La caída del primer ministro de Francia, Michel Barnier, es un caso que deben analizar los miembros de la oposición política de nuestro país, por la aplicabilidad que tiene contra la imposición que pretende hacer el presidente ilegal del Congreso Nacional, Luis Redondo, de la cacareada Ley de Justicia Tributaria. El primer ministro francés, Michel Barnier, pretendió forzar la aprobación del presupuesto del gobierno sin contar con la aprobación de la mayoría de la cámara, lo que provocó un enfrentamiento que le costó la caída, mientras dejó en estado frágil al presidente Emmanuel Macron, que queda debilitado, al punto que, hasta podría ser obligado a renunciar.
El resultado de la confrontación de poderes en Francia demuestra que la democracia en el mundo está determinada por la mayoría en el parlamento, y cuando el Ejecutivo quiere pasarle por encima, lleva las de perder como aconteció esta vez. En un régimen democrático, el Poder Ejecutivo nunca puede estar por encima del Congreso Nacional cuando la oposición tiene la mayoría, como es el caso de Honduras.
El presidente usurpador del Congreso, Luis Redondo, ha estado amenazando con presentar la Ley de Justicia Tributaria a la cámara, pretendiendo forzar su aprobación de una forma subterránea, reñida con la mayoría parlamentaria, aprovechando maliciosamente cualquier descuido de la oposición para proceder con diputados suplentes incondicionales al PLR, para conformar una mayoría ficticia, mediante la práctica manida que desde todo punto de vista viola el procedimiento parlamentario correcto. Obviamente, el diputado Luis Redondo no es un caballero en la Cámara Legislativa, con la cultura de someterse al Derecho, sino un constante violador de la Constitución, desde el momento en que aceptó ser impuesto de una manera violenta y arbitraria en la presidencia del Congreso Nacional.
Si los diputados de la oposición en el Congreso Nacional analizan lo acontecido en el parlamento francés, se verán retratados en un escenario igual, que aunque está en el viejo mundo, es un reflejo que resulta exactamente igual a lo que está aconteciendo con la cacareada Ley de Justicia Tributaria, un «proyecto ardid» del gobernante PLR, para captar más dinero, que sin lugar a dudas servirá para fortalecer la candidatura política de Rixi Moncada, con la que el PLR pretende perpetuarse en la Presidencia de la República.
La clave en la democracia es la mayoría, y en Honduras la mayoría radica actualmente en la composición mayoritaria de diputados de los partidos de oposición en el Congreso Nacional, por lo tanto nada que no tenga la aprobación de este sector mayoritario del parlamento hondureño, puede considerarse que tiene posibilidad de ser aprobado para convertirse en ley. La mala intención del diputado Luis Redondo, intentando forzar la aprobación del mamotreto llamado Ley de Justicia Tributaria, por medio de la clásica artimaña de configurar una falsa mayoría con diputados suplentes, le puede costar el cargo, si una cantidad de diputados del Congreso convocan a una sesión para pedir el cese del diputado Redondo.
La oposición parlamentaria hondureña todavía no ha mostrado el colmillo de una verdadera oposición como es la mayoría parlamentaria francesa, que no anduvo con contemplaciones para descolocar y provocar la caída del primer ministro Michel Barnier, por pretender que se aprobara de una manera forzada el presupuesto del gobierno. El parlamento de cualquier país democrático es el primer poder del Estado, el parlamento que no ejerce esta potestad es porque declina de sus facultades.
Cuando el diputado Luis Redondo sombrerea, amenazando con introducir la cacareada Ley de Justicia Tributaria, se propasa y se arriesga a que, cualquier facción de la oposición del Congreso pueda presentar la iniciativa para desconocerlo como presidente por abusar de sus funciones. Redondo se cree dueño del Congreso Nacional y creemos que, como en el dicho del cántaro, que de tanto ir al río al final se quiebra, la oposición mayoritaria formada por liberales, nacionalistas y PSH, un día de estos saldrán de su timoratez y decidirán convocar a una asamblea del parlamento para desconocer a Redondo como presidente del Congreso.
Un paso atrevido pero enmarcado en la ley, como el que citamos, no está en la Luna, y podría llegar el momento en que el colmo rebalse la paciencia de los diputados de oposición y decidan de una vez por todas poner a Redondo en su sitio. Quienes puedan aconsejar a Redondo que le digan que no está blindado del todo en el cargo, donde sigue siendo un usurpador.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy viernes 6 de diciembre de 2024.