Las tempestades y las tragedias son los mejores termómetros para medir la capacidad de respuesta de un gobierno y demás autoridades. Por lo general, en países como Honduras, donde los gobiernos siempre quedan en deuda con la ciudadanía, es más lo que se deja de hacer que lo que se hace en materia de prevención, por el dilatativo de establecer prioridades en obras que tienen sentido partidista, mientras que todo aquello que amerita ser atendido en función del inminente riesgo que representa en tiempo de lluvias, sufre las consecuencias de la postergación.
Los daños que provocan las aguas lluvias por la imprevisión no tienen color político, porque las obras prioritarias que no fueron atendidas no es cuestión de 12 años de descuido, el rezago data de mucho más tiempo. Cuando la Presidente Xiomara Castro carga la culpa de los desastres solo a los tres gobiernos nacionalistas cae en una inexactitud que podría atribuirse a un enfoque por la falta de seriedad del gobierno, porque cuando se echa una mirada retrospectiva, los daños de hoy son causados por las lluvias intensas de este año por una imprevisión alarmante que se remonta 25 años atrás, en los cuales está ubicado el gobierno del expresidente Manuel Zelaya.
Echar la culpa a los gobiernos anteriores no resuelve ninguna situación, la cuestión es que, quien tiene el poder de decisión en este tiempo es el Gobierno de la Presidente Xiomara Castro, y todo lo que se daña y no se atiende por causa de la tormenta Sara, es responsabilidad del actual gobierno. Para el caso, la multitud de desastres que reseña la prensa nacional, causados por la tormenta Sara, sean de pequeña o gran dimensión, se ha dado en el departamento de Colón, en Atlántida y en varios sectores del Valle de Sula, donde hemos visto imágenes dramáticas de compatriotas que perdieron todos sus haberes. Incluso, en Islas de la Bahía, no es poco el daño sufrido por muchos compatriotas del departamento insular.
La tormenta Sara, si bien no arroja las mismas consecuencias del huracán Mitch, deja una huella de destrucción que incide en el aparato productivo nacional, cuando se suma la enorme cantidad de extensiones de café, de milpas, frijolares y otros cultivos perdidos. Por la tormenta Sara, nuestro país tendrá un enorme lucro cesante, es decir, una pérdida que será irrecuperable, porque todas las cosechas que se echan a perder por las lluvias constantes ya no se recuperan. Tendremos un déficit de alimentos básicos que solo se podrá atender con importaciones, por mientras la agricultura dañada entra en el proceso de recuperación.
Lo que no se ve todavía es la reacción del gobierno a través de las carteras ministeriales, que brillan por su ausencia, de no ser por uno que otro chispazo aislado, que no corresponde a la emergencia que vive el país. No hemos escuchado que las oficinas del gobierno que tienen que ver con los asuntos que surgen en una emergencia, como los responsables de reparar las carreteras, los puentes y todas aquellas vías de comunicación que conectan a las zonas donde radica gran parte del aparato productivo, estén realizando en equipo los trabajos concernientes para reactivarlas. Esto se debe a que la tormenta azotó cuando todo el aparato del gobierno estaba ocupado en tareas políticas de apoyo a la candidata del partido de gobierno, Rixi Moncada.
A muchos funcionarios del gobierno que han estado ocupados en el ajetreo político les costó zafarse de la actividad politiquera, para reubicarse en el momento de la emergencia. Eso se debe a que, mientras las lluvias azotaban en varias regiones del país, los políticos del sector oficial estaban desplazados en aquellas áreas donde reforzaban la alicaída imagen de Rixi Moncada. Habiendo transcurrido el período de lluvias, han aflorado los daños cuantiosos en los departamentos mencionados, mientras la reacción del gobierno es muy poca y lenta, en lo que concierne a recuperar y reactivar el aparato productivo. Todo lo que se ve en este sentido lo está haciendo el sector interesado, es decir, los propietarios, sin apoyo del gobierno, con lo que se demuestra la ausencia de interés del sector oficial.
Vendrá el momento de medir la capacidad de respuesta del gobierno, que es un papel que asume la sociedad civil de manera efectiva y objetiva. A los gobiernos, particularmente al actual, les molesta que le cuenten las costillas por su incapacidad o falta de responsabilidad para atender y responder los problemas en los momentos de emergencia, pero es imprescindible que lo haga el sector con mayor capacidad y responsabilidad que es la sociedad civil, porque a los gobiernos se les elige para que velen por el bienestar de la nación. Y es la misma sociedad organizada la que tiene la mayor autoridad moral para exigirle cuentas al gobierno.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy miércoles 20 de noviembre de 2024.