UN ROBO DESCARADO

Con el permiso de los colegas de la prensa deportiva, que son los mejor calificados para enfocar los entuertos del fútbol, no podemos soslayar lo que aconteció en el monumental Estadio Azteca de México DF, por desgracia el escenario de lo más vergonzoso que jamás habíamos visto en una competición futbolística, en que una buena selección mexicana, que si lo es, fue superada por la selección hondureña, y que solo pudo clasificar gracias al desvergonzado arbitraje del salvadoreño Iván Barton.

El fútbol es un deporte que enciende las pasiones, y casi siempre los árbitros tienen una cuota de culpa por el triunfo o la derrota de un equipo, lo pude apreciar en mis años de relator y cronista deportivo, compartiendo con verdaderos maestros del periodismo deportivo de aquellos años. Con esa lejana experiencia no me atrevo a desplazar a mis colegas que son los expertos en el ramo deportivo. Abordo el tema de la dudosa victoria de la selección mexicana, demostrando admiración por nuestra selección, que vendió cara su derrota merced a un arbitraje que en todo momento estuvo parcializado, denotando el árbitro Barton la intención de sancionar cada jugada en favor de la selección mexicana.

Perder un partido de fútbol no significa que perdamos un metro de nuestro sagrado territorio, o que perdamos un miembro de nuestro cuerpo, pero esta vez, no es la perdida lo que nos irrita sino ver como un árbitro en forma desgarradora y de una manera impúdica, se esmeró por cuidar que el resultado del partido fuera favorable a la selección mexicana. Abordamos el tema futbolístico por cuestión de principio, porque aunque no seamos autoridad en fútbol, no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando vemos un manotazo a mansalva por parte de un árbitro que de leguas se miraba que tenía la intención de que el ganador a toda costa fuera la selección mexicana.

México tiene una de las mejores ligas del continente que es competitiva a nivel mundial, pero esta vez la selección mexicana se encontró con una garruda selección hondureña que la supero en Tegucigalpa y se paró muy bien en México para obtener merecidamente la clasificación. Alargar el partido por 9 minutos a tiempo extra fue la primera ventaja que el árbitro Barton le dio a la selección mexicana, pero al ver que los hondureños se plantaron a defender el marcador favorable, sobre la marcha agrego otros tres minutos en favor de los mexicanos. En ese momento el árbitro Barton sin tener ningún recato por el descaro que cometía, se convirtió en el jugador más importante de la selección mexicana, porque un árbitro parcializado como se vio a Barton, hace ganar al más infeliz de los equipos.

No es correcto generalizar a todo un país cuando se trata del tema del fútbol, que es algo insustancial, por eso tenemos el cuidado de especificar que hablamos de la selección mexicana, que hace pocas semanas venció ampliamente a una poderosa selección africana y empato con la no menos poderosa selección de Alemania. Así que, dados estos recientes resultados mexicanos, los que no somos fanáticos, sinceramente no le apostábamos a la selección hondureña, que había venido de mal en peor. 

Pero sin duda que esta selección de la mano del entrenador colombiano Reinaldo Rueda, es otra cosa. No tenemos maravillas como futbolistas, es la verdad, pero esta selección dirigida por Rueda es diferente, juega con pundonor y mucha garra, y lo demostró al achicar a la selección mexicana. Nuestra selección debió clasificar, pero es evidente que al árbitro Barton, la CONCACAF, que es una confederación integrada por delincuentes que se uniforman como dirigentes, de los cuales varios de ellos han acabado en la cárcel, le dieron una sola dirección: la selección mexicana debía ganar a como diera lugar, para no poner en precario el éxito económico de la competición que se nutre de las concurrencias que son mexicanas por excelencia, dados los 39 millones de mexicanos que viven en EEUU, y que son asiduos a los estadios para seguir a su famoso equipo «el tri mexicano».

En cambio, tener como clasificada a la selección de Honduras era poca cosa para el éxito económico que siempre es la meta primordial para la delictiva CONCACAF. Así que, eliminar a través del arbitraje venal a la selección hondureña, apenas requería pasar un pequeño chubasco de críticas del periodismo deportivo hondureño, que para los de CONCACAF no significa siquiera el dolor que ocasiona que le lancen una cascara de naranja o el pellizco del piquete de una hormiga. 

Los futbolistas mexicanos celebraron al final su clasificación, que para ellos representa ganar muchos dólares, pero ese dinero les debe saber muy mal, porque no lo ganaron con gallardía ni demostrando superioridad en el campo sobre la selección hondureña. Ganaron el partido en mala lid, en la peor de las lides que es ganar un partido con la peor de las ayudas, la de un árbitro venal, que demostró no tener vergüenza para venderse, prestándose para garantizar el resultado a favor del que le pagó: la CONCACAF, influenciada por el poderío de la dirigencia del fútbol mexicano.

Por su parte, la selección hondureña esta vez no perdió, gano mucho en honor, que es mucho mejor que ganar un partido a costa de un árbitro vendido, sin honor y sin conciencia. Estamos seguros que, en su país de origen, el arbitro Iván Barton está siendo aborrecido como ¡el peor de los sinvergüenzas que deshonra a los salvadoreños!

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy jueves 23 de noviembre de 2023.