Nuestra audiencia podría creer que es una incoherencia que traigamos el tema de la selección nacional en medio de la atribulación que estamos viviendo, por la secuela de daños ocasionados por la tormenta tropical Sara, que ha dejado un saldo de miseria para más de 100 mil compatriotas que perdieron sus bienes y haberes, más la cuantiosa pérdida material para el país, por la gran cantidad de infraestructuras dañadas, pero aunque la gente no le encuentre conexión, el comportamiento de un par de gaznápiros, de conducta bestial, puede derivar en mala voluntad en contra Honduras a la hora de invocar la solidaridad internacional, porque un país donde la gente se comporta de manera bestial como lo hicieron unos pocos fanáticos en el Estadio Morazán, no concita el ánimo generoso de los demás.
No hay ninguna justificación para disculpar a los descerebrados que agredieron al entrenador mexicano al finalizar el partido del pasado viernes, que ya había ganado en buena lid nuestra selección nacional a la escuadra mexicana. El fútbol no debe hacer perder la razón para creer que los adversarios son enemigos, a los que hay que matar, a pesar de que el equipo hondureño ya había ganado el partido a los mexicanos. El comportamiento agresivo de unos pocos nos exhibe como una nación de salvajes ante el mundo, el video que captó el instante de la agresión al entrenador mexicano le dio la vuelta al mundo y hoy, donde antes nos tenían buena voluntad por lo que fuéramos como país pobre, hoy somos menos que una tribu de irracionales que, no conformes con ganarle al rival, guardamos rencor para romperle el cráneo al entrenador mexicano.
¡Qué cosa más terrible! Hay quienes se han atrevido a decir que el «Vasco» Aguirre se ganó la agresión por haberse metido con el público haciéndole señales obscenas con los dedos. Una señal no es agresión, puede ser burla, pero de una señal a llegar a la agresión es diferente, y los fanáticos agresores no tenían por qué lanzarle objetos cortantes al entrenador visitante. Una burla pudo ser respondida de igual manera, pero no con una agresión física. Los de la Federación Hondureña de Fútbol, pecan de tontos cuando intentan justificar el lanzamiento de un objeto cortante para responder a una señal burlesca del «Vasco». Nos tendremos muy bien merecido que las autoridades internacionales cancelen el uso del Estadio Morazán por un tiempo y multen a la Federación Hondureña, por actuar con «cabezas de chorlitos», queriendo justificar una agresión peligrosa que pudo haber tenido mayores consecuencias si el objeto hubiera hecho impacto en la parte más delicada de la cabeza del entrenador mexicano.
Y miren la diferencia, la altura con que respondió el «Vasco». Al llegar a Toluca, cuando se le preguntó cómo estaba del golpe recibido en la cabeza en SPS, el «Vasco» Aguirre respondió que el golpe recibido no era importante, que lo importante era ver cómo estaba la cantidad de personas afectadas por la tormenta Sara en Honduras. Miren la altura del entrenador mexicano. Se nos viene a la mente que, cuando nos azotó el huracán Mitch en 1998, fueron los mexicanos los primeros que se hicieron presente para trabajar en la reconstrucción de Tegucigalpa. Enviaron personal militar, equipo mecánico, equipo médico, medicinas, ropas, frazadas, y estuvieron varias semanas trabajando palmo a palmo, quizás con más entrega que los mismos cuerpos hondureños. Eso no se puede olvidar. Como no podemos pasar por alto, que miles de hondureños que no logran cruzar la frontera para pasar a EEUU, se quedan trabajando en México por algún tiempo.
Quién le puede ensenar a esos «cabezas de chorlito», fanáticos, que México no es un país enemigo, que en varias ocasiones nos ha demostrado su solidaridad en momentos de tragedia. Pero, ante todo, la adversidad en el fútbol no debe llevar a perder la razón para comportarse como bestias, como lo hicieron esas personas la noche del viernes en el Estadio Morazán de SPS. Me temo que, por este desaguisado de unos pocos idiotas fanatizados, la Federación Hondureña perderá el Estadio Morazán para juegos de la selección por algún tiempo, y que no se salvará de una multa que le mermara las finanzas obtenidas en la entrada del partido del viernes. Aunque no les guste, bien merecido se lo tienen.
En mis tiempos que anduve en esos ajetreos, con Lisandro Flores Guillén en la Federación, fuimos del criterio que en el Morazán no convenia programar partidos de la selección y todos los juegos los llevamos al Estadio Olímpico, por razones de mayor cupo y más seguridad. Pero entonces en la Federación, por lo menos había dos personas pensantes que teníamos discernimiento para evitar los riesgos porque es un deber evitarlos. Hoy, la suspensión del Estadio Morazán y la multa, no son gran cosa, el daño oneroso es la imagen PISOTEADA de Honduras en el exterior, y la pérdida del estadio y la multa no representan mucho en comparación con lo que nuestro país perderá cuando se valore y se estime en la cooperación internacional si vale la pena ayudarle a un país donde no hay preocupación en sus autoridades por evitar actos que además de bochornosos son altamente peligrosos, como es atentar contra la vida de una persona. Estamos hechos, no merecemos estar en el concierto futbolístico mundial con esta actitud deprimente de autoridades deportivas y fanáticos que se desnaturalizan al actuar como animales peligrosos.
Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 18 de noviembre de 2024.