EL PRINCIPIO DEL FIN DEL CHAVISMO

No es necesario ser clarividente ni tener una bola de cristal para poder atisbar el futuro del chavismo encabezado por Nicolás Maduro, pero, los vientos que le soplan no son para sostenerlo sino para provocar su caída. El entorno de Nicolás Maduro no le es favorable, ni siquiera por la magra declaración de apoyo que le brindó este día el jefe de las FFAA, Padrino López, que pareciera haber sido pronunciada más para salvar el cacaste de los militares que para respaldar al desgastado Nicolás Maduro, que a cada minuto que transcurre debe cargar con una avalancha de presión nacional e internacional. Así, con estas dos enormes puyas que lo han puesto de espalda al paredón, el tirano podría creer que, desatando una ola de represión, deteniendo a los líderes de oposición, es que podría salvar su trono dictatorial.

Ningún gobernante, por muy poderoso que se considere, por muchos soldados y policías que le cuiden la espalda, puede conservar un puesto mal ganado. El de Maduro es un destino que tiene una brecha muy corta, las protestas de los venezolanos le han ganado la calle, y no es la gente pudiente ni la de clase media la que está exigiendo su caída, es la gente de los barrios que ha descendido a las calles de Caracas, es la gente que los sociólogos llaman «pueblo pueblo» la que le perdió la fe al chavismo y ha terminado repudiando a Maduro.

El hecho inédito de derribar seis estatuas de Hugo Chávez, de destruir las vallas y los banners publicitarios de Nicolás Maduro, refleja la rabia de los venezolanos de los barrios, la gente de más escasos recursos, que ha dado rienda suelta a un odio contra Maduro. Y por algo ha de ser. Hugo Chávez fue un orador hábil, un pico de oro que ataba a toda esa clase popular venezolana con sus promesas y los envolvía con sus mentiras piadosas, con las que consiguió adormecer a las masas de las barriadas venezolanas. Pero, muerto Chávez, Maduro no es ni la sombra de aquel personaje que sabía cómo dominar a las fieras más agresivas que él.

Maduro, en cambio, solo conoce la represión y la violencia como respuesta, su escasa o ninguna formación, que no obtuvo en su juventud, en la que para sobrevivir se dedicó al oficio de conductor de buses, es la circunstancia que lo llevó a convertirse en un seguidor de Fidel Castro, que es por lo que llegó a Cuba, a fanatizarse con el marxismo practicado por el régimen de la isla. Como no hay formación, tampoco hay ingenio en la cabeza de Nicolás Maduro, lo suyo es la fuerza bruta y su fortaleza es nada más el instinto de conservación del animal que se defiende a puro zarpazos.

Pero, lo que debe enfrentar Maduro no solo requiere de la fuerza, represión y violencia, porque puede acabar con decenas, centenares y miles de personas, pero lo que no podrá domeñar es el enorme poder internacional que ya lo está sitiando. Sin embargo, una figura femenina venezolana, llamada María Corina Machado, no desmaya ni se deja atemorizar por la matonería de Nicolás Maduro y sus secuaces. Cada vez su voz resuena muy fuerte dentro y fuera de Venezuela, enrostrándole a Maduro que el candidato de la oposición, Edmundo González Urrutia, le dobló en votos en las elecciones del domingo. Y eso para Maduro resulta peor que un cañonazo. 

Efectivamente, es del conocimiento del mundo entero que González Urrutia ganó en todos los estados de Venezuela, Maduro salió muy abajo en la votación. El oficialista Consejo Electoral ha querido manipular las cifras de la forma más burda, manejando desde la oscuridad una falsa tendencia. Maduro se aferra a la falsedad para salvarse, pero eso es imposible frente a un pueblo enardecido como está hoy el pueblo venezolano. Un pueblo que está dando rienda suelta a su rabia, al ver cómo un tirano les quiere robar su libertad, conculcándoles su legítimo derecho a elegir a su gobernante.

Puede ser cuestión de semanas, o de meses o más, pero entre más tiempo Maduro siga usando la fuerza, la represión y la violencia para aferrarse al poder mediante el robo de las elecciones, mayor será el estado de enardecimiento y de rabia de los venezolanos que será el detonante que haga caer a Maduro, porque un pueblo en esta situación no se doblega hasta que consigue su objetivo. Así pasó con las primaveras árabes, y hoy estamos ante la primavera venezolana. Por eso, sin pretender ser clarividentes o adivinos, podemos apreciar que estamos ante el principio del fin del chavismo, mal representado por un exponente de la brutalidad física como Nicolás Maduro.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy martes 30 de julio de 2024.