento. Desde los tiempos del dictador Tiburcio Carías, a los diputados se les controlaba con la entrega de cantidades de dinero, para que hicieran obras físicas en sus municipios y departamentos.

Así fue que los diputados entraron en la era de la corrupción institucionalizada, porque después de Carías, los diferentes gobiernos instituyeron las ayudas con el nombre de subsidios, entregando cantidades que varios diputados no ejecutaban en obras, sino que las engrosaban en sus bolsillos. Hasta que llegamos a la era de las subvenciones y los fondos departamentales, términos eufemísticos con que se disfrazan las entregas de dinero a los diputados, que ni cortos ni perezosos, con la excusa de que tienen que ayudarles a sus electores para cubrir sus necesidades, terminan aceptando las cantidades que no les corresponden.

La labor de los diputados no es pagarle a los electores ni a los activistas que les contribuyen en la campaña, su trabajo es eminentemente legislativo, pero varios de los representantes del pueblo brillan por su ausencia y su participación en la cámara es muy deficiente, lo contrario cuando se trata de cobrar estipendios que no les corresponden, de no ser por la dadivosa actitud de los dirigentes del Congreso que, para tenerlos bajo control, premian a sus colegas con sumas de dinero que proceden del tesoro público, que se nutre de los impuestos que pagamos los contribuyentes.

Que muchos diputados reciben dinero que no les corresponde, es una verdad de Perogrullo, como decía Quevedo: «cuando lloviere, habrá lodos, y será cosa de ver, que nadie podrá correr sin echar atrás los codos», o sea que el dinero que reciben como subsidios, fondo departamental, subvenciones, o como se les quiera llamar, son dineros que vienen envueltos en una capa de lodo, porque, como lo está haciendo el diputado Luis Redondo, a sabiendas de que su administración es posiblemente una de las más enlodadas, mantiene el pago de las dadivas con el nombre de subvenciones, sabiendo que mientras exista la codicia en la cámara, tendrá cubierta las espaldas mientras haya diputados ambiciosos dispuestos a recibir las mal llamadas subvenciones.

Lo revelado en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, de que diputados de los tres partidos políticos recibieron sobornos de los narcotraficantes, es un aluvión de lodo sobre el Congreso Nacional durante todos estos tiempos. Porque igual da recibir dinero de los capos como recibir dinero de un presidente que ejerce el cargo como usurpador de oficio, desde el primer momento. Verdad de Perogrullo es que los subsidios son tan ilegales como inmorales, porque el diputado tiene un salario estipulado por la ley, que le corresponde por su función legislativa.

Que los gobiernos de la era constitucional mantuvieran los subsidios fue un gravísimo error, porque eso degeneró el comportamiento de los diputados, que ven en el Congreso una especie de mina donde obtienen dinero de muchas formas. Al entrar nuestro país a la era del narcotráfico, los capos vieron la oportunidad de comprar la influencia política de los diputados a través del soborno, vicio en el que hay honrosas excepciones de diputados que se han regido por una conducta intachable, en observancia de la moral y la ética.

Es una vergüenza para la nación que en la audiencia del exdiputado Midence Oquelí en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, el pago de sobornos a diputados de los tres partidos sea uno de las grandes lacras que nos expone ante el mundo como un país donde los diputados son unos lanas, término vulgar usado en el bajo mundo con el que se conoce a los pillos. Incluso figuras políticas que parecían ciudadanos incorruptibles, no pudieron resistirse a la tentación de recibir los sobornos de los capos para financiar sus campañas.

Al final de cuentas, Honduras no puede salvarse de la avalancha de lodo que nos cae de todos lados y en la sede de una de las cortes más conocidas de EEUU, como es la del Distrito Sur de Nueva York, nos cayó una lluvia de lodazal cuando el exdiputado Midence Oquelí confesó haber sobornado a diputados de los tres partidos. Pero, el soborno también es local, porque el diputado Luis Redondo es un verdadero experto en el oficio de sobornar. Mientras, el Ministerio Público brilla por su inoperancia, al ser indiferente ante la cascada de irregularidades cometidas en la actual administración del Congreso, porque tanto peca el que recibe como el que paga el soborno, que eso, es una subvención ilegal.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 13 de diciembre de 2024.