Como una crónica anunciada, el chavismo perdió las elecciones de una manera estrepitosa, frente a una oposición liderada por María Corina Machado, la artífice de la inmensa movilización de la gran mayoría del pueblo venezolano, en favor de la candidatura de Edmundo González Urrutia. No resultó extraño que el fraudulento Consejo Electoral Chavista anunciara cifras sacadas de la manga para atribuirle un falso triunfo a Nicolás Maduro, recurriendo a las burdas triquiñuelas de las que siempre se vale el chavismo: impidiendo el acceso a los lectores electorales de los partidos de oposición el día de las elecciones para no ver el conteo y anunciando a última hora las cifras de su conveniencia, un ardid exitoso cuando la oposición se fragmentaba, nada más que esta vez la cohesión de los opositores fue tan contundente que todos los mecanismos de presión y fraude del chavismo fueron minimizados por la enorme concurrencia de electores que repudiaron a Maduro en las urnas.
Maduro fue sumamente franco al anunciar su festinado propósito, cuando alardeó que las elecciones las ganaría por las buenas o por las malas, y cuando en forma encendida manifestó que, si era necesario recurrir a las armas, usarían las armas, o mediante la intimidación más incendiaria anunciando un baño de sangre que equivale a decir «matanza de adversarios», porque estas elecciones no las podía ganar la derecha. De manera que, la oposición tenía claridad a lo que se enfrentaba; de nuevo estarían frente al monstruo antidemocrático que ha pasado de ser un simple dictador a un tirano, un déspota que no se mide para colmar su hambre de aferrarse al poder.
A pesar del robo descarado de las elecciones no todo está dicho como para que Nicolás Maduro y sus secuaces crean que tienen seguro su continuidad al frente de una tiranía. Los venezolanos están demostrando en las calles con todo su coraje, que no están dispuestos a dejar que el tirano pisotee sus derechos ciudadanos. Hay un punto que está muy visible respecto a los militares; Maduro ha estado organizando las milicias bolivarianas armadas, una guardia civil perruna con la que pretende cuidarse las espaldas en caso de que los militares se le rebelen. El Gral. Padrino López, que tiene afinidad con el chavismo, declaró el fin de semana que «el que pierda las elecciones que se vaya a descansar», agregando que las fuerzas armadas estaban dispuestas a trabajar en la nueva era, una expresión que dejó abiertas las interpretaciones de todos los sectores. Como la presión popular siga creciendo en las calles de las diferentes ciudades venezolanas, los militares que en todas partes del mundo se consideran una extracción del pueblo, pueden ser tocadas en su fibra para decidirse a actuar en favor de la población.
En el ámbito internacional, apenas comienza una oleada de rechazo al monstruoso fraude del chavismo, la ruptura de relaciones de manera cortante anunciada por el presidente de Panamá, es un golpe duro contra Nicolas Maduro, por tratarse de un nación con un poderoso distrito financiero y su estratégico canal que es una vía de apertura comercial al mundo entero. El desconocimiento de numerosos gobiernos de todo el mundo es un verdadero tsunami que dejará completamente aislado al gobierno del tirano, que no podrá depender solo de tres economías (China, Irán y Rusia) que no determinan los movimientos de la economía mundial.
Falta esperar las acciones de Estados Unidos, que, en su condición de primera potencia del mundo, esta vez puede llegar a contemplar medidas más allá de las sanciones económicas, incluso no se debe descartar una intervención militar, sobre todo si el nuevo inquilino con posibilidades de regresar a la Casa Blanca llega a nombrar al senador Marco Rubio como secretario de Estado. Maduro ha cruzado la línea roja, al llevar a Venezuela hasta los umbrales donde yacen los restos de Cuba, convertido en una calamidad de país.
Además, no se deben subestimar las reacciones de la OEA y la ONU, que, aunque en otros conflictos han demostrado ser elefantes blancos, esta vez frente a un fraude descomunal en que un tirano violenta los derechos de todo un pueblo, no podrían quedarse de brazos cruzados so pena de que su escaso prestigio se vea lastrado y como organismos rectores caigan en el abismo de la incredulidad y el desprecio de los mismos países.
En cuanto a los militares venezolanos, sobre su cabeza pende como una espada de Damocles la declaración lapidaria de su héroe Simón Bolívar: «maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo». Ver a las multitudes rebelarse en las calles contra el tirano Nicolás Maduro podría afectar de alguna manera al alto mando militar del ejército bolivariano, por lo que Maduro presiente que no las tiene todas consigo con los militares, que, aunque declarados chavistas, están muy resentidos y recelosos al ver que Maduro se arma con su propia guardia perruna integrada por malvivientes armados.
En todo esto es muy lamentable como desafortunado, el papel de la Presidente hondureña Xiomara Castro, por su triste extravío al felicitar como demócrata al autor de un verdadero crimen electoral como es Nicolás Maduro. Completamente opuesta a la digna posición asumida por el presidente de Panamá, que desde las primeras horas de este día rompió todo tipo de relaciones con el gobierno del tirano Nicolás Maduro. ¡Qué dicha para los panameños y qué vergonzoso para los hondureños!
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 29 de julio de 2024.