Las declaraciones de Rixi Moncada, todo un caso de espécimen político por tener dos cargos que son incompatibles, solo corresponden a una persona que hace gala de una voz altisonante por creer que por estar en la cumbre del poder puede hacer gala de pedantería y de la vanidad. Una persona que cae en estos extremos solo demuestra que no está a la altura para desempeñar cargos de alto nivel, porque cuando alguien sufre ataques de pedantería y vanidad, es que no está ni preparada ni en condiciones para asumir el liderazgo más importante del país.
Cuando se es intolerante a la opinión pública, es porque no se tiene la jerarquía para actuar como corresponde frente a los asuntos de interés nacional. Desconocer los límites de un funcionario frente a la majestuosidad de la libertad de expresión, es una conducta antidemocrática. No hay sujeto ni persona que ejerza un cargo administrativo que pueda quedar fuera del alcance de la opinión pública. En cualquier país del mundo, salvo donde prevalece un régimen dictatorial o tiránico, cualquier gobernante o funcionario sabe que está expuesto a la opinión pública, que es el régimen más importante llamado a escrutar las acciones de las esferas públicas, y que está por encima del gobierno y de cualquier funcionario.
Cuando Rixi Moncada dice con una pedantería bárbara que los diputados no tienen por qué interpelar al jefe del Estado Mayor Conjunto, acusa una ignorancia soberbia, que es propia de las personas pedantes, porque suponemos que dona Rixi ha de saber que conforme el artículo 205 de la Constitución de la República, donde constan las atribuciones del Congreso Nacional, en el numeral 22, se faculta al Congreso Nacional para interpelar a todos los funcionarios del Estado y organismos descentralizados, entre los cuales están las FFAA. Al rehuir esta obligación, el Gral. Roosevelt Hernández entra en desacato al primer poder del Estado que es el Congreso Nacional y no el Poder Ejecutivo como lo mal interpreta Rixi Moncada.
No adopta una posición ejemplar doña Rixi Moncada cuando incita al Gral. Hernández al desacato, al hacerlo no demuestra tener condiciones de un liderazgo saludable para nuestro país, en donde la inmensa mayoría de hondureños ansiamos continuar viviendo en democracia. Una persona que se rebela al cumplimiento de la ley por principio demuestra que no es una persona honrada, porque quien se rebela a acatar las disposiciones establecidas en la Constitución, que es la Ley Primaria de la República, incurre en un acto delictivo. Y doña Rixi Moncada, que hoy está desempeñando dos funciones que son incompatibles, al sumar el desacato a la ley, entra a tierras movedizas, lo que le puede costar caro.
Honduras todavía no es una dictadura, aunque así lo quisieran algunos elementos del partido de gobierno, todavía está vigente en Honduras el Estado de Derecho; una cosa es que el PLR controle las instituciones, pero mientras haya sectores de oposición, en Honduras sigue prevaleciendo el régimen de opinión pública y no es una funcionaria soberbia y pedante la que lo va a pisotear. Hay personas impulsivas que cuando les ataca la pedantería y la vanidad se vuelven incontinentes, al grado que hasta chorrean la soberbia por donde una persona normal se deshace de las descargas orgánicas. En esa situación se está, no ante un simple penco, sino ante un zopenco.
Los ejemplos de estas personas se multiplican en Honduras en los últimos tres años, en los que el eufemismo más sarcástico es cuando se auto llaman «segundos al poder» lo cual es un atributo propio de los pedantes, porque la jerarquía no se presume, existe cuando los demas la reconocen y la respetan. Así para el caso, un general de bagatela, que presume ser sirviente, no es un líder de ningún ejército, es un triste lame platos. Y el caso de Rixi Moncada es digno de un examen psiquiátrico, porque presumir que es la segunda a bordo de la Presidente, es una disfunción psíquica agudizante.
¿Qué sería de Xiomara Castro si algún día, ojalá Dios no lo permita, Rixi llegara a ser la primera y Xiomara quedara como segunda a bordo? Como solía decir mi madre: ¡NI DIOS LO QUIERA!
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 22 de noviembre de 2024.