MOISÉS CANELO: LA PÉRDIDA DE UN VALOR NACIONAL

Las debilidades humanas suelen constituir un campo fértil para privilegiar a los malvados y desconocer a los ciudadanos que son verdaderos valores en el campo del arte y la cultura, donde no prevalece el resentimiento y la explotación. En el arte popular de la música hemos perdido a dos grandes folkloristas hondureños de los últimos tiempos, Guillermo Anderson y Manuel Castillo Girón, dos verdaderos talentos que dejaron huella con sus composiciones originales. La semana pasada también se nos adelantó Moisés Canelo, el mejor intérprete de música popular, igual que de las clásicas canciones del folklore hondureño, fuera acompañado por el Trío Payaquí o por la Marimba Usula, todo lo que cantaba se le oía muy bien gracias a su estupenda voz que desde niño lo mostró como un gran cantante.

Moisés Canelas, como era su nombre original, descolló desde sus años de infancia en que ya asomó como intérprete de melodías populares integrando pequeños grupos musicales de la costa norte, y después, algunas orquestas sampedranas reconocidas lo respaldaron con su marco musical. Hasta que llegó el momento de lanzarse como solista internacional en la ciudad de México. No parecía claro que un cantante hondureño, tan bueno como Moisés Canelo, tuviera la posibilidad de consagrarse con un futuro que le garantizara solidez económica, porque, por desgracia, un cantante, aunque sea muy bueno como MOISÉS, solo tiene su voz y su talento para abrirse paso en ese mundo tan complejo de la popularidad, donde mamarrachos capaces de hacer todo tipo de bellaquerías, como Bad Bunny, arrasa con las multitudes amorfas, formadas por una juventud que tiene el peor de los gustos, como es la de estos tiempos.

La tiranía del mal gusto se inclina y se deja arrastrar por estos seudo artistas que son verdaderos antivalores, pero con capacidad de enajenar a miles de jóvenes que han sido deformados por las malditas redes sociales, que han atrapado los cerebros y los gustos de la juventud actual, que con su dinero le concede grandes fortunas a estos cuasi cantantes, como el mencionado, que hasta se da el lujo de zaherir a sus fans por tomarle una fotografía y sin embargo sigue disfrutando del arrastre popular de la extraña muchedumbre juvenil que se ha dejado atrapar por estos malos sujetos que han sido premiados por la incultura y el mal gusto de la juventud actual.

Moisés Canelo tuvo la compensación de haber sido reconocido por la audiencia hondureña como uno de los mejores, si no el mejor cantante de todas las épocas. Su gran mérito es que supo cantar los boleros románticos, las melodías hondureñas, los merengues que siguen siendo tan gustados por personas de todas las edades, hasta las melodías internacionales más reconocidas que fueron llevadas, primero los acetatos en su primera época, después a los recordados CD de platino, hasta llegar a los video clips que redes como YouTube se encargan de eternizar las voces de los grandes.

Moisés Canelo estuvo entre los mejores en su campo en el circuito latinoamericano, con el mérito de permanecer por casi una década en el mercado mexicano, donde por un tiempo se incorporó a la caravana artística del recordado animador Raúl Velasco, hasta desligarse por las contrataciones que obtenía en las provincias mexicanas, de donde le llegó el bautismo de Moisés Canelo, aconsejado por su manager al escuchar el grito de la audiencia mexicana que le cambio el Canelas por el Canelo.

Moisés Canelo no salió frustrado del mercado mexicano como dijeron ciertos malpensados de nuestro país, estar casi diez años en un ambiente como México donde la meritocracia musical es de lo más exigente, le hizo colocarse en la meca de los cantantes extranjeros a tal punto que obtuvo contratos en diez provincias, por donde se movilizo para cantar en diferentes sitios, a cuáles mejores. Hasta que le tocó emigrar para atender los escenarios de las comunidades hondureñas en las ciudades estadounidenses más pobladas, donde cada vez era más solicitado por ser la voz suprema de los cantantes hondureños. Lo vimos en cierta oportunidad en Los Ángeles, California, y en Nueva York, donde llenaba los amplios salones, aclamado como un héroe musical por los compatriotas que llegaban a profesarle tal admiración.

Como todo artista, Moisés Canelo vivió la vida de un bohemio, en que sus remuneraciones no se convirtieron en grandes fortunas, porque como lo dijo al final de su carrera el gran compositor mexicano José Alfredo Jiménez, ganó mucho dinero pero no supo por dónde lo tiró, en cambio los aplausos, que fueron muchos, esos sí que se los llevó en su corazón hasta la última morada.

Perder a este gran valor nacional deja un enorme vacío en el espacio cultural y artístico hondureño. Debemos aprender a apreciar el aporte de valores como Moisés Canelo, Guillermo Anderson, Manuel Castillo Girón… Nos quedan otros como Polache, buenos compositores como Tony Sierra y otros que habría que agregar por sus méritos artísticos y que forman parte del patrimonio cultural hondureño. No hay que permitir que el olvido envenenado de la indiferencia sepulte a estos auténticos valores nacionales, especialmente por este sector oficial que nos desgobierna.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 30 de septiembre de 2024.