EL GOBIERNO SE AHOGA EN EL CISNE

La Presidente Xiomara Castro, que pareciera no tener la mínima sensibilidad para darse cuenta de los problemas que surgen en su gobierno, debería tener un funcionario especial que le tamice todos los embrollos que le están armando, con repercusiones nacionales e internacionales. El obstinado con la construcción de la cárcel en las Islas del Cisne, debe tener su propio interés, porque este es un negocio de calibre grueso en todo sentido, no solo por la inversión cuantiosa que representa esta obra en las pequeñas Islas del Cisne, situadas a unos 240 kilómetros de tierra firme. En lo terrenal, una cárcel en las Islas del Cisne, además de la monumental inversión, es una verdadera osadía que atenta contra el hábitat natural de las pequeñas islas, por lo que en lo social y lo humano, la obra tiene la repulsa del más alto foro de la humanidad, la ONU, que entre sus tareas fundamentales, debe velar por el respeto de los derechos humanos de los prisioneros.

El rechazo por parte de la ONU a la cárcel en las Islas del Cisne, lo ha expresado la delegada de este organismo en Honduras, Alice Shackelford, cuya advertencia no cayó bien en los sectores oficiales del gobierno, que a través del canciller Enrique Reina, pidió prudencia diplomática a la representante de la ONU y a la embajadora Laura Dogu, que también se pronunció por la inconveniencia de construir la prisión en las lejanas Islas del Cisne. Obviamente, la respuesta del canciller Enrique Reina no se fundamenta ni legal ni científicamente para descalificar los consejos de la delegada de la ONU y de la embajadora de EEUU, que se ajustan ambas, a la mesura diplomática para recomendar al gobierno no incurrir en una obra inoficiosa y a la vez atentatoria contra el hábitat natural, y contra los derechos humanos de los prisioneros. Además de que, por la distancia de las Islas del Cisne, de tierra firme, harían de esta cárcel una obra que requerirá de cantidades inmensas de dinero, que empobrecerán más, al ya raquítico tesoro nacional.

La mentira está instalada en la vida política hondureña como en ningún otro país, incluso aquellos que son más pobres, por lo que es incongruente que el Gobierno de LIBRE se aferre a construir la cárcel en las Islas del Cisne con el argumento trillado de que los críticos de hoy no dijeron nada de las cárceles construidas por la narcodictadura. Este argumento es desnaturalizado por completo, porque los gobiernos anteriores construyeron cárceles en tierra firme, en lugares céntricos, como lo aconsejan las normas penitenciarias modernas. Estas obras pueden ser objeto de remodelación o implementación de refuerzos para volverlas más blindadas, tienen la ventaja que ya están construidas, y la nueva inversión adicional que se haga en ellas estará fuera de la sospecha que ahora surge respecto a hacer obras carcelarias en un sitio tan lejano como las Islas del Cisne.

Tengo mi particular teoría de que, el gobierno, más que contar con una prisión en un lugar tan lejano de tierra firme, para recluir a la masa criminal más peligrosa, necesita esta obra para propósitos que coadyuven al gobierno de Venezuela que necesita mejorar sus ingresos a través de la narcoactividad. Le recomendamos a la Presidente Xiomara Castro que pida a alguno de sus ministros colaboradores, que revise una extensa publicación de la revista especializada Insight Crime, de hace dos años atrás, donde grafico con mucha precisión como los grupos criminales usan la ruta de ultramar en el Caribe, para que sus narcosubmarinos transiten con grandes cantidades de droga. Y nuestras Islas del Cisne, en ese amplio territorio marítimo, forman parte de la mencionada ruta. 

En otras palabras, el despliegue de las agrupaciones ambientalistas en contra de la festinada idea de construir una cárcel en Islas del Cisne, responde de buena fe a la salvaguarda ambiental de las pequeñas Islas del Cisne, se apega a la tradicional protección que todas las sociedades y organizaciones ambientalistas le han dispensado a las Islas del Cisne desde que el pequeño archipiélago quedo en la jurisdicción de la soberanía hondureña. Por lo que, resulta antipatriótico e inmoral que el ministro del gobierno, Lucky Medina, dijera que no hay ninguna legislación que ampare a las Islas del Cisne como área protegida por su hábitat natural.

Al populismo de la izquierda radical, que es el que practica LIBRE, le encanta coquetear con la mentira, resucitando el antagonismo con la verdad, cuando en forma autoritaria y desleal impone una perspectiva mentirosa, buscando salirse con la suya, estropeando el derecho de la nación hondureña al vulnerar zonas naturales que son patrimonio del pueblo y la nación hondureña, como las Islas del Cisne. La avalancha de oposición de las organizaciones ambientales y sociales hondureñas debería hacer reflexionar al gobierno, además de lo publicado por la revista especializada Insight Crime, que hacen ver el interés de ciertos sectores del gobierno, no en tener un reclusorio seguro para confinar a delincuentes y criminales, sino para otros fines.

A esto último obedece la crítica de EEUU y de la ONU, porque han visto en el interés desmedido del gobierno en la cárcel de las Islas del Cisne, una obra planificada más para otros fines inconfesables. De manera que, ante tanta oposición, una persistencia populista del gobierno, le haría naufragar y ahogarse, para no obtener apoyos internacionales para otros proyectos que son verdaderamente necesarios como una Comisión contra la impunidad y la corrupción.

Así son las cosas y así se las hemos contado hoy lunes 15 de julio de 2024.