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Los anglosajones suelen decir con frecuencia que «nada trae tanto éxito como el éxito», que sobre esto saben más que nadie en el mundo. En cambio, los hondureños apenas podemos decir «nada trae tanto fracaso como el fracaso», porque pareciera que nacimos para ser un país de desgraciados, que cuando nos toca elegir a las personas que nos deben gobernar, tenemos el «pulsito» de elegir a los que se prepararon para llevarnos al fracaso. Así se explica que, después de un par de gobiernos visionarios que hemos tenido desde 1960 hasta ahora, los demas han sido gobernantes oscuros, carentes de visión para sacar adelante al país, que más bien se empeñaron en hacer muy malas administraciones para dejarnos como estamos.
Hoy, el PLR que prometió ser un gobierno que haría grandes reformas en nuestro país, es un derroche de errores que lo llevan desbocado hacia el fracaso electoral en el mes de noviembre, lo que se palpa en las calles, y en los sitios donde hay concentración de personas a lo largo y ancho del país. Excepto los favorecidos por el gobierno, la gran masa poblacional solo anhela que llegue el día de las elecciones para mostrar la tarjeta con la que se le dirá al equipo gubernamental que no puede continuar en la cancha.
Hoy es muy frecuente escuchar en las calles, en las tiendas, en los supermercados, en los mercados populares, en el transporte público, hasta en los estadios, que es la hora de los liberales, que les ha llegado de nuevo su turno para gobernar y que se espera que esta vez lo hagan mucho mejor que antes, cuando se les confió la dirección del país. Los liberales cargan hoy más que nunca, como una losa muy pesada, con la enorme responsabilidad de comprender el momento histórico de que, son ellos, los liberales, los que pueden evitar que Honduras deje de ser un país democrático. Porque esta próxima elección, no será una elección convencional, será la prueba de fuego para el más democrático de los partidos, que está llamado a provocar una coalición espontanea, que sea lo suficientemente fuerte y poderosa como para vencer a cualquier aparato de fraude.
Es la hora de los liberales, dicen unos, es el momento del Partido Liberal, dicen otros, pero todos coinciden que los hondureños perciben que votar por un liberal en noviembre es una necesidad de país, y si los actuales lideres, aspirantes liberales, particularmente los que tienen la mayor cantidad de seguidores, no se han percatado del papel que les asigna la mayor parte de los ciudadanos, será porque están embebidos en sus aspiraciones, que el tiempo no les alcanza para leer el escenario nacional donde hay una verdadera avidez de cambio en la dirección de los destinos del país. Hay dos candidatos en el liberalismo que captan la mayor cantidad de simpatías entre el electorado nacional, sean liberales y no liberales, lo cual presagia un inminente triunfo del Partido Liberal.
Los estudios que auscultan las preferencias de los ciudadanos, encargadas por organismos serios del país, que no están matriculados con ningún partido o movimiento, revelan que los liberales están mejor posicionados que el PLR y que el PN. Es consecuencia del castigo que hoy sufre el PN por doce años de gobiernos cuestionados y por la nulidad que le atribuyen a los tres años del Gobierno del PLR. El electorado es el fiel de la balanza cuando llega el momento de una elección y los partidos que han mal correspondido al voto que los llevó al poder, terminan recibiendo su merecido en las urnas. No hay forma de evitarlo, ni con el fraude mejor hilvanado que pudiera partir de la mente más diabólica del infierno.
A la mayoría de la población se le escucha decir por todos lados que es la hora de los liberales y que si no es uno, es otro de los precandidatos que más suenan en el acontecer nacional. Pero este sentimiento no es algo que brota por asunto de color, no es asunto de ser rojo o de sentir animadversión por el azul o por el rojinegro, nada de eso. Es un asunto de salvación del país, porque la gente sabe que actualmente no vamos por buen camino, con el tipo de gobierno que tenemos no hay recuperación a la vista, sino que, lo que se avizora es puro precipicio, un despenadero de lo más profundo. Hasta el más descerebrado puede entender que el Gobierno del PLR sigue regodeando, mareando la perdiz como dicen en España, haciendo lo que no le ordeno el pueblo e incumpliendo lo que la Presidente Xiomara Castro prometió que haría si era electa.
Sin embargo, la ventaja que sacan los liberales en las encuestas en este momento no significa que ya ganaron la elección y que todo es asunto de trámite, que solo queda que abran las urnas en noviembre y esperar enero de 2026 para asumir el poder. No, hay muchas cosas que huelen mal en el ambiente y que los liberales más que nadie debe percibir con el mejor de los olfatos. Sobre todo, deben tener cuidado con las trampas y los ardides que ahora no están en las actas sino en «las nubes», donde los genios de la maldad son capaces de ganar una elección con una ventaja artificiosa que no vendrá de los votos que realmente hayan obtenido.
A todas luces, enfrentar una situación como esta es una misión de alta responsabilidad para los liberales, que al arribar a los 134 años de existencia, como el partido político que, aunque tiene 24 años de bregar cuesta arriba en la llanura, sigue haciendo latir los corazones de miles de hondureños de todos los colores, que por la identificación con las libertades, somos todos, eminentemente liberales, que esta vez no podemos sentarnos en la puerta de la casa a esperar ver pasar el cadáver del enemigo. Es la hora de hacer lo que no hace, lo que no ha hecho, y no harán los enemigos de Honduras. Es la hora de unirnos para salvar a Honduras.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy miércoles 5 de febrero de 2025.